Mi familia y otros animales (PDF) - Trebol-A
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Que sea una auténtica vacación, eh. ¡Eso es!<br />
Spiro nos fue estrechando la mano en silencio, y luego se quedó mirándonos, con el ceño fruncido<br />
como siempre y retorciendo la gorra entre sus manazas.<br />
—Bueno, adiós —empezó, pero se le quebró la voz y los surcos de sus mejillas se cubrieron de<br />
gruesos lagrimones—. Ses lo asegures, no quería llorar —sollozó, y la barriga se le agitaba<br />
convulsivamente—, pero es como despedirmes de mi propia <strong>familia</strong>s. ¡Ustedes son como cosa<br />
mías!<br />
La gabarra tuvo que esperar pacientemente a que le consoláramos. Después, mientras trepidaba el<br />
motor y surcábamos el agua azul oscura, nuestros tres amigos se recortaron sobre el fondo<br />
multicolor de casitas desperdigadas por la ladera: Teodoro, correcto y elegante, saludando muy serio<br />
con el bastón en alto y la barba centelleando al sol; Kralefsky, bamboleándose, gesticulando y<br />
haciendo visajes extravagantes; Spiro, rechoncho y ceñudo, que se llevaba el pañuelo a los ojos y lo<br />
agitaba alternativamente.<br />
Cuando el barco se hizo a la mar y Corfú se desvaneció en la bruma perlada del horizonte, caímos<br />
víctimas de una depresión profunda que nos duraría todo el viaje hasta Inglaterra. Dentro del<br />
churretoso tren que trepaba desde Brindisi hacia Suiza nos acurrucamos en silencio, sin ganas de<br />
hablar. Arriba, en el portaequipajes, los pinzones cantaban en sus jaulas, las Gurracas graznaban y<br />
martilleaban con el pico, y Alecko soltaba de vez en cuando un berrido lamentoso. Los perros<br />
roncaban a nuestros pies. Al llegar a la frontera suiza, un funcionario insoportablemente celoso de<br />
su deber inspeccionó nuestros pasaportes. Se los devolvió a Mamá junto con una hojita de papel,<br />
saludó con hosquedad y nos abandonó de nuevo en brazos de la tristeza. Momentos después Mamá<br />
echó una ojeada al impreso que había rellenado el funcionario, y al leerlo se quedó rígida.<br />
—¡<strong>Mi</strong>rad lo que ha puesto —exclamó indignada—, el muy impertinente1.<br />
Larry miró el impreso y soltó un relincho de risa.<br />
—Ves, es el precio que hay que pagar por salir de Corfú —señaló.<br />
Sobre la tarjetita, en la columna titulada Descripción de los pasajeros, aparecía escrito en pulcras<br />
letras mayúsculas: UN CIRCO AMBULANTE Y SU COMPAÑÍA.<br />
—Qué ocurrencia —dijo Mamá, todavía echando chispas—, ¡desde luego, hay gente rara por el<br />
mundo! Y el tren siguió traqueteando camino de Inglaterra.<br />
Glosario de algunos nombres de<br />
<strong>animales</strong> citados en el texto<br />
Abanico de mar Pólipo marino semejante al coral cuyas colonias se ramifican en forma de<br />
abanico.<br />
Abeja carpintera Insecto himenóptero de mayor tamaño que la abeja vulgar, color violáceo y<br />
hábitos solitarios Debe su nombre al hecho de que la hembra excava galerías en la madera<br />
para depositar allí sus huevos.<br />
Arrendajo Ave de la <strong>familia</strong> de los córvidos, con el plumaje color castaño, cola y alas negras<br />
y una mancha blanca y otra azul en el borde de las alas.<br />
Autillo Ave rapaz nocturna, la de menor tamaño de la <strong>familia</strong> de los buhos, básicamente<br />
insectívora.<br />
Camachuelo Ave de la <strong>familia</strong> de los fringílidos, granívora, habitante de los bosques y<br />
frutales.