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Mi familia y otros animales (PDF) - Trebol-A

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Larry se tumbó dando un suspiro.<br />

—Ya está —observó—, solucionado sin escándalos ni ataques de pánico. Es cuestión de<br />

conservar la calma, simplemente. Querría alguien traerme una taza de té, por favor; tengo un dolor<br />

de cabeza espantoso.<br />

—No me extraña; anoche agarraste una tajada como un castillo —dijo Leslie.<br />

—Si no sabes apreciar la diferencia entre un acceso de fiebre producido por el frío y una orgía<br />

alcohólica, podrías al menos abstenerte de mancillar mi persona —replicó Larry.<br />

—Pues sería la fiebre, pero te ha quedado una buena resaca —dijo Margo.<br />

—Nada de resaca —dijo Larry con dignidad—; di más bien la tensión de verme despertado al<br />

amanecer por una pandilla de histéricos y tener que asumir el control de una crisis.<br />

—Pues sí que has controlado tú mucho, bien repantigado en la cama —bufó Leslie.<br />

—No es la acción lo que cuenta, sino el intelecto que la impulsa, la rapidez de reflejos, la<br />

capacidad de conservar la cabeza en su sitio cuando todos los de alrededor la pierden. Si no llega a<br />

ser por mí, puedes estar seguro de que habríais ardido todos en vuestras camas.<br />

Conversación.<br />

Había llegado la primavera y la isla rebosaba de flores. Los corderos de rabo inquieto retozaban<br />

por los olivares aplastando los amarillos crocos con sus pezuñas. Los burros recién nacidos, de<br />

patas gruesas e inseguras, comisqueaban entre los asfódelos. En las charcas, arroyos y zanjas se<br />

enredaban las tiras de huevos de sapo; las tortugas apartaban a un lado sus colchas invernales de<br />

hojarasca y tierra, y las primeras mariposas, descoloridas y raídas del frío, revoloteaban débilmente<br />

entre las flores. Por tomar el aire, la <strong>familia</strong> solía pasar la mayor parte del tiempo en la terraza: allí<br />

se comía, se dormía, se leía o, si no había otra cosa que hacer, se discutía. Allí también nos<br />

reuníamos una vez a la semana para leer el correo que nos traía Spiro, y que se componía<br />

principalmente de catálogos de armas para Leslie, figurines para Margo y revistas de <strong>animales</strong> para<br />

mí. El correo de Larry solía contener libros y cartas interminables de escritores, músicos y artistas<br />

hablando de escritores, músicos y artistas. El de Mamá era un paquetón de cartas de parientes<br />

diversos, sazonadas con algún que otro catálogo de semillas. Según lo íbamos mirando nos lo<br />

comentábamos unos a <strong>otros</strong>, o leíamos fragmentos en voz alta. No por afanes de sociabilidad (de<br />

todos modos, nadie escuchaba a los demás), sino sencillamente porque no nos parecía sacar gusto a<br />

las cartas y revistas si no las compartíamos. De cuando en cuando, sin embargo, aparecía una<br />

noticia lo bastante alarmante para clavar sobre sí la atención de toda la <strong>familia</strong>, y eso es lo que<br />

ocurrió cierto día de primavera con cielo de vidriera azul, mientras sentados a la sombra entreverada<br />

de la parra devorábamos el correo.<br />

—Ay, qué monada... <strong>Mi</strong>ra... de organdí con mangas afaroladas... pero creo que me gustaría más en<br />

terciopelo... o quizá el canesú de brochado con la falda acampanada. Es muy mono... quedaría<br />

bonito con guantes altos blancos y un sombrerito de esos veraniegos, ¿verdad?<br />

Pausa. El débil murmullo de Lugaretzia gimiendo en el comedor, mezclado con el crujido del<br />

papel. Roger bostezó ruidosamente, seguido de Puke y Widdle por turno. —¡Atiza! ¡Qué<br />

maravilla!... Fijaos... con mira telescópica y cerrojo... ¡Qué maravilla! Hum... ciento cincuenta...<br />

pues no me parece excesivamente caro... Esta escopeta sí que está bien de precio... Veamos... dos<br />

cañones... choke... Sí... supongo que para patos hará falta algo un poco más potente...<br />

Roger se rascó una oreja y después la otra, retorció la cabeza con gesto de dicha suprema y gruñó<br />

de placer. Widdle se tumbó y cerró los ojos. Puke intentaba en vano cazar una mosca, lanzando<br />

mordiscos al aire.

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