Mi familia y otros animales (PDF) - Trebol-A
Mi familia y otros animales (PDF) - Trebol-A
Mi familia y otros animales (PDF) - Trebol-A
Create successful ePaper yourself
Turn your PDF publications into a flip-book with our unique Google optimized e-Paper software.
—¡<strong>Mi</strong>ra qué bien! —dijo Mamá indignada—. Y nos traes a ese engendro para que nos pegue a<br />
todos alguna enfermedad repulsiva mientras tú tomas notas. No, Larry, lo siento pero tendrá que<br />
irse.<br />
—No seas tonta, Mamá —dijo Larry irritado—; no te contagiará nada... a menos que pienses<br />
compartir la cama con ella.<br />
—No seas repugnante —dijo Mamá con mirada de odio—. No soporto a esa persona obscena en<br />
mi casa.<br />
Estuvieron todo el día discutiendo por lo bajo, pero Mamá se mostraba inflexible. Finalmente<br />
Larry propuso hacer venir a Teodoro y pedirle su opinión sobre el asunto, y Mamá accedió.<br />
Envióse, pues, una nota invitando a Teodoro a pasar un día con nos<strong>otros</strong>. Su respuesta afirmativa<br />
vino en un coche donde se reclinaba la forma envuelta en hopalandas de Zatopec, quien según se<br />
averiguó había bebido un copioso brindis de despedida a Corfú, embarcado en el buque que no era y<br />
dado con sus huesos en Atenas. En vista de que ya no llegaba a su cita de Bosnia, había tomado<br />
filosóficamente el primer barco de vuelta a Corfú, trayendo consigo varias cajas de vino. Teodoro<br />
apareció al día siguiente, tocado, como concesión al verano, con un canotier en lugar del hongo<br />
habitual. Antes de que Mamá tuviera ocasión de alertarle sobre nuestra alopécica invitada, Larry los<br />
presentó.<br />
—¿Médico? —preguntó con mirada encendida Melanie, condesa de Torro—. Qué interesante.<br />
Quizá me pueda usted aconsejar... acabo de pasar la erisipela.<br />
—¡Aja! ¿Sí? —dijo Teodoro, mirándola con atención—. ¿Qué... eh... tratamiento ha seguido?<br />
Enfrascáronse con entusiasmo en una larga discusión técnica, y Mamá hubo de emplear sus<br />
esfuerzos más denodados para apartarles de lo que aún consideraba tema de mal gusto.<br />
—Desde luego no sé quién es peor, si esa mujer o Teodoro —le dijo a Larry—. Una intenta ser<br />
tolerante, pero todo tiene su límite, y no me parece que esas cosas sean como para comentarlas a la<br />
hora del té.<br />
Más tarde habló a solas con Teodoro, y se le explicó la enfermedad de la condesa. Mamá cayó<br />
entonces en un complejo de culpabilidad por haberla juzgado mal, y estuvo enormemente afable<br />
con ella el resto del día, instándola incluso a quitarse la peluca si le daba calor.<br />
La cena de aquella noche fue extraordinariamente animada, y me fascinaba tanto aquella<br />
asamblea de tipos y sus diversas conversaciones que no sabía a quién dedicar mi atención. Las<br />
lámparas humeaban levemente y proyectaban una luz cálida, color de miel, sobre la mesa poniendo<br />
un brillo en el cristal y la vajilla, prendiendo fuego al vino tinto que se derramaba en las copas.<br />
—Pero, muchacho, tú es que no lo entiendes... ¡no, no, no lo entiendes! —tronaba la voz de<br />
Zatopec, mientras curvaba la nariz sobre la copa de vino—. No se puede hablar de la poesía como si<br />
fuera pintura de brocha gorda...<br />
—... y yo le dije, ni lo sueñe que voy a hacer un maldito dibujo por menos de diez libras, pues<br />
vaya miseria...<br />
—... y a la mañana siguiente me quedé helado... aterrado como nunca... miles de capullos<br />
deshojados y rotos... juré no volver a pintar... me quedé destrozado... el huerto entero<br />
desaparecido... ¡paf!, sin más... y yo allí...<br />
—... y naturalmente, me daba baños de azufre.<br />
—Ah, sí... hum... aunque, le advierto, yo opino que el valor de la hidroterapia ha sido... eh... un<br />
poco... digamos... un poco exagerado. En realidad, el noventa y dos por ciento de los enfermos...<br />
Las fuentes de comida, altas como volcanes, humeando suavemente; la fruta temprana en lustroso<br />
montón sobre el frutero central; Lugaretzia bullendo en torno a la mesa, gimiendo en voz baja para<br />
sí, la barba de Teodoro centelleando a la luz; Leslie fabricando con esmero perdigones de miga de