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El doctor Centeno<br />

-Ya los astros no dicen nada del destino humano. No quieren meterse en vidas ajenas... Desde que<br />

se ha empezado a decir de ellos que tienen miseria en sus cabelleras luminosas, es a saber, que<br />

están habitados, se han amoscado y no quieren cuentas con nosotros... ¡Oh!, si hablaran, Miquis lo<br />

agradecería... Está el pobre, que no le llega la camisa al cuerpo, pendiente de una resolución, de una<br />

sentencia...<br />

Ambos le miraron. Miquis se paseaba a lo largo de la sala, con las manos en los bolsillos, arrastrando<br />

sus miradas por el suelo.<br />

-¿Qué es eso, Alejandrito?... ¿Amores?<br />

-No, no, ¡valiente tontería! Mejor dicho, vida o muerte para mí -dijo el estudiante de Derecho<br />

parándose ante el astrónomo-. Figúrate que con esta vida, jamás está uno en fondos, y la verdad...<br />

mejor sería no carecer de nada.<br />

-Eso, aunque no lo digan los astros, es matemático.<br />

-Yo te diré lo que hay -manifestó Cienfuegos-. Alejandro tiene una tía, que le ha prometido darle<br />

trigo... pero trigo... en gordo... Pasan días y días, y el recadito de la tía no parece.<br />

-Me dijo que a mitad de la semana, y la semana ha concluido.<br />

-Un día más o menos...<br />

-Es que tengo un desasosiego... -suspiró el manchego, mostrando bien en su voz y en su gesto lo que<br />

decía-. Temo que si pasa tiempo, recobre mi tía el juicio.<br />

-Que lo pierda, querrás decir.<br />

-No, hombre, no, porque mi tía está loca, y al darme lo que ha prometido, si es que me lo da, se<br />

acreditará de rematada... Estoy agonizando... ¿Se habrá arrepentido? ¿Habrá entrado en aquel cerebro<br />

un rayo de esa luz del sentido común que anda esparcida por el mundo, sin que la vean muchos de los<br />

que tienen ojos? Porque se dan casos de que la vean, antes que nadie, los topos.<br />

-Pues vete a su casa, tonto, y pregúntale, y dile: «¿Señora tía, ¿me da usted o no lo que me ha<br />

prometido?».<br />

-Es tan nervioso y tan pusilánime -observó Cienfuegos-, que no se atreve a ir, porque si la señora<br />

le dice que no hay nada, le dará un desmayo.<br />

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