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El doctor Centeno<br />

Siguió adelante, y pronto hubo de unírsele Juanito, a quien comunicó sus impresiones. Su amigo<br />

le dijo:<br />

«Vamos a pasar otra vez».<br />

Lleno de terror, Felipe se agarró al brazo de su amigo para detenerle, y le decía:<br />

«¡No, no, no; pasar no!».<br />

Pero más pudo la maliciosa sugestión del pícaro que el miedo del Doctor, y pasaron otra vez. En el<br />

momento mismo, el bulto se apartó de la reja. Felipe y él se encontraron frente a frente, y se vieron...<br />

¡Era, era!<br />

La vacilación de D. Pedro fue instantánea. Siguió su camino. Tras él, a mucha distancia, iban Felipe<br />

y su amigo; aquel, tan turbado, que no sabía por dónde caminaba; este haciendo comentarios sobre<br />

lo que habían visto.<br />

«¿Te parece que le tiremos una piedra?» -propuso Socorro a su compañero, el cual, indignado,<br />

repuso:<br />

-¡Si tiras, te pego... no es broma, te mato!<br />

Y más adelante, dominado siempre por inexplicable vergüenza y terror, decía Centeno:<br />

«¡Me ha visto, me ha visto!».<br />

Cuando llegó a la casa, ya D. Pedro había entrado. Felipe pensaba de este modo: «ahora, por lo<br />

que he visto y por lo que he tardado, me desuella vivo». Pero no fue así. Doña Claudia dormía ya, y<br />

Marcelina, que no quería alborotar la casa a deshora, tan sólo le dijo: «mañana, mañana te ajustará<br />

mamá las cuentas».<br />

¡Siniestra y misteriosa figura! D. Pedro se paseaba en el comedor, meditabundo. Felipe deseaba<br />

que lo tragase la tierra, o que el señor se quedase ciego para que no le pudiese mirar. Fingiendo<br />

hacer alguna cosa, evitaba los ojos de su amo; pero al fin, en una vuelta que dio, encontrolos<br />

inesperadamente... ¿Qué expresión era aquella? ¿Qué decían aquellos ojos?<br />

Felipe se turbó más observando que los ojos del capellán, al mirarle, no echaban llamas de ira.<br />

Expresaban algo que él no entendía, una perplejidad terrorífica, el estupor del calenturiento. ¡Ah!,<br />

Felipín era muy chico y no sabía leer en las fisonomías; apenas deletreaba. No podía entender bien<br />

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