15.06.2013 Views

ff1e5252-82b1-11df-acc7-002185ce6064.pdf

ff1e5252-82b1-11df-acc7-002185ce6064.pdf

ff1e5252-82b1-11df-acc7-002185ce6064.pdf

SHOW MORE
SHOW LESS

Create successful ePaper yourself

Turn your PDF publications into a flip-book with our unique Google optimized e-Paper software.

-Como quieras...<br />

El doctor Centeno<br />

Y él los recogía, los doblaba... ¡Ay, qué momento! Si se hubiera puesto a contar el dinero, de seguro<br />

lo habría contado mal. Su espíritu, súbitamente atacado de una exaltación loca, no estaba para cuentas;<br />

era insensible al orden y a la fría disciplina de los números... Perdió la noción de la cantidad que<br />

representaban aquellos sobados papeles verdes y azules, y no veía más que un caudal abrupto, una<br />

suma tan grande como sus sueños, suficiente a todas las necesidades del momento y de mucha parte<br />

de su juventud, una suma que duraría eternidades... Se lo metió todo en el bolsillo del pecho, y a<br />

cada instante, con disimulo, tocaba a la parte donde su corazón y su ventura estaban, juntitos, como<br />

amantes en la luna de miel...<br />

Y en tanto, doña Isabel, atacada de aquella verbosidad, que era uno de los caracteres de su mental<br />

dolencia, hablaba, hablaba... ¿De qué? Alejandro la oía sin entender nada. Hacía que escuchaba,<br />

moviendo afirmativamente la cabeza, cual muñeco que tiene por pescuezo un resorte; pero estaba<br />

su espíritu en otras regiones, y sólo llegaban hasta él palabras sueltas, una cantinela monstruosa, los<br />

Herreras, los Miquis, el fielato, la subasta de bienes del clero, la juventud ordinaria del día, las tierras<br />

plantadas de anís, el precio del azafrán, la Virgen de la Piedad...<br />

Como se oye una campanada lúgubre, oyó Alejandro al fin de la cancamurria esta horripilante<br />

cláusula:<br />

-Te quedarás a cenar conmigo.<br />

¡Alquimia y cartomancia! Cenar con la tía era permanecer allí dos horas más, oyendo la cansada<br />

cantinela; era igualmente el mal paso de tener que comer gachas, piruétanos, cañamones y beberse a<br />

la postre un jarro de aguas cocidas; era oír una salmodia antiestomacal, impregnada de orégano; estar<br />

bajo la presión y entre las garras de un desordenado y misterioso genio de ojos plateados y verdes;<br />

caer bajo el oscuro poder de la magia; era beber, con la salvia, el jugo de la locura y comer, con los<br />

cañamones, el tuétano y sustancia de todos los desvaríos posibles.<br />

-¡Cenar con usted! -murmuró, vacilante entre el horror y la cortesía-. Qué más quisiera yo que cenar<br />

con usted, tiíta... qué más quisiera yo... Pero es el caso que en mi casa me esperan, y los demás<br />

compañeros se estarán sin comer hasta que yo vaya. Se gastan en mi casa unos cumplidos...<br />

131

Hooray! Your file is uploaded and ready to be published.

Saved successfully!

Ooh no, something went wrong!