por lo tanto, se simboliza también a menudo en forma exterior, porunión de <strong>la</strong>s manos de sus <strong>la</strong>bios. Lo mismo sucede aquí. Asícomo <strong>la</strong> sensación de <strong>la</strong> miseria humana es humana, así también<strong>la</strong> sensación de <strong>la</strong> misericordia divina es una sensación humana.Sólo el sentimiento de <strong>la</strong> penuria de <strong>la</strong> finitud es el sentimiento de<strong>la</strong> dicha de <strong>la</strong> infinitud. Donde no existe <strong>la</strong> una no existe tampoco <strong>la</strong>otra. Ambas son inseparables -inseparable es <strong>la</strong> sensación de Dioscomo Dios y <strong>la</strong> sensación del hombre como hombre-; inseparablees el autoconocimiento de Dios del conocimiento del hombre. Dioses so<strong>la</strong>mente Dios en el ser humano, sólo en <strong>la</strong> fuerza distintiva delhombre, sólo en <strong>la</strong> dualidad intrínseca del ser humano. Así, porejemplo, <strong>la</strong> misericordia es sentida como yo, como fuerza, es decir,como algo especial, sólo por su contrario. Dios es Dios sólo poraquello que no es Dios, sólo en <strong>la</strong> diferencia de su contrario.Nosotros poseemos también el secreto de <strong>la</strong> doctrina de J. Böhme.Sólo debe observarse que J. Böhme, como místico y teólogo,separa <strong>la</strong>s sensaciones del hombre -por lo menos en suimaginación- de <strong>la</strong>s sensaciones en que se realiza el ser divino,convirtiéndose de <strong>la</strong> nada en algo, o sea en un ser cualitativo,poniendo estas últimas fuera del hombre y objetivándo<strong>la</strong>s en formade cualidades naturales, pero de tal forma que estas cualidadessólo representan <strong>la</strong>s impresiones que recibe su ánimo. Además, nodebe olvidarse que aquello que <strong>la</strong> conciencia empíricamentereligiosa pone con <strong>la</strong> creación real de <strong>la</strong> naturaleza y del hombre, <strong>la</strong>conciencia mística ya <strong>la</strong> coloca antes de <strong>la</strong> creación en el Diospremundanal, pero anu<strong>la</strong>ndo con ello también <strong>la</strong> importancia de <strong>la</strong>creación. Porque, si Dios ya tiene su otro detrás de Sí, no lonecesita tener de<strong>la</strong>nte de Sí; si Dios ya tiene en Sí lo que no esDios, entonces ya no necesita, para ser Dios, lo que no es Dios. Lacreación del mundo real es en este caso un verdadero lujo o másbien una verdadera imposibilidad; porque este Dios no llega a <strong>la</strong>realidad debido a <strong>la</strong>s realidades ya existentes; porque ya está tancargado de mundos y de cosas terrenales, que <strong>la</strong> existencia y <strong>la</strong>creación del mundo real sólo podría explicarse por un movimientoperistáltico del estómago de Dios. Esto vale especialmente para elDios descrito por Schelling, el cual, aunque se ha compuesto deinnumerables potencias, queda, sin embargo, en Dios impotente.Mucho más razonable es sin embargo <strong>la</strong> conciencia empíricamentereligiosa, <strong>la</strong> que hace manifestarse a Dios como Dios con elhombre real, y con <strong>la</strong> naturaleza real, siendo en consecuencia elhombre so<strong>la</strong>mente hecho para <strong>la</strong> a<strong>la</strong>banza y <strong>la</strong> gloria de Dios. Valedecir: el hombre es <strong>la</strong> boca de Dios, que articu<strong>la</strong> y acentúa <strong>la</strong>scualidades divinas como sensaciones humanas. Dios quiere ser100a<strong>la</strong>bado. ¿Por qué? Porque <strong>la</strong> sensación del hombre para Dios es<strong>la</strong> autosensación de Dios. Pero sin embargo <strong>la</strong> conciencia religiosasepara estos dos <strong>la</strong>dos inseparables haciendo de Dios y el hombreexistencias independientes, mediante <strong>la</strong> idea de <strong>la</strong> personalidad. Laespecu<strong>la</strong>ción de Hegel identifica estos dos aspectos, pero de talmanera que <strong>la</strong> antigua contradicción permanece todavía. Por lotanto, es so<strong>la</strong>mente <strong>la</strong> ejecución consecuente, <strong>la</strong> perfección de unaverdad religiosa. La multitud de sabios estaba tan cegada en suodio contra Hegel, que no se di cuenta de que su doctrina, por lomenos en esta re<strong>la</strong>ción, no contradice a <strong>la</strong> re<strong>la</strong>ción, a no ser en elsentido de <strong>la</strong> idea expresada y desarrol<strong>la</strong>da que puede contradecira una representación inconsecuente e inexpresada, pero que en elfondo dice lo mismo.Pero si, como dice <strong>la</strong> doctrina de Hegel, <strong>la</strong> conciencia delhombre con respecto a Dios, es <strong>la</strong> auto conciencia de Dios,entonces es, per se, <strong>la</strong> conciencia humana ya una concienciadivina. ¿Por qué alienas tú entonces <strong>la</strong> conciencia al hombre,haciéndo<strong>la</strong> autoconciencia de ser diferente de él de un objeto?¿Por qué atribuyes tú a Dios el ser y al hombre so<strong>la</strong>mente <strong>la</strong>conciencia? ¿Acaso tiene Dios su conciencia en el hombre y elhombre su ser en Dios? ¿Es el saber del hombre sobre Dios elsaber de Dios sobre sí mismo? ¡Qué contradicción, qué dualidad!Invierte el orden y tendrás <strong>la</strong> verdad: el saber de Dios del hombre,es el saber del hombre, de sí mismo, de su propio ser. Sólo <strong>la</strong>unidad del ser y de <strong>la</strong> conciencia es <strong>la</strong> verdad. Donde hayconciencia de Dios hay también <strong>la</strong> esencia de Dios, luego ambasse encuentran en el hombre; en <strong>la</strong> esencia de Dios sólo tu propioser se convierte en un objeto para ti y sólo se presenta de<strong>la</strong>nte detu conciencia lo que se esconde detrás de el<strong>la</strong>. Si <strong>la</strong>sdeterminaciones del ser divino son humanas, entonces son, pues<strong>la</strong>s determinaciones humanas de naturaleza divina.Sólo así obtenemos <strong>la</strong> verdadera y satisfactoria unidad delSer Divino y humano. La unidad del ser humano consigo mismo noserá cuando ya no tengamos una filosofía de <strong>la</strong>s religiones o unateología distinta de <strong>la</strong> psicología o de <strong>la</strong> antropología, sino cuandoconozcamos <strong>la</strong> misma antropología como <strong>la</strong> teología. Todaidentidad, que no es verdaderamente identidad, unidad con símisma es desunión, es separación' que será superada-conservada,o que, por lo menos, debería serio. Cada unidad de esta c<strong>la</strong>se esuna contradicción consigo misma y con <strong>la</strong> inteligencia es unaimperfección, es una fantasía, un error, una desviación, pero que
parece ser tanto más profunda cuanto más desviada es y falta deverdad.CAPÍTULO XXVLa contradicción en <strong>la</strong> Trinidad<strong>LA</strong> RELIGIÓN, O MÁS BIEN <strong>LA</strong> TEOLOGÍA, no so<strong>la</strong>menteobjetiviza el ser humano divino, como ser personal, sino querepresenta también <strong>la</strong>s determinaciones fundamentales, o <strong>la</strong>sdiferencias fundamentales de ésta como personas. Por eso <strong>la</strong>Trinidad en un principio no es otra cosa sino el conjunto de <strong>la</strong>sdiferencias fundamentales que el hombre percibe en <strong>la</strong> esencia delhombre. Según el modo como se percibe esta esencia, difierentambién <strong>la</strong>s diferencias fundamentales en que se basa <strong>la</strong> Trinidad.Pero, como ya se ha dicho, <strong>la</strong>s diferencias de un mismo serhumano son presentadas como sustancias, como personasdivinas. Y en el hecho de que el<strong>la</strong>s son en Dios esencias,hipóstasis, sujetos, se basa <strong>la</strong> diferencia entre estasdeterminaciones tales como se encuentran en Dios, y <strong>la</strong>s mismasdeterminaciones tales como se encuentran en el hombre, a raíz de<strong>la</strong> ley expresa de que en <strong>la</strong> representación de <strong>la</strong> personalidadhumana se enajena sus propias determinaciones. Pero <strong>la</strong>personalidad de Dios sólo existe en <strong>la</strong> facultad imaginativa; por eso<strong>la</strong>s determinaciones fundamentales son también aquí sólo para <strong>la</strong>imaginación personas e hipóstasis; en cambio, para <strong>la</strong> razón, parael pensar sólo son determinaciones. La Trinidad es <strong>la</strong> contradicciónde politeísmo y monoteísmo, de fantasía e inteligencia, deimaginación y realidad. La fantasía es <strong>la</strong> Trinidad, <strong>la</strong> razón es <strong>la</strong>unidad de <strong>la</strong>s personas. Según <strong>la</strong> razón, <strong>la</strong>s personasdiferenciadas sólo son diferencias; según <strong>la</strong> fantasía, <strong>la</strong>sdiferencias son personas diferenciadas por lo tanto suprimen <strong>la</strong>unidad de <strong>la</strong> esencia divina. Para <strong>la</strong> razón, <strong>la</strong>s personas divinasson fantasmas; para <strong>la</strong> imaginación son esencias. La Trinidadexige del hombre que piense lo contrario de lo que se imagina, eimaginarse lo contrario de lo que se piensa, pensando a fantasmascomo seres.Son tres personas, pero no se diferencian esencialmente.Tres personas, pero una esencia. Hasta aquí todo sucede en formanatural. Nosotros pensamos tres y hasta más personas que sonidénticas en <strong>la</strong> esencia. De <strong>la</strong> misma manera, los hombres nos101diferenciamos mediante diferencias personales; pero en <strong>la</strong> cosaprincipal, en <strong>la</strong> esencia, en <strong>la</strong> humanidad, somos una misma cosa.Y esta identificación <strong>la</strong> hace no so<strong>la</strong>mente <strong>la</strong> inteligenciafilosofante, sino también el sentimiento. Aquel individuo es hombrecomo nosotros; en este sentimiento desaparecen todas <strong>la</strong>s demásdiferencias: ricos o pobres, inteligentes o no inteligentes, culpable oinculpables. El sentimiento de <strong>la</strong> compasión, de <strong>la</strong> participación, espor lo tanto, un sentimiento sustancial, esencial y filosófico. Pero<strong>la</strong>s personas humanas tres o más existen <strong>la</strong>s unas fuera de <strong>la</strong>sotras, tienen una existencia separada, aunque manifiesten <strong>la</strong>unidad de <strong>la</strong> esencia mediante un amor tierno. Mediante el amorfundan una persona moral; pero guardan una existencia físicaseparada. Por más que quieran <strong>la</strong> una y <strong>la</strong> otra, por más que nopuedan prescindir <strong>la</strong> una de <strong>la</strong> otra, cada persona tiene, sinembargo, una existencia formalmente para sí. La existencia en sí y<strong>la</strong> existencia separada de otras cosas son característicasesenciales de una persona, de una sustancia. La cosa es muydiferente en Dios y lo es necesariamente pues es lo mismo en élque en el hombre, pero, como otro, con el postu<strong>la</strong>do: debe ser algodistinto. Pues <strong>la</strong>s tres personas en Dios no tienen ningunaexistencia <strong>la</strong> una fuera de <strong>la</strong> otra; porque de lo contrario nosencontraríamos, en el cielo de <strong>la</strong> dogmática cristiana, aunque nocon tantos dioses como en el Olimpo, por lo menos con trespersonas divinas en forma individual, es decir, tres dioses. Losdioses del Olimpo tienen <strong>la</strong> característica de <strong>la</strong> personalidad real ensu individualidad; ellos coinciden en <strong>la</strong> esencia, en <strong>la</strong> divinidad,pero cada uno era Dios por sí solo; eran verdaderas personasdivinas. En cambio, <strong>la</strong>s tres personas cristianas en Dios, sólo sonpersonas imaginadas, pretendidas, por cierto son personasdistintas de <strong>la</strong>s personas reales, precisamente porque sonso<strong>la</strong>mente personajes imaginados y aparentes, pero a <strong>la</strong> vezquieren y deben ser personas reales. La nota esencial de <strong>la</strong>realidad personal, el elemento politeístico, está excluido, negadocomo no divino. Pero precisamente por esta negación, supersonalidad se convierte en una apariencia de <strong>la</strong> imaginación.Sólo en <strong>la</strong> verdad del plural encuéntrase <strong>la</strong> verdad de <strong>la</strong>s personas.Las tres personas cristianas no son tres dioses -por lo menos nodeberían serlo- sino un solo Dios. Las tres personas no terminancomo era de esperar en un plural, sino en un singu<strong>la</strong>r; no son sóloa unum, uno -eso lo son también los dioses del politeísmo- sinotambién Unus; <strong>la</strong> unidad es <strong>la</strong> forma de <strong>la</strong> existencia de Dios. Treses uno: el plural es un singu<strong>la</strong>r. Dios es un ser personal que constade tres personas.
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