CAPÍTULO IXEl misterio del principio creador del mundo en Dios<strong>LA</strong> SEGUNDA PERSONA, por ser el Dios que se reve<strong>la</strong>, semanifiesta y se exterioriza, es el principio creador en Dios, o sea elprincipio que ha creado el mundo.El mundo no es Dios, es lo contrario, es lo opuesto de Dios o,por lo menos, si esta expresión fuera demasiado fuerte porque dice<strong>la</strong> verdad, es aquello que se distingue de Dios. Pero lo que esdiferente de Dios no puede venir directamente de él, sino sólo deuna diferencia de Dios en Dios. La otra persona es el Dios que sedistingue por sí solo de sí mismo y que por lo tanto es objeto de símismo y consciente de sí mismo. La autodistinción de Dios de símismo es <strong>la</strong> causa de lo que es diferente en él, luego, es <strong>la</strong>conciencia de sí mismo, el origen del mundo. Dios recién se forja <strong>la</strong>idea del mundo pensando en sí mismo: pensarse es generarse,pensar del mundo es crear el mundo. La generación precede a <strong>la</strong>creación. La idea productiva del mundo, como de otro ser que nosea Dios, es mediada por <strong>la</strong> Idea productiva de otro ser que esigual al Dios.Ahora bien; este proceso creador no es otra cosa que <strong>la</strong>perífrasis mística de un proceso psicológico, no es otra cosa que <strong>la</strong>objetivación de <strong>la</strong> unidad de <strong>la</strong> conciencia con <strong>la</strong> autoconciencia.Dios se piensa, luego es consciente de sí mismo, pues Dios es <strong>la</strong>autoconciencia dada como objeto como ser; porque, puesto que seconoce a sí mismo se piensa, piensa con ello también a <strong>la</strong> vez enun ser diferente de lo que es él; pues saberse es distinguirse deotro ser, ya sea posible, ya sea imaginado, ya sea real.Por tanto, es el mundo -por lo menos <strong>la</strong> posibilidad y <strong>la</strong> ideadel mundo- el fruto inmediato de <strong>la</strong> conciencia y su producto. Elhijo, como aquel otro Dios, es <strong>la</strong> idea, el objeto y <strong>la</strong> imagen de éste,es el principio de <strong>la</strong> creación del mundo. La verdad que sirve debase, es <strong>la</strong> esencia del hombre: <strong>la</strong> unidad es su autoconciencia con<strong>la</strong> conciencia de otro ser que forma <strong>la</strong> unidad con el y de otro serque no forme una unidad con él. Y el segundo ser distinto y sinembargo esencial con el primero, es necesario como es<strong>la</strong>bón entreel primero y el tercero. La idea de otro ser en general o sea de unser esencial distinto, nace por <strong>la</strong> idea de un ser distinto pero igualconmigo en su esencia.38La conciencia del mundo es <strong>la</strong> conciencia de mi limitación -siyo no supiera nada de un mundo, no habría nada de límitesporque<strong>la</strong> Conciencia de mi limitación está en oposición al instintode mi autonomía, de mi independencia. Por eso no puedo pasar demi mismidad -Dios es el ser absoluto- directamente a su contrario;yo debo preparar e introducir esta contradicción por <strong>la</strong> concienciade un ser, que por cierto también es otro ser y por eso me da unaidea de mi limitación, pero de tal manera que afirma a <strong>la</strong> vez mi sery me objetiva. La conciencia del mundo es una concienciahumil<strong>la</strong>nte -<strong>la</strong> creación era un "acto de humil<strong>la</strong>ción"-, pero <strong>la</strong>primera piedra de toque en que se rompe el orgullo del propio yoes el tú, es el otro yo. Primero el yo debe fortificar su mirada en elojo de un tú, antes de soportar el aspecto de un ser que no reflejasu propia imagen. El otro hombre es el vínculo entre yo y el mundo.Yo existo y me siento dependiente del mundo porque primero mesiento dependiente de otros hombres. Si no necesitara del hombre,no necesitaría tampoco del mundo. Me reconcilio con el mundomediante el otro hombre. Sin este otro hombre, el mundo seríapara mí no so<strong>la</strong>mente muerto y vacío, sino también uncontrasentido. Sólo en el otro, el hombre es consciente de símismo; pero sólo cuando sea consciente de mí mismo, soyconsciente del mundo. Un hombre que existiera únicamente para símismo, se perdería en el océano de <strong>la</strong> naturaleza sin ser diferentede el<strong>la</strong>; ni se comprendería como hombre, ni comprendería <strong>la</strong>naturaleza como tal. El primer objeto del hombre es el hombre. Elsentido para <strong>la</strong> naturaleza que nos da <strong>la</strong> conciencia del mundocomo mundo, es un producto posterior: pues nace por el acto de <strong>la</strong>separación del hombre de sí mismo. A los filósofos naturales deGrecia preceden los l<strong>la</strong>mados siete sabios, cuya sabiduría sólo serefería directamente a <strong>la</strong> vida humana.Luego, <strong>la</strong> conciencia del mundo es para el yo mediada por <strong>la</strong>conciencia del tú. De tal manera el hombre es el Dios del hombre.El hecho de que es, lo debe a, <strong>la</strong> naturaleza, el hecho de que eshombre, lo debe al hombre. Así como él, físicamente, no puedehacer nada sin el otro hombre así tampoco puede hacer nadaespiritualmente. Cuatro manos puede hacer más que dos; perotambién cuatro ojos ven más que dos. Y esta fuerza unida difiereno sólo cuantitativamente, sino también cualitativamente de <strong>la</strong>fuerza ais<strong>la</strong>da. Si <strong>la</strong> fuerza humana es ais<strong>la</strong>da es limitada; unida,es una fuerza ilimitada. Limitado es el saber de lo ais<strong>la</strong>do, peroilimitada es <strong>la</strong> razón, ilimitada es <strong>la</strong> ciencia; pues es un acto comúnde <strong>la</strong> humanidad y esto no so<strong>la</strong>mente porque co<strong>la</strong>boran
innumerables seres en el edificio de <strong>la</strong> ciencia, sino también en susentido interior de que el genio científico de un tiempodeterminado, reúne en sí <strong>la</strong>s fuerzas de <strong>la</strong>s ideas de los geniosprecedentes, aunque sea en un modo determinado individual, demanera que su fuerza no es una fuerza ais<strong>la</strong>da. El chiste, <strong>la</strong>sutileza, <strong>la</strong> fantasía, <strong>la</strong> sensación, como fuerzas distintas delsentimiento y de <strong>la</strong> razón son fuerzas de <strong>la</strong> humanidad, no delhombre, como ser ais<strong>la</strong>do, sino productos de <strong>la</strong> cultura, productosde <strong>la</strong> sociedad humana. Sólo donde el hombre choca y se roza conotro hombre, se enciende el chiste y <strong>la</strong> sutileza, por cuya razón haymás chiste en <strong>la</strong> ciudad que en el campo y más en <strong>la</strong>s grandesciudades que en <strong>la</strong>s pequeñas; sólo donde el hombre disfruta de <strong>la</strong>presencia de otro hombre, nace <strong>la</strong> sensación y <strong>la</strong> fantasía, el amor,un acto común por cuya razón es el dolor más grande cuando noes compartido, es <strong>la</strong> fuente original de <strong>la</strong> poesía y sólo donde elhombre hab<strong>la</strong> con el hombre, sólo en el discurso sin conversación,en un acto común, nace <strong>la</strong> razón. Las preguntas y <strong>la</strong>scontestaciones son los primeros actos del pensamiento. Parapensar se precisan en un principio dos seres. Sólo cuando seencuentra en una cultura superior, el hombre se desdob<strong>la</strong>, demanera que puede hacer el mismo papel que el otro. Por eso,hab<strong>la</strong>r y pensar, en todos los pueblos antiguos, es una mismacosa; sólo piensan al hab<strong>la</strong>r, su pensar es so<strong>la</strong>mente conversar.Gente ordinaria, es decir personas que no tienen una cultura deabstracción, no comprenden ni hoy siquiera lo que se ha escrito, ano ser que lo lean en alta voz y que lo pronuncien cuando lo lean.Con razón Hobbes deducía <strong>la</strong> inteligencia del hombre, de su oído.Si se reduce a categorías abstractas y lógicas, el principio enDios creado del mundo no es más que <strong>la</strong> sentencia tautológica: loque es diferente sólo puede nacer de un principio de diferencia, node un ser sencillo. Por más que los filósofos y teólogos cristianoshayan sostenido <strong>la</strong> creación de <strong>la</strong> nada, sin embargo, sostienentambién el antiguo principio fundamental de que de <strong>la</strong> nada no sehace nada, porque expresa una ley de pensamiento que no puedeser desconocida. Por supuesto no han imaginado una materia realcomo principio de <strong>la</strong>s diferentes materias reales, pero hanconvertido en <strong>la</strong> base de <strong>la</strong> materia real a <strong>la</strong> inteligencia divina -elhijo es <strong>la</strong> sabiduría, <strong>la</strong> conciencia y <strong>la</strong> inteligencia del padre- Comoel concepto universal de todas <strong>la</strong>s cosas y como su materiaespiritual. La diferencia entre <strong>la</strong> eternidad pagana de <strong>la</strong> materia y <strong>la</strong>creación cristiana, consiste, a ese respecto, sólo en que lospaganos atribuyeron al mundo una eternidad real y objetivada,39mientras que los cristianos le atribuyeron una eternidad noobjetivada. Las cosas eran, antes de que existieran, sólo un objetodel espíritu, no de los sentidos. Los cristianos, cuyo principio es elprincipio de <strong>la</strong> absoluta subjetividad, creen que todo es so<strong>la</strong>menteoriginado debido a este principio. Por eso <strong>la</strong> materia subjetiva,imaginada por su pensamiento subjetivo, es para los cristianostambién <strong>la</strong> primera materia, y como tal, mucho más excelente que<strong>la</strong> materia real y sensitiva. Sin embargo, es esta diferencia sólo unadiferencia en el modo de existencia. Para los cristianos el mundoes eterno en Dios. ¿O ha nacido este mundo al acaso, como unaocurrencia repentina, como un capricho? Por cierto, el hombrepuede imaginarse también esto; pero entonces deifica el hombre,sólo su propia insensatez. En cambio si considero <strong>la</strong>s cosas con <strong>la</strong>inteligencia puedo deducir <strong>la</strong> existencia del mundo de su propioser, de su propia idea, es decir, un modo de su existencia debeexplicarse del otro modo; con otras pa<strong>la</strong>bras, el mundo sólo puedededucirse siempre de sí mismo. El mundo tiene <strong>la</strong> razón de ser ensí mismo, así como todo lo que existe en el mundo y que tienederecho al nombre de una esencia verdadera. De <strong>la</strong> "differentiaspecifica", quedará siempre algo, que en el sentido común, esinexplicable, que no puede deducirse, que es por sí mismo, quetiene su razón de ser en sí mismo.La diferencia entre el mundo y Dios como creador del mundoes por lo tanto sólo una diferencia formal, no esencial. La esenciade <strong>la</strong>s cosas, es <strong>la</strong> misma esencia divina, y por ello Dios, al pensaren sí mismo, al conocerse, es a <strong>la</strong> vez el mundo, piensa y sabetodo, <strong>la</strong> esencia de Dios no es otra cosa que <strong>la</strong> esencia abstracta eideada del mundo; y <strong>la</strong> esencia del mundo no es otra cosa que <strong>la</strong>esencia del Dios real, concreta y concebida por los sentidos; <strong>la</strong>creación no es por lo tanto otra cosa que un acto formal. Pues loque antes de <strong>la</strong> creación era objeto de <strong>la</strong> idea y de <strong>la</strong> inteligencia,es, por <strong>la</strong> creación, sólo convertido en un objeto de los sentidospero según su contenido es idéntico, aunque quede absolutamenteexplicable el hecho cómo puede convertirse un objeto mental en unobjeto real y material.Lo mismo pasa con <strong>la</strong> diversidad y diferencia, cuandoreducimos el mundo a esa forma abstracta de pensamiento enoposición a <strong>la</strong> sencillez y unidad de <strong>la</strong> esencia divina. La diferenciareal sólo puede deducirse de un ser diferente en sí mismo. Pero yotransfiero <strong>la</strong> diferencia sólo en <strong>la</strong> esencia original, porque ya en unprincipio <strong>la</strong> diferencia es para mí una verdad y una esencia. Donde
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