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LA ESENCIA DEL CRISTIANISMO Ludwig Feuerbach Prólogo a la ...

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pierden su valor. La naturaleza humana de Dios es supersonalidad; Dios es un ser personal, es decir: Dios es un serhumano, Dios es hombre. La personalidad es una idea que sólotiene verdad como hombre real. El sentido, que sirve de base paratodas <strong>la</strong>s encarnaciones de Dios, se logra por eso infinitamentemejor por una so<strong>la</strong> encarnación, por una personalidad. Donde Diosaparece sucesivamente en varias personas, desaparece estapersonalidad. Pero se trata precisamente de tener unapersonalidad permanente, una personalidad exclusiva. Donde haymuchas encarnaciones, allí hay lugar para innumerables otras; <strong>la</strong>fantasía no está limitada; y además, <strong>la</strong>s encarnaciones yarealizadas pasan a <strong>la</strong> categoría de <strong>la</strong>s so<strong>la</strong>mente posibles oimaginables, a <strong>la</strong> categoría de fantasía o de simples apariciones. Ydonde se cree exclusivamente en una so<strong>la</strong> personalidad comoencarnación de <strong>la</strong> divinidad, se impone ésta en seguida con <strong>la</strong>fuerza de una personalidad histórica, <strong>la</strong> fantasía se destruye, <strong>la</strong>libertad de imaginarse todavía otras encarnaciones se rechaza.Esta única personalidad me impone <strong>la</strong> fe en su realidad. Pues elcarácter de <strong>la</strong> personalidad real es <strong>la</strong> exclusividad, el principio de <strong>la</strong>diferenciación por el cual, como dice Leibniz, ninguna cosa queexiste es perfectamente igual a otra. El tono, <strong>la</strong> manera con que sehab<strong>la</strong> de aquel<strong>la</strong> personalidad única, hace una impresión tal sobreel sentimiento que éste se lo imagina directamente como unapersonalidad real, haciendo de un objeto de fantasía un objeto de<strong>la</strong> concepción general histórica. El anhelo es <strong>la</strong> necesidad del'sentimiento, y el sentimiento anhe<strong>la</strong> un Dios personal. Pero esteanhelo hacia <strong>la</strong> personalidad de Dios, sólo es un anhelo verdadero,serio y profundo si es el anhelo hacia una so<strong>la</strong> personalidad, si secontenta con ésta única. Con <strong>la</strong> pluralidad de personas,desaparece <strong>la</strong> verdad de <strong>la</strong> necesidad, se convierte <strong>la</strong> personalidaden un artículo de lujo de <strong>la</strong> fantasía. Pero lo que tiene en su favor <strong>la</strong>fuerza de <strong>la</strong> necesidad, influye también sobre el hombre con <strong>la</strong>fuerza de <strong>la</strong> realidad. Lo que, especialmente para el sentimiento, esalgo necesario, le es inmediatamente también algo real. El anhelodice: debe haber un Dios personal, es decir, no pide un ser; elsentimiento satisfecho dice: existe. La garantía de su existenciaestá, para el sentimiento, en <strong>la</strong> necesidad de su existencia -en <strong>la</strong>necesidad de ser satisfecho-, en el poder de <strong>la</strong> necesidad. Lanecesidad no conoce ley fuera de el<strong>la</strong> misma; <strong>la</strong> necesidad vencetodo. Pero el sentimiento no conoce otra necesidad sino <strong>la</strong> propia,su propio anhelo: le repugna <strong>la</strong> necesidad de <strong>la</strong> naturaleza, <strong>la</strong>necesidad de <strong>la</strong> razón. Por tanto, es necesario para el sentimientoun Dios subjetivo, sensitivo y personal; pero necesaria es una so<strong>la</strong>65personalidad y ésta debe ser necesariamente una personalidadreal e histórica. Sólo en <strong>la</strong> unidad de <strong>la</strong> personalidad el sentimientose satisface y se recoge; <strong>la</strong> pluralidad dispersa.Pero así como <strong>la</strong> verdad de <strong>la</strong> personalidad es <strong>la</strong> unidad, y <strong>la</strong>verdad de <strong>la</strong> unidad <strong>la</strong> realidad; así es <strong>la</strong> verdad de <strong>la</strong> personalidadreal <strong>la</strong> sangre. La última prueba, especialmente recalcada por e<strong>la</strong>utor del cuarto Evangelio, de que <strong>la</strong> persona visible de Dios no hasido ningún fantasma, ninguna ilusión, sino un hombre real,consiste en que ha salido sangre de su costado en <strong>la</strong> cruz. Dondeel Dios personal es una verdadera necesidad del corazón, allí debesufrir él mismo necesidad. Sólo en el sufrimiento está <strong>la</strong> seguridadde su realidad, sólo en <strong>la</strong> impresión y fuerza esencial de <strong>la</strong>encarnación. Ver a Dios no le basta al corazón: los ojos no dantodavía una garantía suficiente. La verdad de <strong>la</strong> representaciónvisual, afirma so<strong>la</strong>mente el sentimiento. Pero como el sentimientoes subjetivo, así es también <strong>la</strong> posibilidad de ser palpado, de sertocado y de ser afectado por el sufrimiento, el último argumento de<strong>la</strong> realidad; por eso <strong>la</strong> pasión de Cristo es suprema seguridad, elmás alto p<strong>la</strong>cer, el más sublime consuelo del sentimiento; puessólo en <strong>la</strong> sangre de Cristo se ha saciado <strong>la</strong> sed de un Diospersonal, humano, compasivo y sensitivo."Por eso creemos un error muy perjudicial que, por el hechode que Cristo, según su humanidad haya perdido <strong>la</strong> majestaddivina, se haya quitado a los cristianos el consuelo supremo quetienen en <strong>la</strong> promesa de que el rey y sacerdote supremo de a estarpresente y vivir entre ellos, porque no es so<strong>la</strong>mente un Dios queenvía contra nosotros, los pobres pecadores, un fuego destructor,sino que es también el hombre que ha hab<strong>la</strong>do con los hombres,que ha probado toda c<strong>la</strong>se de aflicciones en su figura humanaadoptada, que por eso también con nosotros, como con hombres yhermanos, puede tener compasión, y quien quiere estar connosotros en nuestras necesidades, también según aquel<strong>la</strong>naturaleza según <strong>la</strong> cual es nuestro hermano y nosotros carne desu carne."Es superficial decir que el cristianismo no es <strong>la</strong> religión de unsolo Dios personal, sino de tres personas. Por cierto, estas trespersonas tienen existencia en <strong>la</strong> dogmática; pero también aquí <strong>la</strong>existencia del Espíritu Santo sólo es un dictamen arbitrario, que yaes refutado por <strong>la</strong>s determinaciones impersonales como, porejemplo, aquel<strong>la</strong> que el Espíritu Santo sea el don, el don del Padre

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