te da <strong>la</strong> vida eterna, y no te cuesta más trabajo sino que túescuches <strong>la</strong> pa<strong>la</strong>bra y que creas en él cuando lo has escuchado. Si<strong>la</strong> crees, <strong>la</strong> tendrás sin ningún esfuerzo, ni gasto, ni demora, nidificultad." Pero el escuchar <strong>la</strong> pa<strong>la</strong>bra de Dios, cuya consecuenciaes <strong>la</strong> fe, es un "don de Dios". Luego, <strong>la</strong> fe no es otra cosa sino unmi<strong>la</strong>gro psicológico, un mi<strong>la</strong>gro de Dios y del hombre, así comoLutero mismo lo confiesa. Pero libre del pecado, o más bien de <strong>la</strong>conciencia de éste, se hace el hombre sólo por <strong>la</strong> fe, <strong>la</strong> moraldepende de <strong>la</strong> fe. Las virtudes de los paganos sólo son viciosbril<strong>la</strong>ntes. Vale decir, que el hombre se hace moralmente libre ybueno sólo por el mi<strong>la</strong>gro. Que el poder de hacer mi<strong>la</strong>gros esidéntico con el concepto del ser intermediario, se ha demostradohistóricamente por el hecho de que los mi<strong>la</strong>gros del AntiguoTestamento, <strong>la</strong> legis<strong>la</strong>ción, <strong>la</strong> providencia, en una pa<strong>la</strong>bra todas <strong>la</strong>sdeterminaciones que constituyen <strong>la</strong> esencia de <strong>la</strong> religión, ya porlos mismos judíos posteriores, fueron atribuidos a <strong>la</strong> sabiduríadivina, al Logos. Pero este Logos, según Philo, se encuentratodavía en el aire, entre el cielo y <strong>la</strong> tierra, tan pronto como un serso<strong>la</strong>mente imaginado, tan pronto como algo efectivo, es decir, Philoosci<strong>la</strong> entre <strong>la</strong> filosofía y <strong>la</strong> religión, entre el Dios metafísico yabstracto y el Dios real y religioso propiamente dicho. Sólo en elcristianismo se afirmó y se encarnó este Lagos, haciéndose del serpensado un ser real, es decir, <strong>la</strong> religión se concentró ahoraexclusivamente en el ser, en el objeto, que es el fundamento de sunaturaleza esencial. El logos es el ser personificado de <strong>la</strong> religión.Por eso, si Dios fue determinado como <strong>la</strong> esencia del sentimiento,cobra esto recién en el Lagos su verdad perfecta.Dios, como Dios, es el sentimiento todavía cerrado y oculto;Cristo es el sentimiento o el corazón abierto y objetivado. Sólo enCristo el sentimiento es completamente cierto de sí mismo, fuerade cualquier duda con respecto a <strong>la</strong> veracidad y divinidad de supropia esencia; pues Cristo no deniega nada al sentimiento,cumple todos sus anhelos. En Dios, el sentimiento todavía silencialo que pasa a su corazón, sólo gime; pero en Cristo se exteriorizacompletamente; no retiene nada para sí. El suspiro es el anhelotodavía temido; se expresa más bien por medio de <strong>la</strong> queja de queno existe aquello que él desea, pero no dice abierta y c<strong>la</strong>ramente loque quiere; en el suspiro, el sentimiento duda todavía de <strong>la</strong> validezjusticiera de sus deseos. Pero en Cristo ha desaparecido todaangustia del alma; es el suspiro que, debido al cumplimiento, se hatransformado en <strong>la</strong> canción de' victoria, es <strong>la</strong> certeza jubilosa delsentimiento de <strong>la</strong> verdad y realidad de sus deseos ocultos en Dios,64es <strong>la</strong> victoria real sobre <strong>la</strong> muerte, sobre toda <strong>la</strong> fuerza del mundo yde <strong>la</strong> naturaleza, es <strong>la</strong> resurrección ya no esperada sino realizada;es el corazón que está libre de todas <strong>la</strong>s barreras apremiantes, detodos los sufrimientos, es el sentimiento gozoso, <strong>la</strong> divinidadvisible.Ver a Dios es el deseo más alto, el triunfo supremo delcorazón. Cristo es este deseo completo, este triunfo. Diosso<strong>la</strong>mente pensado, so<strong>la</strong>mente como ser creado para <strong>la</strong> mente,vale decir, Dios como Dios, es so<strong>la</strong>mente un ser alejado, y <strong>la</strong>re<strong>la</strong>ción con él es una re<strong>la</strong>ción abstracta igual que <strong>la</strong> re<strong>la</strong>ciónamistosa que podemos tener con un hombre que personalmenteno conocemos y que se encuentra a una distancia muy grande. Porgrandes que sean sus obras, y <strong>la</strong>s pruebas de amor que nos dapara objetivarnos su ser, siempre queda sin embargo un c<strong>la</strong>ro nollenado, y el corazón no está satisfecho; deseamos vedo. Mientrasno conocemos un ser cara a cara, siempre quedamos en dudasobre si existe y si es así como nosotros lo imaginamos. Sóloviéndolo tendremos <strong>la</strong> seguridad y <strong>la</strong> tranquilidad completa. Cristoes el Dios personalmente conocido; por eso tenemos en Cristo <strong>la</strong>seguridad de que existe Dios y de que es así como el sentimientolo quiere y como desea que sea. Dios, como objeto de <strong>la</strong> oraciónes, por cierto, un ser humano, porque participa en <strong>la</strong> miseriahumana, porque escucha nuestros deseos humanos; pero no estodavía, como hombre real, un objeto de <strong>la</strong> conciencia religiosa. EnCristo se cumple por eso el último deseo de <strong>la</strong> religión, se disuelveel secreto del sentimiento religioso, pero se disuelve en el lenguajefigurado propio de <strong>la</strong> religión, pues lo que Dios es en esencia, hallegado a nosotros representado en Cristo. A este respecto puedel<strong>la</strong>marse a <strong>la</strong> religión cristiana, con razón, <strong>la</strong> religión absoluta yperfecta. Pues el objeto de <strong>la</strong> religión es que Dios, que de por sí noes otra cosa sino <strong>la</strong> esencia del hombre, sea también realizadocomo tal, sea como hombre un objeto para <strong>la</strong> conciencia. Y esto loha conseguido <strong>la</strong> religión cristiana en <strong>la</strong> encarnación de Dios, queno es de ninguna manera un acto transitorio; pues Cristo, aúndespués de su ascensión al cielo queda hombre, hombre decorazón y hombre de figura, sólo que su cuerpo ya no es un cuerpoterrenal, un cuerpo sujeto al sufrimiento.Las encarnaciones de Dios, entre los orientales,especialmente entre los hindúes, no tienen un significado tanintenso como <strong>la</strong> encarnación cristiana de Dios. Y precisamenteporque se han producido a menudo, se hacen indiferentes y
pierden su valor. La naturaleza humana de Dios es supersonalidad; Dios es un ser personal, es decir: Dios es un serhumano, Dios es hombre. La personalidad es una idea que sólotiene verdad como hombre real. El sentido, que sirve de base paratodas <strong>la</strong>s encarnaciones de Dios, se logra por eso infinitamentemejor por una so<strong>la</strong> encarnación, por una personalidad. Donde Diosaparece sucesivamente en varias personas, desaparece estapersonalidad. Pero se trata precisamente de tener unapersonalidad permanente, una personalidad exclusiva. Donde haymuchas encarnaciones, allí hay lugar para innumerables otras; <strong>la</strong>fantasía no está limitada; y además, <strong>la</strong>s encarnaciones yarealizadas pasan a <strong>la</strong> categoría de <strong>la</strong>s so<strong>la</strong>mente posibles oimaginables, a <strong>la</strong> categoría de fantasía o de simples apariciones. Ydonde se cree exclusivamente en una so<strong>la</strong> personalidad comoencarnación de <strong>la</strong> divinidad, se impone ésta en seguida con <strong>la</strong>fuerza de una personalidad histórica, <strong>la</strong> fantasía se destruye, <strong>la</strong>libertad de imaginarse todavía otras encarnaciones se rechaza.Esta única personalidad me impone <strong>la</strong> fe en su realidad. Pues elcarácter de <strong>la</strong> personalidad real es <strong>la</strong> exclusividad, el principio de <strong>la</strong>diferenciación por el cual, como dice Leibniz, ninguna cosa queexiste es perfectamente igual a otra. El tono, <strong>la</strong> manera con que sehab<strong>la</strong> de aquel<strong>la</strong> personalidad única, hace una impresión tal sobreel sentimiento que éste se lo imagina directamente como unapersonalidad real, haciendo de un objeto de fantasía un objeto de<strong>la</strong> concepción general histórica. El anhelo es <strong>la</strong> necesidad del'sentimiento, y el sentimiento anhe<strong>la</strong> un Dios personal. Pero esteanhelo hacia <strong>la</strong> personalidad de Dios, sólo es un anhelo verdadero,serio y profundo si es el anhelo hacia una so<strong>la</strong> personalidad, si secontenta con ésta única. Con <strong>la</strong> pluralidad de personas,desaparece <strong>la</strong> verdad de <strong>la</strong> necesidad, se convierte <strong>la</strong> personalidaden un artículo de lujo de <strong>la</strong> fantasía. Pero lo que tiene en su favor <strong>la</strong>fuerza de <strong>la</strong> necesidad, influye también sobre el hombre con <strong>la</strong>fuerza de <strong>la</strong> realidad. Lo que, especialmente para el sentimiento, esalgo necesario, le es inmediatamente también algo real. El anhelodice: debe haber un Dios personal, es decir, no pide un ser; elsentimiento satisfecho dice: existe. La garantía de su existenciaestá, para el sentimiento, en <strong>la</strong> necesidad de su existencia -en <strong>la</strong>necesidad de ser satisfecho-, en el poder de <strong>la</strong> necesidad. Lanecesidad no conoce ley fuera de el<strong>la</strong> misma; <strong>la</strong> necesidad vencetodo. Pero el sentimiento no conoce otra necesidad sino <strong>la</strong> propia,su propio anhelo: le repugna <strong>la</strong> necesidad de <strong>la</strong> naturaleza, <strong>la</strong>necesidad de <strong>la</strong> razón. Por tanto, es necesario para el sentimientoun Dios subjetivo, sensitivo y personal; pero necesaria es una so<strong>la</strong>65personalidad y ésta debe ser necesariamente una personalidadreal e histórica. Sólo en <strong>la</strong> unidad de <strong>la</strong> personalidad el sentimientose satisface y se recoge; <strong>la</strong> pluralidad dispersa.Pero así como <strong>la</strong> verdad de <strong>la</strong> personalidad es <strong>la</strong> unidad, y <strong>la</strong>verdad de <strong>la</strong> unidad <strong>la</strong> realidad; así es <strong>la</strong> verdad de <strong>la</strong> personalidadreal <strong>la</strong> sangre. La última prueba, especialmente recalcada por e<strong>la</strong>utor del cuarto Evangelio, de que <strong>la</strong> persona visible de Dios no hasido ningún fantasma, ninguna ilusión, sino un hombre real,consiste en que ha salido sangre de su costado en <strong>la</strong> cruz. Dondeel Dios personal es una verdadera necesidad del corazón, allí debesufrir él mismo necesidad. Sólo en el sufrimiento está <strong>la</strong> seguridadde su realidad, sólo en <strong>la</strong> impresión y fuerza esencial de <strong>la</strong>encarnación. Ver a Dios no le basta al corazón: los ojos no dantodavía una garantía suficiente. La verdad de <strong>la</strong> representaciónvisual, afirma so<strong>la</strong>mente el sentimiento. Pero como el sentimientoes subjetivo, así es también <strong>la</strong> posibilidad de ser palpado, de sertocado y de ser afectado por el sufrimiento, el último argumento de<strong>la</strong> realidad; por eso <strong>la</strong> pasión de Cristo es suprema seguridad, elmás alto p<strong>la</strong>cer, el más sublime consuelo del sentimiento; puessólo en <strong>la</strong> sangre de Cristo se ha saciado <strong>la</strong> sed de un Diospersonal, humano, compasivo y sensitivo."Por eso creemos un error muy perjudicial que, por el hechode que Cristo, según su humanidad haya perdido <strong>la</strong> majestaddivina, se haya quitado a los cristianos el consuelo supremo quetienen en <strong>la</strong> promesa de que el rey y sacerdote supremo de a estarpresente y vivir entre ellos, porque no es so<strong>la</strong>mente un Dios queenvía contra nosotros, los pobres pecadores, un fuego destructor,sino que es también el hombre que ha hab<strong>la</strong>do con los hombres,que ha probado toda c<strong>la</strong>se de aflicciones en su figura humanaadoptada, que por eso también con nosotros, como con hombres yhermanos, puede tener compasión, y quien quiere estar connosotros en nuestras necesidades, también según aquel<strong>la</strong>naturaleza según <strong>la</strong> cual es nuestro hermano y nosotros carne desu carne."Es superficial decir que el cristianismo no es <strong>la</strong> religión de unsolo Dios personal, sino de tres personas. Por cierto, estas trespersonas tienen existencia en <strong>la</strong> dogmática; pero también aquí <strong>la</strong>existencia del Espíritu Santo sólo es un dictamen arbitrario, que yaes refutado por <strong>la</strong>s determinaciones impersonales como, porejemplo, aquel<strong>la</strong> que el Espíritu Santo sea el don, el don del Padre
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eligión- o como hacia una persona,
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vale ella por sí misma como un pod