Pero al mismo tiempo, mientras yo hundo al ego en <strong>la</strong>profundidad del amor, surge <strong>la</strong> idea del sujeto y destruye <strong>la</strong>armonía entre el ser divino y humano, <strong>la</strong> que ha sido establecidapor el amor. La fe se presenta con sus pretensiones y concede a<strong>la</strong>mor sólo tanto como le corresponde a un predicado cualquiera, enel sentido común. La fe no deja que el amor obre libre eindependientemente; se convierte en <strong>la</strong> esencia, en el fundamento.El amor de <strong>la</strong> fe es so<strong>la</strong>mente una figura retórica, una ficciónpoética de <strong>la</strong> fe es <strong>la</strong> fe en éxtasis. Cuando <strong>la</strong> fe vuelve en sí, hadesaparecido el amor.Forzosamente debo yo practicar esta contradicción teóricatambién en mi vida. Forzosamente; porque el amor en elcristianismo es manchado por <strong>la</strong> fe, no es libre, no es comprendidoen el sentido verdadero de <strong>la</strong> pa<strong>la</strong>bra. Un amor limitado por <strong>la</strong> fe esun amor falso. El amor no conoce otra ley sino <strong>la</strong> de sí mismo; esdivino por sí mismo; no necesita de <strong>la</strong> consagración por parte de <strong>la</strong>fe: sólo puede ser fundamentado por sí mismo. El amor que estáligado a <strong>la</strong> fe, es, en cambio, un amor falso, un amor quecontradice al concepto del amor, es decir que se contradice a símismo, es un amor aparente, porque esconde en sí el odio de <strong>la</strong> fe;sólo es bueno mientras no se lesiona <strong>la</strong> fe. Por eso, en estacontradicción consigo mismo, se le ocurren, para retener <strong>la</strong>apariencia del amor, los sofismas más diabólicos, tales comoAgustín los reproduce en su apología de <strong>la</strong>s persecuciones de losherejes. El amor es limitado por <strong>la</strong> fe; por eso él no encuentra enlos actos del odio que permite <strong>la</strong> fe una contradicción consigomisma; éste amor interpreta los actos de odio, efectuados por <strong>la</strong> fe,como actos de amor. Y necesariamente cae en semejantescontradicciones, porque ya de por sí es una contradicción que e<strong>la</strong>mor puede ser limitado por <strong>la</strong> fe. Cuando el amor soportasemejante barreras, ha renunciado a su independencia, a su propiojuicio, a su propio criterio y medida; está sin remedio entregado alos mandamientos de <strong>la</strong> fe.Aquí tenemos un nuevo ejemplo de que muchas cosas queno están escritas literalmente en <strong>la</strong> Biblia, sin embargo estáncontenidas en el<strong>la</strong> según el principio. Encontramos en <strong>la</strong> Biblia <strong>la</strong>smismas contradicciones que encontramos en Agustín y en elcatolicismo en general; sólo que aquí se encuentran pronunciadasen forma más determinante, y que tienen una existencia másl<strong>la</strong>mativa y que por eso mismo indigna. La Biblia condena por <strong>la</strong> fe,e indulta por el amor. Pero sólo conoce un amor fundado en <strong>la</strong> fe.114Luego, perdura aquí también un amor que maldice, un amorinseguro, un amor que no me da ninguna garantía de que no seconvierta un día en odio; pues si no reconozco los artículos de <strong>la</strong>fe, he caído fuera del ámbito y del reino del amor, soy un objeto de<strong>la</strong> maldición, del infierno, de <strong>la</strong> ira de Dios, para el cual <strong>la</strong> existenciade los infieles es un escándalo, una espina en el ojo. El amorcristiano no ha vencido al infierno porque no ha superado <strong>la</strong> fe. E<strong>la</strong>mor es de por sí ateo; pero <strong>la</strong> fe es sin amor. El amor es ateoporque no conoce cosa más divina que sí mismo, porque sólo creeen sí mismo como verdad absoluta.El amor cristiano es por eso un amor especial, porque sel<strong>la</strong>ma cristiano y porque lo es. Pero <strong>la</strong> universalidad está en <strong>la</strong>esencia del amor. Mientras que el amor cristiano no renuncia a <strong>la</strong>cristiandad, mientras que no convierte al amor en <strong>la</strong> ley suprema,mientras tanto es un amor que ofende a <strong>la</strong> veracidad; porque esprecisamente amor lo que suprime <strong>la</strong> diferencia entre elcristianismo y el l<strong>la</strong>mado paganismo. Es un amor que, debido a sucarácter especial, contradice a <strong>la</strong> esencia del amor, es un amoranormal, sin amor, que por eso mismo ya hace mucho que se haconvertido en un objeto de <strong>la</strong> ironía. El amor verdadero se basta así mismo; no necesita de ninguna tute<strong>la</strong> especial ni de ningunaautoridad. El amor es <strong>la</strong> ley universal de <strong>la</strong> inteligencia y de <strong>la</strong>naturaleza, que no es otra cosa sino <strong>la</strong> realización de <strong>la</strong> unidad de<strong>la</strong> especie por vía de los sentimientos. Si este amor debe serfundado en el nombre de una persona, entonces esto so<strong>la</strong>mente esposible si se ligan con esta persona imaginaciones supersticiosas,ya sean de carácter especu<strong>la</strong>tivo, ya sean de carácter religioso.Pero con <strong>la</strong> superstición se une siempre el sectarismo, elparticu<strong>la</strong>rismo y con el particu<strong>la</strong>rismo el fanatismo. El amor sólopuede fundarse en <strong>la</strong> unidad de <strong>la</strong> especie, de <strong>la</strong> inteligencia, en <strong>la</strong>naturaleza de <strong>la</strong> humanidad: pero sólo entonces es un amorprofundo, protegido en el principio, asegurado y libre, porque sefunda en el origen del amor del cual proviene también el amor deCristo. El amor de Cristo también era un amor derivado. No nos haamado por sí mismo, a raíz de su propio poder, sino en fuerza de <strong>la</strong>naturaleza de <strong>la</strong> humanidad. Si el amor se funda en su persona,entonces este amor es un amor especial que sólo alcanza hastadonde alcanza también el reconocimiento de esta persona; es unamor que no se funda en su propio terreno y sólo en el amor.¿Acaso debemos amamos porque Cristo nos ha amado?Semejante amor sería un amor afectado e imitado. ¿Acaso
podemos amamos sólo cuando amamos a Cristo? ¿Es acasoCristo <strong>la</strong> causa del amor? ¿No es el motivo de su amor <strong>la</strong> unidadde <strong>la</strong> naturaleza humana? ¿No es semejante amor un amorquimérico? ¿Puedo yo sobrepasar <strong>la</strong> esencia de <strong>la</strong> especie?¿Puedo yo amar algo más sublime que <strong>la</strong> humanidad? Lo queCristo ennobleció era el amor; lo que él era lo ha recibido del amorsólo en calidad de préstamo; no era propietario del amor como lohacen creer <strong>la</strong>s imaginaciones supersticiosas. El concepto de<strong>la</strong>mor es un concepto independiente que no se deduce de <strong>la</strong> vidade Cristo; al contrario, yo reconozco esta vida so<strong>la</strong>mente porqueencuentro que coincide con <strong>la</strong> ley, con el concepto del amor.Históricamente se ha demostrado esto por el hecho de que <strong>la</strong>idea del amor no sólo vino con el cristianismo, penetrandomediante él en <strong>la</strong> conciencia de <strong>la</strong> humanidad, que no es deninguna manera sólo cristiana. Las ideas del amor acompañan <strong>la</strong>scrueldades del Imperio romano. El imperio de <strong>la</strong> política, que reuníaa <strong>la</strong> humanidad en una forma contradictoria a su concepto, debíadescomponerse. La unidad política es una unidad forzosa. Eldespotismo de Roma debía dirigirse hacia su interior, debíadestruirse a sí mismo. Pero precisamente debido a esta miseria de<strong>la</strong> política el hombre se libró enteramente del <strong>la</strong>zo de <strong>la</strong> política queahogaba su corazón. En lugar de Roma se colocó el concepto de <strong>la</strong>humanidad y con ello, en lugar del concepto de <strong>la</strong> dominación, elconcepto del amor. Hasta los judíos habían mitigado su espíritusectario y religioso lleno de odio debido al principio humanitario de<strong>la</strong> cultura griega. Filón celebra el amor como virtud suprema. Elconcepto de <strong>la</strong> humanidad exigía que <strong>la</strong>s diferencias nacionalesfueran disueltas. El espíritu pensante ya había vencido hacíamucho <strong>la</strong>s separaciones civiles y políticas de los hombres. Porcierto, Aristóteles distingue el hombre del esc<strong>la</strong>vo y coloca alesc<strong>la</strong>vo como hombre en pie de igualdad con el amo, admitiendohasta amistad entre ambos. Hubo esc<strong>la</strong>vos que hasta llegaron aser filósofos. Epiteto, el esc<strong>la</strong>vo, era estoico; también lo era AntonioPío, el emperador. De esta manera <strong>la</strong> filosofía ha unido a loshombres. Los estoicos enseñaban que el hombre no había nacidopor sí mismo, sino por los demás, es decir, por el amor; unapa<strong>la</strong>bra que dice infinitamente mucho más que <strong>la</strong> famosa pa<strong>la</strong>bradel emperador Antonio Pío, que impone el amor del enemigo. Elprincipio práctico de los estoicos es, a este respecto, el principiodel amor. El mundo es para ellos una ciudad común, los hombresson ciudadanos de esta ciudad. Especialmente Séneca celebra,con <strong>la</strong>s expresiones más sublimes, al amor, <strong>la</strong> clemencia, <strong>la</strong>115humanidad, sobre todo para con los esc<strong>la</strong>vos. De este modo elrigorismo político, y <strong>la</strong> estrechez patriótica, habían desaparecido.Un fenómeno especial de estas tendencias humanitarias, <strong>la</strong>más popu<strong>la</strong>r y por eso religiosa aparición de este nuevo principio,era el cristianismo. Lo que en otra parte se formó por el camino de<strong>la</strong> ilustración, esto mismo se pronunció aquí como sentimientoreligioso, como objeto de <strong>la</strong> fe. Por eso el cristianismo convirtió unaunidad general en una especial poniendo, empero, el amor comotema de <strong>la</strong> fe, en contradicción con el amor general. La unidad nofue llevada hasta su origen. Las diferencias nacionalesdesaparecieron, pero en su lugar aparece en <strong>la</strong> historia ahora <strong>la</strong>diferencia de <strong>la</strong> fe, <strong>la</strong> oposición entre cristiano y no cristiano, queera mucho más intensa y más profunda también que una oposiciónnacional.Cualquier amor fundado en un fenómeno especial contradice,como ya se ha dicho, a <strong>la</strong> esencia del amor, que no permitebarreras y vence todo particu<strong>la</strong>rismo. Debemos amar al hombre porel hombre. El hombre es por eso objeto del amor, fin en sí, porquees un ser capaz de <strong>la</strong> inteligencia y del amor. Es ésta <strong>la</strong> ley de <strong>la</strong>especie, <strong>la</strong> ley de <strong>la</strong> inteligencia. El amor debe ser un amorinmediato; hasta existe sólo como amor inmediato. En cambio siintercalo entre el otro y yo, <strong>la</strong> representación de una individualidaden que <strong>la</strong> especie ya ha tenido su realización, cuando yoprecisamente por el amor debo realizar <strong>la</strong> especie, entonces anulo<strong>la</strong> esencia del amor, estorbo <strong>la</strong> unidad por <strong>la</strong> representación de untercero fuera de nosotros; porque entonces el otro sólo me esobjeto del amor porque tiene semejanza o comunidad con estetercero, y no me lo es por sí mismo, o sea por su esencia. Sepresentan aquí todas <strong>la</strong>s contradicciones que tenemos en <strong>la</strong>personalidad de Dios, donde el concepto de <strong>la</strong> personalidad seafirma en <strong>la</strong> conciencia y en los sentimientos por sí mismo, sin <strong>la</strong>scualidades que <strong>la</strong> hacen una personalidad amable y venerable.El amor es <strong>la</strong> existencia subjetiva de <strong>la</strong> especie así como <strong>la</strong>inteligencia es su existencia objetiva. En el amor, en <strong>la</strong> razón,desaparece <strong>la</strong> necesidad de una persona intermediaria. Cristo noes otra cosa sin una imagen bajo <strong>la</strong> cual se impuso a <strong>la</strong> concienciadel pueblo <strong>la</strong> unidad de <strong>la</strong> especie. Cristo amó a los hombres: élquería hacer felices a todos sin diferencia de sexo, edad, estado,nacionalidad. Cristo es el amor de <strong>la</strong> humanidad hacia sí mismacomo hacia una imagen -según <strong>la</strong> naturaleza desarrol<strong>la</strong>da de <strong>la</strong>
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