Dios, el ser personificación de <strong>la</strong> abstracción, es so<strong>la</strong>mente objetode <strong>la</strong> fantasía o sea su propio ser objetivado de <strong>la</strong> fantasía.De ello se desprende lo desacertada que es <strong>la</strong> explicacióndogmática, cuando, olvidando <strong>la</strong> génesis intrínseca del Hijo de Dioscomo <strong>la</strong> imagen de Dios, quiere demostrar que el Hijo es un sermetafísico, un ser intelectual; porque el Hijo es en realidad caídade <strong>la</strong> idea metafísica de <strong>la</strong> divinidad, una apostasía creadanaturalmente por <strong>la</strong> religión en Dios mismo, para justificada y parano sentida como tal. El Hijo es el principio supremo y último delservicio imaginativo; pues es <strong>la</strong> imagen de Dios; pero <strong>la</strong> imagen es<strong>la</strong> esencia de <strong>la</strong> religión donde aquel<strong>la</strong> constituye veneración de lossantos por medio de imágenes, es <strong>la</strong> veneración de <strong>la</strong>s imágenesmismas en lugar de los santos. Pues <strong>la</strong> imagen es <strong>la</strong> esencia de <strong>la</strong>religión donde aquel<strong>la</strong> constituye su expresión esencial o seadonde es su órgano.El concilio de Nicea cita entre otras razones para justificar eluso religioso de <strong>la</strong>s imágenes, como autoridad a Gregario de Nisa,quien dice que él jamás ha podido contemp<strong>la</strong>r una imagen querepresentara el sacrificio de lsaac, sin haberse conmovido hastaderramar lágrimas, porque tan vivamente se representaba <strong>la</strong>Historia Sagrada. Pero el efecto del objeto figurado no es el efectodel objeto mismo como tal, sino el efecto de <strong>la</strong> imagen. El objetosagrado sólo es como una aureo<strong>la</strong> de los santos tras <strong>la</strong> cual seesconde <strong>la</strong> imagen de su poder misterioso. El objeto religioso sóloes un pretexto para el arte o <strong>la</strong> fantasía, con el objeto de poderejercitar en forma ilimitada su dominio sobre el hombre. Para <strong>la</strong>conciencia religiosa <strong>la</strong> santidad de una imagen sólo ynecesariamente está ligada a <strong>la</strong> santidad del objeto; pero <strong>la</strong>conciencia religiosa no es el criterio de <strong>la</strong> verdad. Por más que <strong>la</strong>Iglesia haga diferencias entre <strong>la</strong> imagen y su objeto, y por más quehayan negado que <strong>la</strong> veneración se atribuye a <strong>la</strong> imagen,indirectamente por lo menos ha confesado con ello, sin quererlo, <strong>la</strong>verdad, confirmando así <strong>la</strong> santidad de <strong>la</strong> imagen mismas.Pero <strong>la</strong> razón última y suprema de <strong>la</strong> veneración de <strong>la</strong>simágenes, es <strong>la</strong> veneración de <strong>la</strong> imagen divina en Dios. Elresp<strong>la</strong>ndor de Dios es el resp<strong>la</strong>ndor encantador de <strong>la</strong> fantasía. queen <strong>la</strong>s imágenes visibles sólo ha encontrado su representaciónextrínseca. Así como intrínsicamente, es también extrínsecamente<strong>la</strong> imagen de <strong>la</strong> imagen de Dios, es <strong>la</strong> imagen de <strong>la</strong>s imágenes. Lasimágenes de los Santos sólo son representaciones ópticas de una36misma imagen. Por eso <strong>la</strong> deducción especu<strong>la</strong>tiva de <strong>la</strong> imagen deDios no es otra cosa que una deducción y una fundamentacióninconscientes del servicio imaginativo; pues <strong>la</strong> sanción del principioes necesaria para <strong>la</strong> sanción de sus consecuencias necesarias;pero <strong>la</strong> sanción de <strong>la</strong> imagen original es <strong>la</strong> sanción de sureproducción. Si Dios tiene una imagen de sí mismo, ¿por qué,entonces, no podría tener yo <strong>la</strong> imagen de Dios? Si Dios ama a suimagen como a sí mismo, ¿por qué, entonces, no amaría yo <strong>la</strong>imagen de Dios como a Dios mismo? ¿Por qué no sería <strong>la</strong> imagende un santo el santo mismo? Si no es ninguna superstición creerque <strong>la</strong> imagen que Dios hace de sí mismo, no es puramente unaimagen o una representación, sino un ser y una persona, ¿por qué,entonces, sería una superstición creer que <strong>la</strong> imagen del santo seael ser sensible del santo mismo? La imagen de Dios llora yderrama sangre; ¿por qué entonces no lloraría y hasta derramaríasangre <strong>la</strong> imagen de un santo? ¿Acaso proviene <strong>la</strong> diferencia delhecho de que <strong>la</strong> imagen de un santo sea un producto de <strong>la</strong>smanos? No, no son <strong>la</strong>s manos <strong>la</strong>s que han hecho esta imagen,sino que es el espíritu que animaba a estas manos; es <strong>la</strong> fantasía;y si Dios hace de sí mismo una imagen, entonces también estaimagen sólo es el producto de <strong>la</strong> fuerza imaginativa. ¿O provieneacaso, <strong>la</strong> diferencia, del hecho de que <strong>la</strong> imagen que Dios hace desí mismo, no es puramente una imagen mientras que <strong>la</strong> imagen delos santos sea una imagen hecha por otro ser? No, pues <strong>la</strong> imagende los santos es también una actividad propia del santo, es el santoque aparece al artista, y el artista sólo lo representa de tal modocomo el santo se representa a él. Otra determinación de <strong>la</strong>segunda persona, coherente con <strong>la</strong> esencia de <strong>la</strong> imagen, es querepresenta <strong>la</strong> pa<strong>la</strong>bra de Dios.La pa<strong>la</strong>bra es una imagen abstracta, es una cosa imaginariao, en tanto toda cosa, también constituye un objeto delpensamiento, es una idea imaginada, por cuya razón los hombres,al conocer el nombre de una cosa, se imaginan que conocentambién <strong>la</strong> cosa misma. La pa<strong>la</strong>bra es un producto de <strong>la</strong> facultadimaginativa; al soñar vivamente o al delirar, los hombres hab<strong>la</strong>n. Loque excita <strong>la</strong> fantasía hace hab<strong>la</strong>r; lo que entusiasma haceelocuente. La facultad de hab<strong>la</strong>r es un talento poético; los animalesno hab<strong>la</strong>n porque les falta <strong>la</strong> poesía. El pensamiento sólo semanifiesta en forma figurada; y <strong>la</strong> fuerza de <strong>la</strong> idea, paraexteriorizarse, es <strong>la</strong> facultad imaginativa; pero ésta al exteriorizarsees lo que l<strong>la</strong>mamos idioma. Quien hab<strong>la</strong> encanta al hombre a quienhab<strong>la</strong>; pero <strong>la</strong> fuerza de <strong>la</strong> pa<strong>la</strong>bra es el poder de <strong>la</strong> facultad
imaginativa. Por eso <strong>la</strong>s pa<strong>la</strong>bras eran para los antiguos pueblos,por ser el<strong>la</strong>s hijas de <strong>la</strong> fuerza imaginativa, seres misteriosos,mágicos y poderosos. Hasta los mismos cristianos, y no sólo losfieles, sino también los doctos, los padres de <strong>la</strong> Iglesia, atribuían alsólo nombre de Cristo fuerzas curativas misteriosas. Y hoy todavíael vulgo cree que es posible encantar a los hombres mediantepa<strong>la</strong>bras. ¿De dónde viene esta creencia en fuerzas supuestas de<strong>la</strong> pa<strong>la</strong>bra? Sólo porque <strong>la</strong> pa<strong>la</strong>bra misma es un ser de <strong>la</strong> facultadimaginativa, teniendo, por eso mismo, efectos narcóticos sobre elhombre, aprisionándole bajo el dominio de <strong>la</strong> fantasía. Las pa<strong>la</strong>brasposeen fuerzas revolucionarias, <strong>la</strong>s pa<strong>la</strong>bras dominan a <strong>la</strong>humanidad. Santa es <strong>la</strong> leyenda; pero despreciada es <strong>la</strong> empresade <strong>la</strong> razón y de <strong>la</strong> verdad.La afirmación u objetivación del ser de <strong>la</strong> fantasía está porello a <strong>la</strong> vez ligada a <strong>la</strong> afirmación y objetivación de <strong>la</strong> esencia delidioma, de <strong>la</strong> pa<strong>la</strong>bra.El hombre no sólo tiene un instinto, una necesidad de pensar,de simu<strong>la</strong>r y de fantasear; sino que tiene también el instinto dehab<strong>la</strong>r, de manifestar sus ideas, de comunicar<strong>la</strong>s. Divino es eseinstinto, divina <strong>la</strong> potencia de <strong>la</strong> pa<strong>la</strong>bra. La pa<strong>la</strong>bra es <strong>la</strong> ideafigurada, patente, radiante, bril<strong>la</strong>nte e iluminativa. La pa<strong>la</strong>bra es <strong>la</strong>luz del mundo. La pa<strong>la</strong>bra nos introduce en toda <strong>la</strong> verdad, reve<strong>la</strong>todos los secretos, ilustra lo invisible, presencia lo pasado y loremoto, hace finito lo infinito y hace eterno lo que es temporario.Los hombres perecen, <strong>la</strong> pa<strong>la</strong>bra permanece; <strong>la</strong> pa<strong>la</strong>bra es vida yverdad. A <strong>la</strong> pa<strong>la</strong>bra se ha dado todo el poder: <strong>la</strong> pa<strong>la</strong>bra hace vera los ciegos, hace caminar a los cojos, sana a los enfermos,resucita a los muertos, <strong>la</strong> pa<strong>la</strong>bra hace mi<strong>la</strong>gros, los mi<strong>la</strong>grosrazonables. La pa<strong>la</strong>bra es el evangelio, es el paráclito, el consuelode <strong>la</strong> humanidad. Para convencerte de <strong>la</strong> esencia divina del hab<strong>la</strong>,imagínate solo y abandonado, pero capaz de hab<strong>la</strong>r y queentonces oyeras por primera vez <strong>la</strong> pa<strong>la</strong>bra de un hombre: ¿acasono te parecería esta pa<strong>la</strong>bra como dicha por un ángel, como <strong>la</strong> vozde Dios mismo, como música celestial? En efecto, <strong>la</strong> pa<strong>la</strong>bra no esmenos rica ni menos animada que el sonido musical, aunque enapariencia el sonido dice infinitamente más que <strong>la</strong> pa<strong>la</strong>bra, debidoa que te rodea esa ilusión de que es más profundo y más rico que<strong>la</strong> pa<strong>la</strong>bra.La pa<strong>la</strong>bra tiene una fuerza radiante, conciliadora,beatificadora y libertadora. Los pecados que confesamos nos son37perdonados en virtud del poder divino de <strong>la</strong> pa<strong>la</strong>bra. El moribundose separa reconciliado de este mundo si ha confesado suspecados tanto tiempo ocultos. El perdón de los pecados está en <strong>la</strong>confesión de los mismos. Los dolores que confesamos a un amigo,ya por esa misma acción son casi curados.Al hab<strong>la</strong>r se mitigan nuestras pasiones, se ac<strong>la</strong>ran ennosotros; y el objeto de <strong>la</strong> ira, del enojo, de <strong>la</strong> preocupación, nosaparece bajo un aspecto distinto, que nos hace ver <strong>la</strong> indignidad de<strong>la</strong> pasión. Cuando tenemos alguna duda, sólo necesitamos hab<strong>la</strong>ry ya en el mismo instante en que abrimos <strong>la</strong> boca para preguntar a<strong>la</strong>migo, desaparecen <strong>la</strong> duda y <strong>la</strong>s oscuridades. La pa<strong>la</strong>bra hacelibre al hombre. Quien no puede exteriorizarse es un esc<strong>la</strong>vo. Poreso no pueden hab<strong>la</strong>r ni <strong>la</strong> pasión excesiva, ni <strong>la</strong> alegría excesiva,ni el dolor excesivo. Hab<strong>la</strong>r es un acto de libertad: <strong>la</strong> pa<strong>la</strong>bra mismaes libertad. Con razón se considera a <strong>la</strong> formación de <strong>la</strong> lenguacomo <strong>la</strong> raíz de <strong>la</strong> cultura; donde se cultiva <strong>la</strong> pa<strong>la</strong>bra, se cultiva <strong>la</strong>humanidad. La barbarie de <strong>la</strong> Edad Media desapareció con <strong>la</strong>evolución del lenguaje.Si no podemos imaginar ni concebir otra cosa que cosasdivinas, si así es lo razonable que pensamos, lo bueno queamamos, y lo bello que sentimos, entonces no conocemostampoco ningún poder ni ninguna fuerza más sublime y másespiritual que <strong>la</strong> fuerza de <strong>la</strong> pa<strong>la</strong>bras. Dios es <strong>la</strong> suma de toda <strong>la</strong>realidad, es decir, de toda <strong>la</strong> esencia y perfección. Todo lo que elhombre siente o reconoce como realidad, lo debe poner en Dios oconsiderarlo como Dios. Por eso <strong>la</strong> religión debe darse cuentatambién de <strong>la</strong> fuerza de <strong>la</strong> pa<strong>la</strong>bra como de un poder divino. Lapa<strong>la</strong>bra de Dios es <strong>la</strong> divinidad de <strong>la</strong> pa<strong>la</strong>bra. Así como el<strong>la</strong> seconvierte, dentro de <strong>la</strong> religión, en un objeto del hombre el<strong>la</strong> es <strong>la</strong>esencia verdadera de <strong>la</strong> pa<strong>la</strong>bra humana. Por eso, <strong>la</strong> pa<strong>la</strong>bra deDios debe diferenciarse de <strong>la</strong> pa<strong>la</strong>bra humana por el hecho de queno es un simple hábito transitorio, sino un ser que nos ha sidocomunicado. ¿Pero acaso no contiene también <strong>la</strong> pa<strong>la</strong>bra delhombre a <strong>la</strong> esencia de éste, no contiene a su propio yo, por lomenos cuando es una pa<strong>la</strong>bra verdadera? Por eso <strong>la</strong> religión toma<strong>la</strong> apariencia de <strong>la</strong> pa<strong>la</strong>bra humana por su esencia;necesariamente representa por lo tanto <strong>la</strong> esencia verdadera de <strong>la</strong>pa<strong>la</strong>bra como una esencia especial y distinta de <strong>la</strong> pa<strong>la</strong>brahumana.
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eligión- o como hacia una persona,
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vale ella por sí misma como un pod