y del Hijo. Ya <strong>la</strong> manera como el Espíritu Santo procede es unpronóstico desfavorable para su personalidad, porque se produceun ser personal sólo por <strong>la</strong> generación, pero no por hálitoindeterminado o por <strong>la</strong> inspiración. Y el mismo Padre querepresenta el concepto riguroso de <strong>la</strong> divinidad, sólo es un serpersonal según <strong>la</strong> imaginación y <strong>la</strong> aseveración, pero no según susdeterminaciones: es un concepto abstracto, un ser so<strong>la</strong>mentepensado. La personalidad plástica sólo es Cristo, pero a <strong>la</strong>personalidad sólo pertenece <strong>la</strong> figura, <strong>la</strong> figura es <strong>la</strong> realidad de <strong>la</strong>personalidad. Sólo Cristo es el Dios personal, él es el Diosverdadero y real de los cristianos, cosa que no puede repetirse losuficiente. En él sólo se concentra <strong>la</strong> religión cristiana y <strong>la</strong> esenciade <strong>la</strong> religión en general. Sólo él satisface el anhelo hacia el Diospersonal; sólo él es una existencia que corresponde a <strong>la</strong> esenciadel sentimiento; sólo en él se colman todas <strong>la</strong>s alegrías de <strong>la</strong>fantasía y todos los sufrimientos del sentimiento; sólo en él seagota el sentimiento y se agota <strong>la</strong> fantasía. Cristo es <strong>la</strong> unidad delsentimiento y de <strong>la</strong> fantasía.Por eso se distingue el cristianismo de todas <strong>la</strong>s demásreligiones; porque en éstas se separan el corazón y <strong>la</strong> fantasía,mientras que en el cristianismo coinciden. La fantasía ya no vagapor todos <strong>la</strong>dos, abandonada a sí misma; el<strong>la</strong> sigue ahora <strong>la</strong>sindicaciones de su corazón; describe ahora un círculo, cuyo centroes el sentimiento. La fantasía es limitada aquí por <strong>la</strong>s necesidadesdel corazón, cumple so<strong>la</strong>mente los deseos del sentimiento, serefiere so<strong>la</strong>mente a lo único que hace falta; en una pa<strong>la</strong>bra: el<strong>la</strong>tiene, por lo menos en general, una tendencia práctica y concreta,pero no una tendencia vaga y so<strong>la</strong>mente poética. Los mi<strong>la</strong>gros delcristianismo, concebidos en el seno del sentimiento doliente ynecesitado, y no productos de una actividad libre, nos tras<strong>la</strong>daninmediatamente al suelo del fondo común y real; influyen sobre elhombre sensitivo con una fuerza irresistible, porque tienen a sufavor <strong>la</strong> necesidad del sentimiento. En una pa<strong>la</strong>bra, el poder de <strong>la</strong>fantasía es aquí a <strong>la</strong> vez el poder del corazón, <strong>la</strong> fantasía sólo es elcorazón victorioso y triunfante. En los orientales, en los griegos, <strong>la</strong>fantasía gozaba, sin preocuparse de <strong>la</strong> necesidad del corazón, en<strong>la</strong> abundancia de lujo y de <strong>la</strong> gloria terrenal; en el cristianismo, <strong>la</strong>fantasía bajó del pa<strong>la</strong>cio de los dioses hacia <strong>la</strong> humilde morada delos pobres, donde sólo reina <strong>la</strong> necesidad; se humil<strong>la</strong>ba bajo <strong>la</strong>dominación del corazón. Pero cuanto más se limitabaexteriormente, tanto más aumentaba en fuerza. Debido a <strong>la</strong>necesidad del corazón, fracasó <strong>la</strong> gloria de los dioses olímpicos;66pero en forma omnipotente obra <strong>la</strong> fantasía en unión con elcorazón. Y esta unión de <strong>la</strong> libertad de <strong>la</strong> fantasía con <strong>la</strong> necesidaddel corazón, es Cristo. Todas <strong>la</strong>s cosas están sujetas a Cristo. Eles el rey del mundo que hace de él lo que quiere; pero estedominio ilimitado sobre <strong>la</strong> naturaleza, es a su vez sujetado al poderdel corazón: Cristo impone silencio a <strong>la</strong> naturaleza bulliciosa, perosólo para escuchar los gemidos y los suspiros de los que sufren.CAPÍTULO XVIILa diferencia entre el cristianismo y el paganismoCRISTO ES <strong>LA</strong> OMNIPOTENCIA de <strong>la</strong> subjetividad, elcorazón redimido de todas <strong>la</strong>s cadenas y leyes de <strong>la</strong> naturaleza; esel sentimiento concentrado en sí mismo con <strong>la</strong> exclusión delmundo; es el cumplimiento de todos los deseos del corazón; es <strong>la</strong>ascensión celestial de <strong>la</strong> fantasía; es <strong>la</strong> resurrección del corazón.Por eso, Cristo es <strong>la</strong> diferencia entre el cristianismo y elpaganismo.En el cristianismo se concentraba el hombre so<strong>la</strong>mente sobresí mismo, se desligaba de <strong>la</strong> conexión con el mundo entero, seconvertía en un factor satisfecho de sí mismo, en un ser absolutosobre y extranatural.Pero precisamente por el hecho de que ya no secontemp<strong>la</strong>ba como un ser que pertenecía al mundo y por el hechode que rompió su re<strong>la</strong>ción Con este mundo, se sentía como un serlimitado -porque <strong>la</strong> barrera de <strong>la</strong> subjetividad es precisamente elmundo, <strong>la</strong> objetividad- y ya no tenía ningún motivo para dudar de <strong>la</strong>verdad y de <strong>la</strong> validez de sus deseos y sentimientos subjetivos. Encambio, los paganos, recogidos en sí mismos, no ocultándose de <strong>la</strong>naturaleza, limitaban su subjetividad por <strong>la</strong> contemp<strong>la</strong>ción delmundo. Por más que los antiguos celebraran <strong>la</strong> gloria de <strong>la</strong>inteligencia y de <strong>la</strong> razón, eran, sin embargo, tan liberales yobjetivos como para dejar vivir también lo contrario del espíritu osea <strong>la</strong> materia, y de dejada vivir eternamente, tanto en <strong>la</strong> teoríacomo en <strong>la</strong> práctica. Los cristianos, en cambio, demostraban suintolerancia práctica y teórica también por el hecho de que creíanen <strong>la</strong> destrucción del mundo, por ser esto lo contrario de <strong>la</strong>subjetividad. Los antiguos eran libres de sí mismos; pero sulibertad era <strong>la</strong> libertad de <strong>la</strong> indiferencia hacia sí mismos; los
cristianos eran libres de <strong>la</strong> naturaleza, pero su libertad no era <strong>la</strong>libertad de <strong>la</strong> razón, <strong>la</strong> libertad verdadera -<strong>la</strong> libertad verdadera esaquel<strong>la</strong> que se limita por <strong>la</strong> concepción que tiene del mundo, o sea,por <strong>la</strong> naturaleza-, sino que era una libertad del sentimiento y de <strong>la</strong>fantasía, <strong>la</strong> libertad del mi<strong>la</strong>gro. A los antiguos les encantaba elcosmos de tal manera, que se olvidaban de sí mismoscontemplándolo, creían ser una nada frente a él: los cristianosdespreciaron el mundo, pensando: ¿qué es <strong>la</strong> criatura encomparación con el Creador? ¿Qué son el Sol, <strong>la</strong> Luna y <strong>la</strong> Tierraen comparación con el alma humana? El mundo perece; pero elhombre es eterno. Cuando los cristianos desligaban al hombre de<strong>la</strong> comunidad con <strong>la</strong> naturaleza, creyendo por eso mismo en elextremo de una finura noble, que ya designaba a <strong>la</strong> remotacomparación del hombre con el animal como una lección atea de <strong>la</strong>dignidad humana, los paganos cayeron en el otro extremo, en <strong>la</strong>vileza que destruye <strong>la</strong> diferencia entre el animal y el hombre y,como lo hizo, por ejemplo, Celso, el adversario del cristianismo,que llega hasta rebajar al hombre considerándolo más bajo que losanimales.Los paganos contemp<strong>la</strong>ban al hombre no so<strong>la</strong>mente enre<strong>la</strong>ción con el universo; es decir, ellos consideraban al individuosólo en re<strong>la</strong>ción con otros hombres, en re<strong>la</strong>ción con unacomunidad. Ellos distinguían, por lo menos como filósofos,abstractamente, el individuo de su especie, el individuo como partede todo el género humano, subordinándolo a ese conjunto. Loshombres perecen, pero <strong>la</strong> humanidad permanece, dice un filósofopagano. ¿Por qué <strong>la</strong>mentas <strong>la</strong> pérdida de tu hijo?, escribe Sulpicioa Cicerón. Grandes ciudades e imperios de fama mundial hanperecido, ¿y tú te portas así por <strong>la</strong> muerte de un homúnculo, de unhombrecito? ¿Dónde queda tu filosofía? El concepto del hombrecomo individuo, era para los antiguos un concepto derivado,deducido del concepto de <strong>la</strong> especie o de <strong>la</strong> comunidad. Aunqueellos apreciaban mucho <strong>la</strong> especie, <strong>la</strong>s cualidades de <strong>la</strong>humanidad, y <strong>la</strong> inteligencia, al individuo lo despreciaban. Encambio, el cristianismo se despreocupa de <strong>la</strong> especie fijándoseúnicamente en el individuo. El cristianismo (no el cristianismo dehoy, que ha asimi<strong>la</strong>do <strong>la</strong> cultura pagana y sólo ha retenido elnombre y algunas sentencias generales del cristianismo y es locontrario directo del paganismo) sólo se concibe verdaderamente ysin ser desfigurado por <strong>la</strong> interpretación especu<strong>la</strong>tiva y arbitraria, sise lo considera como oposición al paganismo. Es verdad en cuantosu contrario es erróneo; pero es falso en cuanto su contrario es67verdad. Los antiguos sacrificaban el individuo a <strong>la</strong> especie; loscristianos, <strong>la</strong> especie al individuo. O sea: el paganismo considerabay contemp<strong>la</strong>ba al individuo sólo como parte a diferencia de toda <strong>la</strong>especie; en cambio el cristianismo sólo lo contemp<strong>la</strong> en unidadinmediata y no diferenciada con <strong>la</strong> especie. Para el cristianismo, elindividuo era el objeto de <strong>la</strong> providencia inmediata, es decir, unobjeto inmediato de <strong>la</strong> esencia divina. Los paganos creían en unaprovidencia del individuo sólo por medio de <strong>la</strong> especie, de <strong>la</strong> ley,del orden universal; luego, creían so<strong>la</strong>mente en una providenciamediata y natural no mi<strong>la</strong>grosa; pero los cristianos rechazaron <strong>la</strong>mediación y se pusieron en contacto directo con el ser universalque abarca y que lo prevé todo; vale decir, ellos identificabaninmediatamente el ser especial con el ser universal.Pero, el concepto de <strong>la</strong> divinidad coincide con el concepto de<strong>la</strong> humanidad. Todas <strong>la</strong>s determinaciones divinas, todas <strong>la</strong>sdeterminaciones que hacen de Dios un Dios, son determinacionesde <strong>la</strong> especie, determinaciones que en lo particu<strong>la</strong>r son limitadas alindividuo; pero cuyas limitaciones son suprimidas en <strong>la</strong> esencia de<strong>la</strong> especie y hasta en su existencia, en cuanto aquel<strong>la</strong> tiene <strong>la</strong>existencia que le corresponde sólo en todos los hombres enconjunto. Mi sabiduría, mi voluntad son limitadas; pero mi límite noes el límite de los demás, menos aún de <strong>la</strong> humanidad; lo que a míme cuesta, es fácil para el otro; lo que para un tiempo es imposible,inconcebible, es posible y concebible al tiempo venidero. Mi vidaestá ligada a un tiempo limitado, no así <strong>la</strong> vida de <strong>la</strong> humanidad. Lahistoria de <strong>la</strong> humanidad no consiste en otra cosa sino en unasuperación continua de límites, que en un tiempo determinado seconsideraban como límites de <strong>la</strong> humanidad y por eso como límitesabsolutos e invencibles. Pero el futuro siempre reve<strong>la</strong> que lospretendidos límites del espacio, sólo eran límites de los individuos.La historia de <strong>la</strong>s ciencias, especialmente de <strong>la</strong> filosofía y de <strong>la</strong>sciencias naturales, nos ofrece para ello <strong>la</strong>s pruebas másinteresantes. Sería sumamente interesante e instructivo escribiruna historia de <strong>la</strong>s ciencias so<strong>la</strong>mente desde este punto de vista,para demostrar <strong>la</strong> sinrazón del individuo que cree poder limitar suespecie. Luego, <strong>la</strong> especie es ilimitada y sólo el individuo eslimitado. Pero el sentimiento del límite es penoso. De estasensación se libra el individuo contemp<strong>la</strong>ndo el ser perfecto; enesta contemp<strong>la</strong>ción posee todo lo que le falta. Dios no es otra cosaentre los cristianos que <strong>la</strong> contemp<strong>la</strong>ción de <strong>la</strong> unidad inmediataque reina entre <strong>la</strong> especie y el individuo, el ser universal yparticu<strong>la</strong>r. Dios es el concepto de <strong>la</strong> especie como ser general,
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vale ella por sí misma como un pod