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LA ESENCIA DEL CRISTIANISMO Ludwig Feuerbach Prólogo a la ...

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vida mejor, Dios no es ni justo ni bueno. De este modo, <strong>la</strong> justicia ybondad de Dios se hacen depender de <strong>la</strong> inmortalidad de losindividuos; pero sin justicia y sin bondad, Dios no es Dios; <strong>la</strong>divinidad y <strong>la</strong> existencia de Dios, se hace, por lo tanto, depender de<strong>la</strong> existencia de los individuos. Si no soy inmortal no creo en ningúnDios; quien niega <strong>la</strong> inmortalidad, niega a Dios. Pero esto no lopuedo creer de ninguna manera: y tan cierto como hay un Dios, tancierta es mi eterna felicidad. Precisamente Dios es <strong>la</strong> certeza de mibeatitud. El interés que hay en <strong>la</strong> existencia de Dios, es el mismointerés que hay en que yo sea eterno. Dios es mi existenciatomada en préstamo, mi existencia cierta: él es <strong>la</strong> subjetividad delos sujetos, <strong>la</strong> personalidad de <strong>la</strong>s personas. ¿Cómo, entonces, nocorrespondería a <strong>la</strong>s personas lo que corresponde a <strong>la</strong>personalidad? En Dios convierto mi futuro en un presente o másbien el verbo en un sustantivo. ¿Cómo podría separarse el uno delotro? Dios es <strong>la</strong> existencia correspondiente a mis deseos ysentimientos: él es el Dios justo y bondadoso que cumple misdeseos. La naturaleza, este mundo, es una existencia quecontradice a mis deseos y mis sentimientos. Aquí nada es comodebe ser -este mundo pasa- pero Dios es el Ser, que es comodebe ser. Dios cumple mis deseos, esta frase es sólo <strong>la</strong>personificación popu<strong>la</strong>r de <strong>la</strong> otra: Dios es el que cumple misdeseos, es decir, es <strong>la</strong> realidad y el cumplimiento de mis anhelos.Pero el cielo es precisamente aquel<strong>la</strong> existencia que corresponde amis deseos y mis anhelos. Luego, no hay ninguna diferencia entreDios y el cielo. Dios es <strong>la</strong> fuerza mediante <strong>la</strong> cual el hombre realizasu eterna felicidad. Dios es <strong>la</strong> personalidad absoluta en <strong>la</strong> cualtodas <strong>la</strong>s diferentes personas tienen <strong>la</strong> certidumbre de su eternafelicidad e inmortalidad; Dios es <strong>la</strong> certeza suprema y última delhombre, de <strong>la</strong> absoluta verdad de su esencia.La doctrina de <strong>la</strong> inmortalidad es <strong>la</strong> doctrina final de <strong>la</strong>religión, es su testamento en que manifiesta su último deseo. Poreso aquí enuncia c<strong>la</strong>ramente lo que en otras oportunidades cal<strong>la</strong>.Cuando se trata en otros casos de <strong>la</strong> existencia de otro ser, se trataaquí c<strong>la</strong>ramente sólo de <strong>la</strong> propia existencia; cuando, además, elhombre en <strong>la</strong> religión hace depender su existencia de <strong>la</strong> existenciade Dios, aquí hace depender <strong>la</strong> existencia de Dios de su propiaexistencia; lo que para él es, en otros tiempos, una verdad primariae inmediata, le es por lo tanto aquí una verdad derivada ysecundaria si yo no soy eterno, Dios no es Dios; cuando no hayninguna inmortalidad no hay Dios. Y a esta conclusión ha llegadoya el apóstol, diciendo: "si nosotros no resucitamos, Cristo tampoco76ha resucitado, y todo es nada. Comamos y bebamos entonces".Por cierto, se puede evitar el momento aparente y realmenteescandaloso que hay en los argumentos popu<strong>la</strong>res, al evitar <strong>la</strong>forma final: pero sólo haciendo de <strong>la</strong> inmortalidad una verdadanalítica, de manera que precisamente el concepto de Dios, comode una personalidad o subjetividad absoluta, es de por sí elconcepto de <strong>la</strong> inmortalidad. Dios es <strong>la</strong> garantía de mi futuraexistencia, porque ya es <strong>la</strong> certidumbre y <strong>la</strong> verdad de mi existenciaactual, mi salvación, mi cielo, y mi protección contra <strong>la</strong>s fuerzas delmundo exterior; luego, no necesito ya expresamente deducir <strong>la</strong>inmortalidad o recalcada como una verdad especial; si tengo aDios, tengo inmortalidad. Éste era el caso de los místicos cristianosmás profundos; para ellos estaba el concepto de <strong>la</strong> inmortalidad enel concepto de Dios; Dios era para ellos un ser inmortal, Diosmismo <strong>la</strong> felicidad subjetiva, es decir, era para ellos, para suconciencia, lo que es en sí, lo que es en <strong>la</strong> esencia de <strong>la</strong> religión.Luego, está demostrado que Dios es el cielo, que ambascosas Son idénticas. Más fácil habría sido demostrar lo contrarío, osea, que el cielo es el verdadero Dios de los hombres. Así como elhombre se imagina su cielo, así se imagina su Dios; el contenidode su cielo, es el contenido de su Dios, sólo que él se figura el cieloen forma real, lo que en Dios sólo concibe en forma de unbosquejo, de un esbozo. El cielo es, por lo tanto, <strong>la</strong> c<strong>la</strong>ve de lossecretos más intrínsecos de <strong>la</strong> religión. Así como el cielo esobjetivamente <strong>la</strong> esencia abierta de <strong>la</strong> divinidad, así es también,subjetivamente, <strong>la</strong> manifestación más c<strong>la</strong>ra de los pensamientos eideas más intrínsecas de <strong>la</strong> religión. Por eso <strong>la</strong>s religiones son tandiferentes como sus cielos y hay tantos cielos diferentes como haydiferentes c<strong>la</strong>ses de hombres. Hasta los mismos cristianos seforjan una idea del cielo muy diferente.Sólo los más astutos entre ellos no dicen ni piensan nada enconcreto sobre el cielo y el más allá en general, porque dicen quees inconcebible, y que, por eso, sólo puede ser pensado según unamedida válida únicamente para este mundo. Todas <strong>la</strong>srepresentaciones, dicen, son so<strong>la</strong>mente figuras con que el hombrese representa el más allá, cuya esencia es desconocida, pero cuyaexistencia es segura. Es el mismo caso que con Dios: <strong>la</strong> existenciade Dios -afirman- es cierta, pero qué es y cómo es, es inexplicable.Quien hab<strong>la</strong> así ya se ha quitado de <strong>la</strong> cabeza el más allá: sólocree en él o porque no reflexiona en tales cosas o porque sólo le estodavía una necesidad del corazón: pero como está demasiado

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