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LA ESENCIA DEL CRISTIANISMO Ludwig Feuerbach Prólogo a la ...

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y del Hijo. Ya <strong>la</strong> manera como el Espíritu Santo procede es unpronóstico desfavorable para su personalidad, porque se produceun ser personal sólo por <strong>la</strong> generación, pero no por hálitoindeterminado o por <strong>la</strong> inspiración. Y el mismo Padre querepresenta el concepto riguroso de <strong>la</strong> divinidad, sólo es un serpersonal según <strong>la</strong> imaginación y <strong>la</strong> aseveración, pero no según susdeterminaciones: es un concepto abstracto, un ser so<strong>la</strong>mentepensado. La personalidad plástica sólo es Cristo, pero a <strong>la</strong>personalidad sólo pertenece <strong>la</strong> figura, <strong>la</strong> figura es <strong>la</strong> realidad de <strong>la</strong>personalidad. Sólo Cristo es el Dios personal, él es el Diosverdadero y real de los cristianos, cosa que no puede repetirse losuficiente. En él sólo se concentra <strong>la</strong> religión cristiana y <strong>la</strong> esenciade <strong>la</strong> religión en general. Sólo él satisface el anhelo hacia el Diospersonal; sólo él es una existencia que corresponde a <strong>la</strong> esenciadel sentimiento; sólo en él se colman todas <strong>la</strong>s alegrías de <strong>la</strong>fantasía y todos los sufrimientos del sentimiento; sólo en él seagota el sentimiento y se agota <strong>la</strong> fantasía. Cristo es <strong>la</strong> unidad delsentimiento y de <strong>la</strong> fantasía.Por eso se distingue el cristianismo de todas <strong>la</strong>s demásreligiones; porque en éstas se separan el corazón y <strong>la</strong> fantasía,mientras que en el cristianismo coinciden. La fantasía ya no vagapor todos <strong>la</strong>dos, abandonada a sí misma; el<strong>la</strong> sigue ahora <strong>la</strong>sindicaciones de su corazón; describe ahora un círculo, cuyo centroes el sentimiento. La fantasía es limitada aquí por <strong>la</strong>s necesidadesdel corazón, cumple so<strong>la</strong>mente los deseos del sentimiento, serefiere so<strong>la</strong>mente a lo único que hace falta; en una pa<strong>la</strong>bra: el<strong>la</strong>tiene, por lo menos en general, una tendencia práctica y concreta,pero no una tendencia vaga y so<strong>la</strong>mente poética. Los mi<strong>la</strong>gros delcristianismo, concebidos en el seno del sentimiento doliente ynecesitado, y no productos de una actividad libre, nos tras<strong>la</strong>daninmediatamente al suelo del fondo común y real; influyen sobre elhombre sensitivo con una fuerza irresistible, porque tienen a sufavor <strong>la</strong> necesidad del sentimiento. En una pa<strong>la</strong>bra, el poder de <strong>la</strong>fantasía es aquí a <strong>la</strong> vez el poder del corazón, <strong>la</strong> fantasía sólo es elcorazón victorioso y triunfante. En los orientales, en los griegos, <strong>la</strong>fantasía gozaba, sin preocuparse de <strong>la</strong> necesidad del corazón, en<strong>la</strong> abundancia de lujo y de <strong>la</strong> gloria terrenal; en el cristianismo, <strong>la</strong>fantasía bajó del pa<strong>la</strong>cio de los dioses hacia <strong>la</strong> humilde morada delos pobres, donde sólo reina <strong>la</strong> necesidad; se humil<strong>la</strong>ba bajo <strong>la</strong>dominación del corazón. Pero cuanto más se limitabaexteriormente, tanto más aumentaba en fuerza. Debido a <strong>la</strong>necesidad del corazón, fracasó <strong>la</strong> gloria de los dioses olímpicos;66pero en forma omnipotente obra <strong>la</strong> fantasía en unión con elcorazón. Y esta unión de <strong>la</strong> libertad de <strong>la</strong> fantasía con <strong>la</strong> necesidaddel corazón, es Cristo. Todas <strong>la</strong>s cosas están sujetas a Cristo. Eles el rey del mundo que hace de él lo que quiere; pero estedominio ilimitado sobre <strong>la</strong> naturaleza, es a su vez sujetado al poderdel corazón: Cristo impone silencio a <strong>la</strong> naturaleza bulliciosa, perosólo para escuchar los gemidos y los suspiros de los que sufren.CAPÍTULO XVIILa diferencia entre el cristianismo y el paganismoCRISTO ES <strong>LA</strong> OMNIPOTENCIA de <strong>la</strong> subjetividad, elcorazón redimido de todas <strong>la</strong>s cadenas y leyes de <strong>la</strong> naturaleza; esel sentimiento concentrado en sí mismo con <strong>la</strong> exclusión delmundo; es el cumplimiento de todos los deseos del corazón; es <strong>la</strong>ascensión celestial de <strong>la</strong> fantasía; es <strong>la</strong> resurrección del corazón.Por eso, Cristo es <strong>la</strong> diferencia entre el cristianismo y elpaganismo.En el cristianismo se concentraba el hombre so<strong>la</strong>mente sobresí mismo, se desligaba de <strong>la</strong> conexión con el mundo entero, seconvertía en un factor satisfecho de sí mismo, en un ser absolutosobre y extranatural.Pero precisamente por el hecho de que ya no secontemp<strong>la</strong>ba como un ser que pertenecía al mundo y por el hechode que rompió su re<strong>la</strong>ción Con este mundo, se sentía como un serlimitado -porque <strong>la</strong> barrera de <strong>la</strong> subjetividad es precisamente elmundo, <strong>la</strong> objetividad- y ya no tenía ningún motivo para dudar de <strong>la</strong>verdad y de <strong>la</strong> validez de sus deseos y sentimientos subjetivos. Encambio, los paganos, recogidos en sí mismos, no ocultándose de <strong>la</strong>naturaleza, limitaban su subjetividad por <strong>la</strong> contemp<strong>la</strong>ción delmundo. Por más que los antiguos celebraran <strong>la</strong> gloria de <strong>la</strong>inteligencia y de <strong>la</strong> razón, eran, sin embargo, tan liberales yobjetivos como para dejar vivir también lo contrario del espíritu osea <strong>la</strong> materia, y de dejada vivir eternamente, tanto en <strong>la</strong> teoríacomo en <strong>la</strong> práctica. Los cristianos, en cambio, demostraban suintolerancia práctica y teórica también por el hecho de que creíanen <strong>la</strong> destrucción del mundo, por ser esto lo contrario de <strong>la</strong>subjetividad. Los antiguos eran libres de sí mismos; pero sulibertad era <strong>la</strong> libertad de <strong>la</strong> indiferencia hacia sí mismos; los

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