participa directamente mi propio ser más íntimo, algo en que nosoy pasivamente afectado. En cambio, una actividad no indiferente,es una actividad idéntica con mi esencia, es necesaria para mí,como <strong>la</strong> producción espiritual, que es para mí una necesidadintrínseca y que por eso mismo me conmueve en <strong>la</strong> forma máshonda, excitando mis afectos afecta patológicamente. Las obrasespirituales no se hacen -hacer es so<strong>la</strong>mente una actividadextrínseca- el<strong>la</strong>s se generan en nosotros . Hacer es una actividadindiferente y por eso libre, es decir, arbitraria. Hasta este puntoDios es, por lo tanto, idéntico con el hombre, y en ninguna formadiferente de él. Al contrario, se acentúa especialmente porque su"hacer" es libre y arbitrario. A Dios le ha comp<strong>la</strong>cido crear elmundo. De este modo el hombre deifica aquí <strong>la</strong> comp<strong>la</strong>cencia ensu propia voluntad, en su arbitrariedad sin límite. La determinaciónpuramente humana de <strong>la</strong> actividad divina, se convierte, por <strong>la</strong>representación de <strong>la</strong> arbitrariedad, en una actividad puramentehumana; y Dios, de un espejo del ser humano, en un espejo de <strong>la</strong>vanagloria y de <strong>la</strong> vanidad humana.Pero ahora se disuelve de repente <strong>la</strong> armonía endesarmonía; el hombre que hasta ahora no tenía dificultades, se vedesgarrado: Dios hace algo de <strong>la</strong> nada: Dios crea, hacer algo de <strong>la</strong>nada es crear; es ésta <strong>la</strong> diferencia. La determinación esencial esuna determinación humana pero al destruirse en seguida <strong>la</strong>exactitud de esta determinación fundamental, convierto <strong>la</strong> reflexiónen una reflexión no humana. Pero debido a esta destrucción, elconcepto, el entendimiento, nos abandona; sólo queda unarepresentación nu<strong>la</strong>, sin contenido, porque <strong>la</strong> posibilidad de pensary de imaginar está agotada, es decir, que <strong>la</strong> diferencia entre <strong>la</strong>determinación divina y humana es, en realidad, una nada, un nihilnegativum de <strong>la</strong> inteligencia. El auto conocimiento ingenuo de esteno-entendimiento es <strong>la</strong> nada, como objeto. Dios es el amor, perono el amor humano; es inteligencia, pero no una inteligenciahumana; no, es una inteligencia esencialmente distinta. ¿Pero enqué consiste esta diferencia? No puedo imaginarme ningunainteligencia o presentárme<strong>la</strong> fuera de <strong>la</strong> forma determinada en queactúa dentro de nosotros; no puedo dividir <strong>la</strong> inteligencia en dospartes o hasta en cuatro, de manera que yo tuviera variasinteligencias; sólo puedo pensar con una y <strong>la</strong> misma inteligencia.Por cierto, puedo imaginarme una inteligencia en sí, libre delimitaciones casuales; pero entonces no le quito <strong>la</strong> esencial formadeterminada. En cambio, <strong>la</strong> reflexión religiosa destruyeprecisamente <strong>la</strong> forma determinada que convierte una cosa en96aquel<strong>la</strong> que es. Sólo aquello en que <strong>la</strong> inteligencia divina esidéntica con <strong>la</strong> humana, sólo aquello es algo, es inteligencia, es unconcepto efectivo; pero aquello que lo debe convertir en otro yhasta esencialmente distinto, es objetivamente nada, ysubjetivamente una pura imaginación.Otro ejemplo característico es el secreto inescrutable de <strong>la</strong>generación del Hijo de Dios. La generación de Dios esnaturalmente otra que <strong>la</strong> común, que <strong>la</strong> natural; es una generaciónsobrenatural, es, en verdad, una generación ilusoria y aparente, a<strong>la</strong> cual le falta <strong>la</strong> forma determinada por <strong>la</strong> que <strong>la</strong> generación esuna generación: porque le falta <strong>la</strong> diferencia del sexo. Es, por lotanto, una generación que contradice a <strong>la</strong> naturaleza y a <strong>la</strong> razón;pero precisamente porque es una contradicción, porque no expresanada en concreto, porque no da nada que pensar, da a <strong>la</strong> fantasíaun campo amplio de acción, haciendo así una impresión de misteriosobre el espíritu. Dios es Padre e Hijo. ¡Piénsese! Dios, Diosmismo. El afecto se apodera del pensamiento, <strong>la</strong> sensación de <strong>la</strong>unidad con Dios encanta al hombre hasta ponerlo fuera de sí; lomás lejano se expresa por medio de lo más cercano, lo que es lomás sublime por medio de lo más común, lo sobrenatural seconsidera como natural, lo que es divino se considera comohumano; y hasta niega que lo divino sea otra cosa distinta que lohumano. Pero esta unidad de lo divino con lo humano se niega enseguida: lo que Dios tiene de común con el hombre, esto, dicen,significa en Dios algo muy diferente de lo que significa en elhombre. De este modo, lo que es del hombre, se conviertenuevamente en una cosa ajena: lo conocido, en algo desconocido:lo más cercano, en lo más lejano. Dios no genera como <strong>la</strong>naturaleza, no es padre, no es hijo como nosotros. ¿Peroentonces, cómo? Precisamente esto es lo inconcebible, es <strong>la</strong>profundidad inenarrable de <strong>la</strong> generación divina. Y de este modo <strong>la</strong>religión, o más bien, <strong>la</strong> teología, coloca lo que es natural y humano,después de haberlo destruido, nuevamente en Dios y ahora enoposición con <strong>la</strong> esencia del hombre, con <strong>la</strong> esencia de <strong>la</strong>naturaleza, porque dice que en Dios es algo muy diferente, cuandoen realidad no lo es.Pero en todas <strong>la</strong>s demás determinaciones de <strong>la</strong> esenciadivina, es esta nada de <strong>la</strong> diferencia una cosa oculta; por elcontrario en <strong>la</strong> creación es una nada patente, expresada yobjetivada; por eso, es <strong>la</strong> nada oficial y notoria de <strong>la</strong> teología en sudiferencia con <strong>la</strong> antropología.
Pero <strong>la</strong> determinación fundamental, por <strong>la</strong> cual el hombreconvierte su propio ser en un ser ajeno e inconcebible, es elconcepto, <strong>la</strong> representación de <strong>la</strong> independencia, de <strong>la</strong>individualidad, o -lo que sólo es una expresión abstracta- de <strong>la</strong>personalidad. El concepto de <strong>la</strong> existencia se realiza en el conceptode <strong>la</strong> reve<strong>la</strong>ción: pero el concepto de <strong>la</strong> reve<strong>la</strong>ción, por ser elconcepto del acto de <strong>la</strong> autogeneración de Dios, se realiza en elconcepto de <strong>la</strong> personalidad. Dios es un ser personal; es ésta <strong>la</strong>sentencia, que de un golpe transforma como en un encanto lorepresentado en efectividad, lo subjetivo en objetivo. Todos lospredicados, todas <strong>la</strong>s determinaciones de <strong>la</strong> esencia divina son, enel fondo, humanos: pero <strong>la</strong>s determinaciones de un ser personaldistinto e independiente del hombre, aparentan ser tambiéndirectamente determinaciones distintas y reales, pero de tal modoque, sin embargo, ponen siempre todavía por base <strong>la</strong> unidadesencial. De este modo se forma para <strong>la</strong> reflexión el concepto delos l<strong>la</strong>mados antropomorfismos. Los antropomorfismos sonsemejanza entre Dios y el hombre. Las determinaciones del serdivino y humano no son <strong>la</strong>s mismas; pero se parecen <strong>la</strong>s unas a <strong>la</strong>sotras.Por eso es también <strong>la</strong> personalidad el antídoto contra elpanteísmo; es decir, debido a <strong>la</strong> representación de personalidad, <strong>la</strong>reflexión religiosa afirma <strong>la</strong> diferencia entre el ser divino y humano.La expresión grosera pero siempre característica del panteísmo es:el hombre es una emanación o una parte del ser divino, es dedescendencia divina. En cambio, <strong>la</strong> expresión religiosa dice: elhombre es una imagen de Dios o también; un ser emparentado conDios; según <strong>la</strong> religión el hombre no procede de <strong>la</strong> naturaleza, sinoque es de género divino, de descendencia divina. Pero elparentesco es una expresión no determinada. Hay grados deparentesco, parentesco lejano y cercano. ¿A qué c<strong>la</strong>se deparentesco se alude aquí? Pero en <strong>la</strong> re<strong>la</strong>ción del hombre con Diosen el sentido de <strong>la</strong> religión sólo existe una re<strong>la</strong>ción de parentesco:<strong>la</strong> más próxima, más íntima, más santa que puede imaginarse; <strong>la</strong>re<strong>la</strong>ción del Hijo al Padre. Por tanto Dios y el hombre se distinguende <strong>la</strong> siguiente manera: Dios es el Padre del hombre, el hombre esel Hijo, el Hijo de Dios. Aquí se ha puesto <strong>la</strong> independencia de Diosy <strong>la</strong> dependencia del hombre como un objeto de los sentimientos yesto en forma inmediata, mientras que en el panteísmo cada unade <strong>la</strong>s partes aparece tan independiente como <strong>la</strong> anterior, porqueeste entero es considerado como un conjunto compuesto de sus97partes. Sin embargo, esta diferencia es una apariencia so<strong>la</strong>mente.El Padre no es Padre sin Hijo; los dos forman un ser común. En e<strong>la</strong>mor, el hombre renuncia a su independencia, rebajándose aformar una parte –una humil<strong>la</strong>ción que sólo se recompensa por elhecho de que el otro individuo también se rebaja a formar unaparte, que ambas se someten a un poder superior- al poder delespíritu familiar que es el amor. Por eso hay aquí <strong>la</strong> misma re<strong>la</strong>ciónentre Dios y el hombre que en el panteísmo; sólo que aquí es unare<strong>la</strong>ción impersonal y general; en el panteísmo se expresalógicamente, pero por eso en forma determinada y directa, lo queen <strong>la</strong> religión es ve<strong>la</strong>do por <strong>la</strong> fantasía. La unidad o más bien <strong>la</strong> nodiferencia de Dios y el hombre, se cubre pues aquí por el hecho deque se considera a ambos como personas o individuos y a Dios a<strong>la</strong> vez (aparte de su paternidad), como un ser independiente; perocuya independencia sólo es una apariencia; porque el que, como elDios religioso, es padre de corazón, tiene su vida y su esencia ensu hijo.La mutua y tierna re<strong>la</strong>ción de dependencia de Dios comoPadre y del hombre como Hijo, no puede anu<strong>la</strong>rse por <strong>la</strong> distinciónde que sólo Cristo sea el hijo natural, pero que los hombres seanhijos adoptivos de Dios, que por lo tanto Dios tenga una re<strong>la</strong>ción dedependencia esencial sólo con respecto a Cristo por ser éste suhijo unigénito, pero de ninguna manera a los hombres. Porque estadiferencia es so<strong>la</strong>mente una diferencia teológica, es decir, ilusoria.Dios adopta so<strong>la</strong>mente a los hombres y no a los animales. Lacausa de <strong>la</strong> adopción está en <strong>la</strong> naturaleza humana. El hombreadoptado por <strong>la</strong> gracia divina es sólo el hombre consciente de sunaturaleza y dignidad divinas. A más de esto el Hijo Unigénitomismo no es otra cosa que el concepto de <strong>la</strong> humanidad, que elhombre preposesionado de sí mismo, el hombre que se oculta desí mismo y ante el mundo en Dios: el hombre celestial. El Lagos esel hombre secreto, taciturno, en cambio, es el Lagos manifiesto oexpresado. El Logos es so<strong>la</strong>mente el avant-propos del hombre. Loque vale del Logos vale también de <strong>la</strong> esencia del hombre. Peroentre Dios y el Hijo Unigénito no hay ninguna diferencia esencial,quien conoce al Hijo conoce al Padre, luego tampoco existediferencia entre Dios y el hombre.Es el mismo caso como con <strong>la</strong> semejanza de Dios. Laimagen no es aquí un ser muerto, sino viviente. El hombre es <strong>la</strong>imagen de Dios no quiere decir otra cosa sino que el hombre es unser semejante a Dios. La semejanza entre seres vivientes
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