La contradicción en <strong>la</strong> existencia de Dios<strong>LA</strong> RELIGIÓN ES EL COMPORTAMIENTO del hombre frentea su propio ser -ahí reside su verdad y su fuerza saludable y moralperofrente a su propio ser no como si fuera el suyo, sino como sifuera de otro ser distinto de él y hasta contrario a él y ahí reside sufalta de verdad, su límite, su contradicción con <strong>la</strong> razón y <strong>la</strong> moral,de allí proviene <strong>la</strong> fuente perniciosa del fanatismo religioso, de allíel principio supremo metafísico de los sacrificios humanos; en unapa<strong>la</strong>bra: ahí se forma <strong>la</strong> base de todas <strong>la</strong>s atrocidades, de <strong>la</strong>shorrorosas escenas en <strong>la</strong> tragedia de <strong>la</strong> historia de <strong>la</strong>s religiones.La concepción del ser humano como de otro ser que existepara sí es, sin embargo, en el concepto original de <strong>la</strong> religión, unaconcepción arbitraria, infantil, ingenua, es decir, una concepciónque tanto diferencia inmediatamente a Dios del hombre como lovuelve a identificar con él. Pero cuando <strong>la</strong> religión, con los años yen los años adquiere más inteligencia, cuando dentro de <strong>la</strong> religióndespierta <strong>la</strong> reflexión sobre <strong>la</strong> religión, <strong>la</strong> conciencia de <strong>la</strong> unidaddel ser divino con el ser humano comienza a oscurecerse, en unapa<strong>la</strong>bra, cuando <strong>la</strong> religión se convierte en teología, <strong>la</strong> separaciónentre Dios y el hombre, que en un principio era involuntaria einnocua, se convierte en una diferencia estudiada y deliberada, queno tiene otro fin que sacar de <strong>la</strong> conciencia esta unidad yaarraigada en el<strong>la</strong>.Por eso cuanto más cerca está una religión a su origen,cuando más verdadera y más sincera es, tanto menos oculta suesencia. Es decir, en el origen de <strong>la</strong> religión no hay ningunadiferencia cualitativa o esencial entre Dios y el hombre. Y en estaidentidad el hombre religioso no se escandaliza, porque suinteligencia está todavía en armonía con su religión. De este modoJehová en el antiguo judaísmo sólo era un ser distinto del individuohumano exclusivamente por el modo de su existencia; perocualitativamente, según su esencia interior, era absolutamenteigual a los hombres, tenía <strong>la</strong>s mismas pasiones, <strong>la</strong>s mismascualidades humanas y hasta corporales. Sólo en el judaísmoposterior, se separaba nítidamente Jehová del hombre y seempleaba <strong>la</strong> alegoría para dar a los antropopatismos otro sentidodel que tenían en un principio. Lo mismo sucedió también en elcristianismo. En los documentos más antiguos de esta religión, <strong>la</strong>divinidad de Cristo no se encuentra expresada en forma tandecisiva como posteriormente. Especialmente en los escritos de86San Pablo, Cristo es, todavía, un ser subordinado a Dios, que seencuentra entre el cielo y <strong>la</strong> tierra, entre Dios y el hombre, un serindeterminado y vago, el primero de los ángeles, el hijo mayor,pero sin embargo un ser creado; si se quiere también génito, peroen este caso también los ángeles y hasta los hombres no soncreados, sino génitos; porque Dios es también su padre. La Iglesiaidentifica a Cristo expresamente con Dios, haciendo de él el Hijo deDios exclusivo, determinando su diferencia de los hombres yángeles y dándole de este modo el monopolio de un ser eterno nocreado.El primer caso de <strong>la</strong> manera cómo <strong>la</strong> reflexión sobre <strong>la</strong>religión, o sea <strong>la</strong> teología, convierte el ser divino en otro ser,distinto del hombre, es <strong>la</strong> existencia de Dios, a <strong>la</strong> que se haceobjeto de una demostración formal. Las pruebas de <strong>la</strong> existencia deDios han sido dec<strong>la</strong>radas contrarias a <strong>la</strong> esencia de <strong>la</strong> religión. Loson; pero sólo según <strong>la</strong> forma de prueba. La religión representainmediatamente <strong>la</strong> esencia intrínseca del hombre, como si fueradiferente y objetiva. Y <strong>la</strong> prueba no quiere otra cosa sino demostrarque <strong>la</strong> religión tiene razón. El ser más perfecto es aquel por encimadel cual no puede pensarse ningún otro. Dios es el ser supremoque el hombre piensa y puede pensar. Esta premisa de <strong>la</strong> pruebaontológica, <strong>la</strong> prueba más interesante, porque procede de un puntode vista interior, expresa <strong>la</strong> esencia intrínseca y más secreta de <strong>la</strong>religión. Aquello que constituye el límite esencial de su inteligencia,de su alma, de su modo de pensar, aquello es para él Dios Hic quanihil majus cogitare potest. Pero este ser supremo no sería elsupremo si no existiera; porque, en tal casa, podríamosrepresentarnos un ser más alto, que tendría <strong>la</strong> ventaja de existir;pero a esta ficción el concepto del ser más perfecto ya deantemano no da ningún lugar. La no existencia es una deficiencia;<strong>la</strong> existencia, es perfección, felicidad, beatitud. A un ser al cual elhombre da todo, y sacrifica todo lo que para él es caro, querido, nopuede tampoco negar el bien y <strong>la</strong> felicidad de <strong>la</strong> existencia. Locontradictorio al sentido religioso sólo consiste en que <strong>la</strong> existenciase considera como algo separado, imaginándose así <strong>la</strong> apariencia,como si Dios sólo fuera un ser pensado, existente en <strong>la</strong>representación, una apariencia que, por lo demás, en seguida essuprimida; porque <strong>la</strong> prueba demuestra precisamente que a Dios leatribuye un ser diferente ser pensado, fuera del hombre, del quepiensa, un ser real, existente por sí.
La prueba se diferencia sólo por eso de <strong>la</strong> religión, porqueexpresa y desarrol<strong>la</strong> el secreto entimema de <strong>la</strong> religión medianteuna deducción lógica formal, diferenciando así lo que <strong>la</strong> religiónune inmediatamente, porque lo que para <strong>la</strong> religión es lo mássublime, o sea Dios, no es para el<strong>la</strong> un pensamiento, sino verdad yrealidad inmediatas. Pero el hecho de que cada religión sacatambién conclusiones no desarrol<strong>la</strong>das, lo confiesa en su polémicacon otras religiones. "Vosotros, los paganos, no habéis podidopues imaginaras nada más sublime que vuestros dioses, porquehabíais caído en vuestras inclinaciones pecaminosas. Vuestrosdioses descansan en una conclusión cuyas premisas son vuestrosapetitos sensuales y vuestras pasiones. Vosotros pensáis de estamanera: <strong>la</strong> vida más agradable es vivir libremente según susinstintos y porque para vosotros tal vida era <strong>la</strong> vida más acertada ymás verdadera, <strong>la</strong> convertisteis en vuestro Dios. Vuestro Dios eravuestro apetito sensual, vuestro cielo sólo el espacio libre de <strong>la</strong>spasiones limitadas por <strong>la</strong> vida civil y real." Pero con respecto a símisma <strong>la</strong> religión no admite ninguna deducción; porque elpensamiento supremo que puede concebir es su límite, tiene parael<strong>la</strong> <strong>la</strong> fuerza de <strong>la</strong> necesidad, es para el<strong>la</strong> no una idea sino unarealidad inmediata.Las pruebas de <strong>la</strong> existencia de Dios tienen por finalidadexteriorizar el interior y separarlo del hombre. Por <strong>la</strong> existencia Diosse convierte en una cosa en sí: Dios ya no es un ser para nosotros,un ser para nuestra fe, nuestra alma, nuestra esencia, sino que estambién un ser para sí mismo, un ser fuera de nosotros; en unapa<strong>la</strong>bra, ya no es fe, alma pensamiento, sino también unaexistencia real y diferente de <strong>la</strong> fe, del alma, del pensamiento. Perotal ser es tan sólo un ser sensitivo.El concepto de <strong>la</strong> sensibilidad está ya en <strong>la</strong> expresióncaracterística de "estar fuera de nosotros". La teología sofística porcierto no toma <strong>la</strong> pa<strong>la</strong>bra "estar fuera de nosotros" en el sentidopropio, sino que pone en su lugar <strong>la</strong> expresión indeterminada de unser independiente y diferente de nosotros. Pero cuando aquel"estar fuera de nosotros" sólo es impropio, también lo es <strong>la</strong>existencia de Dios. Sin embargo, se trata precisamente de unaexistencia en el sentido propiamente dicho y <strong>la</strong> determinada, noambigua, expresión para "ser diferente" es "ser o estar fuera denosotros".87Una existencia real y sensible es aquel<strong>la</strong> que no depende de<strong>la</strong> determinación de mí mismo, de mi actividad, sino por <strong>la</strong> cual soydeterminado sin quererlo, que existe aun cuando yo no exista, nopienso en el<strong>la</strong>, no <strong>la</strong> siento. Luego, <strong>la</strong> existencia de Dios deberíaser una existencia sensiblemente determinada. Pero a Dios no selo ve, no se lo oye, no se experimenta sensiblemente. No existepara mí si yo no existo para Él; si yo no creo o pienso en Dios,entonces Dios para mí no existe. Luego sólo existe en cuanto espensado o creído, no es necesario agregar: "para mí". Luego suexistencia es una existencia real y a <strong>la</strong> vez irreal. Para expresarloen forma más agradable: una existencia espiritual. Pero <strong>la</strong>existencia espiritual es precisamente sólo una existencia pensadao creída. Luego, su existencia es una cosa intermedia llena decontradicciones. Con otras pa<strong>la</strong>bras: o es una existencia sensible,a <strong>la</strong> cual, sin embargo, faltan todas <strong>la</strong>s determinaciones de <strong>la</strong>sensibilidad, luego es una existencia asensitiva y sensitiva a <strong>la</strong> vez,que contradice al concepto de <strong>la</strong> sensibilidad, o es so<strong>la</strong>mente unaexistencia vaga, que en el fondo es una existencia sensible, porquepara no hacer ver este fondo, se le quitan todos los predicados deuna existencia efectiva sensible. Pero semejante existencia secontradice.Una consecuencia necesaria de esta contradicción es e<strong>la</strong>teísmo. La existencia de Dios tiene <strong>la</strong> esencia de una existenciaempírica o sensible, pero sin tener <strong>la</strong>s características de ésta; esde por sí un hecho de experiencia, y sin embargo no es, enrealidad, ningún objeto de <strong>la</strong> experiencia. El<strong>la</strong> misma exige delhombre que él <strong>la</strong> busque en <strong>la</strong> realidad, llena <strong>la</strong> cabeza conrepresentaciones y pretensiones sensibles; pero, si éstas nO sonsatisfechas, encuentra que <strong>la</strong> experiencia está en contradicción con<strong>la</strong>s representaciones, y entonces se cree con derecho a negar <strong>la</strong>existencia.Como se sabe, Kant ha negado en su "Crítica de <strong>la</strong>s pruebasde <strong>la</strong> existencia de Dios" que <strong>la</strong> existencia de Dios se puedadeducir a partir de <strong>la</strong> razón. Kant no mereció por ello el reprocheque le hizo Hegel. Kant tenía perfectamente razón: de un conceptono se puede deducir <strong>la</strong> existencia. Sólo merece el reproche encuanto quería decir algo especial y hacer una objeción, por decirasí, a <strong>la</strong> inteligencia. Pues se comprende por sí mismo: Lainteligencia no puede convertir un objeto de el<strong>la</strong> en un objeto de lossentidos. Mediante el pensamiento yo no puedo representar lo quepienso a <strong>la</strong> vez fuera de mí como una cosa sensible. La prueba de
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