objeto: Dios, el otro ser. El hombre proporciona mediante Dios supropio ser a sí mismo. Dios es el <strong>la</strong>zo personificado entre el ser, <strong>la</strong>especie y el individuo, entre <strong>la</strong> naturaleza humana y <strong>la</strong> concienciahumana.La fe reve<strong>la</strong>da describe más que nada <strong>la</strong> ilusión característicade <strong>la</strong> conciencia religiosa. La premisa de esta fe es: el hombre nopuede saber nada por sí mismo de Dios, todo su saber sólo esvanidad terrenal, humana y Dios es un ser supremo; sólo Dios seconoce a sí mismo. Luego no sabemos nada de Dios, sino lo que élnos ha reve<strong>la</strong>do. Sólo el contenido comunicado por Dios es uncontenido divino, supremo, sobrenatural. Mediante <strong>la</strong> reve<strong>la</strong>ciónconocemos a Dios por si mismo; pero <strong>la</strong> reve<strong>la</strong>ción es <strong>la</strong> pa<strong>la</strong>bra deDios, es el Dios que ha hab<strong>la</strong>do por si mismo. En <strong>la</strong> fe reve<strong>la</strong>daniégase por lo tanto, el hombre se excede y va más allá de símismo; opone <strong>la</strong> reve<strong>la</strong>ción al saber y a <strong>la</strong> opinión humana porqueen el<strong>la</strong> se manifiesta un saber oculto, <strong>la</strong> plenitud de todos lossecretos sobrenaturales. Aquí <strong>la</strong> razón debe cal<strong>la</strong>rse. Pero, sinembargo, <strong>la</strong> reve<strong>la</strong>ción divina es todavía una reve<strong>la</strong>cióndeterminada sólo por <strong>la</strong> naturaleza humana. Dios no hab<strong>la</strong> aanimales o a ángeles, sino a hombres; luego hab<strong>la</strong> un lenguajehumano con representaciones humanas. El hombre es el objeto deDios antes de que se manifieste exteriormente al hombre; él piensaen los hombres, él se determina según <strong>la</strong> naturaleza y según <strong>la</strong>snecesidades del hombre. Dios, por cierto, es libre en su voluntad;puede reve<strong>la</strong>r y no reve<strong>la</strong>r; pero no es libre en <strong>la</strong> inteligencia; él nopuede reve<strong>la</strong>r al hombre sólo lo que quiere, sino sólo lo queconviene al hombre, lo que corresponde a su naturaleza tal comoes, si es que quiere reve<strong>la</strong>rse. El reve<strong>la</strong> lo que debe reve<strong>la</strong>r si esque su reve<strong>la</strong>ción debe ser una reve<strong>la</strong>ción para el hombre y nopara otro ser cualquiera. Luego, lo que piensa Dios para el hombrelo piensa como determinado por <strong>la</strong> idea del hombre, comoproveniente de <strong>la</strong> reflexión sobre <strong>la</strong> naturaleza humana. Dios secoloca en el lugar del hombre y así piensa de sí mismo tal comoeste otro ser puede y debe pensar de él; no piensa con <strong>la</strong>inteligencia propia, sino con <strong>la</strong> facultad de <strong>la</strong> inteligencia humana.Dios no depende en el proyecto de sus reve<strong>la</strong>ciones de sí mismo,sino de <strong>la</strong> inteligencia del hombre. Lo que de Dios pasa al hombre,esto proviene del hombre y pasa a Dios para volver al hombre, esdecir, que proviene de <strong>la</strong> esencia del hombre al hombre consciente,de <strong>la</strong> especie al individuo. Luego, no existe entre <strong>la</strong> reve<strong>la</strong>cióndivina y <strong>la</strong> l<strong>la</strong>mada inteligencia humana o naturaleza del hombre,ninguna otra diferencia, sino una diferencia ilusoria. También el90contenido de <strong>la</strong> reve<strong>la</strong>ción divina es de origen humano; porque estecontenido proviene, no de Dios como Dios sino del Diosdeterminado por <strong>la</strong> inteligencia humana y <strong>la</strong> necesidad humana,vale decir, que proviene de <strong>la</strong> inteligencia y de <strong>la</strong> necesidadhumanas. De este modo el hombre, también en <strong>la</strong> reve<strong>la</strong>ción, sóloparte de sí mismo para volver, dando un rodeo, a sí mismo. Y asíse confirma también aquí, en forma decisiva, ¡que el secreto de <strong>la</strong>teología no es otra cosa sino <strong>la</strong> antropología.Por lo demás, <strong>la</strong> conciencia religiosa confiesa el carácterhumano de <strong>la</strong> reve<strong>la</strong>ción divina con respecto a tiempos pasados.Porque a <strong>la</strong> conciencia religiosa de tiempos posteriores, ya nobastaba un Jehová que de los pies a <strong>la</strong> cabeza era un hombre, yque demostró c<strong>la</strong>ramente su carácter humano. Todo esto sólo eranrepresentaciones en que el Dios de aquel tiempo se acomodaba a<strong>la</strong> concepción del hombre, es decir, que sólo eran representacioneshumanas. Pero el hombre no confiesa esto con respecto alcontenido actual de <strong>la</strong> reve<strong>la</strong>ción, porque éste radica en él mismo.Sin embargo, cualquier reve<strong>la</strong>ción de Dios sólo es una reve<strong>la</strong>ciónde <strong>la</strong> naturaleza del hombre. En <strong>la</strong> reve<strong>la</strong>ción el hombre objetiva supropia naturaleza oculta. Él es determinado por su esencia, él esafectado por el<strong>la</strong> como si fuera una esencia ajena; él recibe de <strong>la</strong>smanos de Dios lo que su propia esencia desconocida leproporciona como una necesidad bajo ciertas condicionestemporales.La fe reve<strong>la</strong>da es una fe infantil y sólo es respetable mientrasque sea infantil. Pero el niño es determinado por cosas exteriores.Y <strong>la</strong> reve<strong>la</strong>ción tiene, precisamente, el fin de lograr, mediante e<strong>la</strong>uxilio de Dios, lo que el hombre por sí mismo no puede obtener.Por eso se ha l<strong>la</strong>mado a <strong>la</strong> reve<strong>la</strong>ción: <strong>la</strong> educación del génerohumano. Es esto exacto; sólo que no hay que poner <strong>la</strong> reve<strong>la</strong>ciónfuera de <strong>la</strong> naturaleza del hombre. Tan necesariamente como elhombre se siente impulsado interiormente a representar doctrinasmorales y filosóficas en forma de narraciones y fábu<strong>la</strong>s, tannecesariamente cree él <strong>la</strong> reve<strong>la</strong>ción como algo que le ha sidodado interiormente. El contenido de <strong>la</strong>s fábu<strong>la</strong>s tiene un fin, dehacer a los hombres buenos e inteligentes; él eligeintencionalmente <strong>la</strong> forma de <strong>la</strong> fábu<strong>la</strong>, por ser el método másconvincente y más ilustrativo; pero, al mismo tiempo, se sienteimpulsado a esa forma de doctrina, por su propia naturalezaintrínseca, debido a su amor hacia <strong>la</strong> fábu<strong>la</strong>. Lo mismo pasa con <strong>la</strong>reve<strong>la</strong>ción, que se manifiesta en un individuo. Este individuo tiene
un fin; pero al mismo tiempo vive en <strong>la</strong>s representaciones, mediante<strong>la</strong>s cuales realza ese fin. El hombre objetiva, sin quererlo, por <strong>la</strong>fuerza imaginativa, su propio ser intrínseco; lo coloca fuera de sí.Este ser de <strong>la</strong> naturaleza humana, objetivada y personificada y queobra sobre él, mediante <strong>la</strong> fuerza irresistible de <strong>la</strong> facultad de <strong>la</strong>imaginación, como una ley de su pensamiento y de su actitud, esDios.A esto se deben los efectos benéficos y morales de <strong>la</strong> fereve<strong>la</strong>da sobre el hombre; porque <strong>la</strong> esencia propia sólo influyesobre el hombre inculto y subjetivo cuando lo objetiva como si fueraotro ser personal, un ser que tiene el poder de castigar y a cuyamirada no escapa nada.Pero como <strong>la</strong> naturaleza "inconscientemente produce obrasque parecen como si fueran producidas conscientemente", así <strong>la</strong>reve<strong>la</strong>ción produce actos morales pero sin que procedan de <strong>la</strong>moralidad, actos morales pero no intenciones morales. Losmandamientos morales se observan efectivamente, pero carecende <strong>la</strong> intención moral por el hecho de que estos mandamientos sonconsiderados como procedentes de un legis<strong>la</strong>dor existente yporque se ponen así a <strong>la</strong> par de mandamientos policiales yarbitrarios. Lo que se hace, no se hace porque es bueno y porquedebe obrarse de este modo, sino porque Dios lo ha mandado. Elcontenido de este mandamiento es indiferente; todo cuanto Diosmanda es justo. Si sus mandamientos coinciden con <strong>la</strong> inteligencia,con <strong>la</strong> ética, entonces esto significa una dicha, pero contingentepara el concepto de <strong>la</strong> reve<strong>la</strong>ción. Las leyes ceremoniales de losjudíos eran también mandamientos reve<strong>la</strong>dos y divinos, pero depor sí eran arbitrarias y contingentes. Los judíos hasta recibieronde Jehová el mandamiento de gracia de poder robar; c<strong>la</strong>ro estáque este mandamiento existió sólo para un caso especial.Pero <strong>la</strong> fe reve<strong>la</strong>da no so<strong>la</strong>mente echa a perder el sentido yel gusto moral y <strong>la</strong> estética de <strong>la</strong> virtud, sino que envenena y hastamata el sentido divino en el hombre, el sentido de <strong>la</strong> verdad y elsentimiento de <strong>la</strong> verdad. La reve<strong>la</strong>ción de Dios es una reve<strong>la</strong>cióntemporaria y determinada. Dios se ha reve<strong>la</strong>do sólo una vez portodas en el año X, y esto, no a los hombres de todos los tiempos ylugares, ni tampoco a <strong>la</strong> inteligencia y a <strong>la</strong> especie en general, sinoa individuos determinados y limitados.91Por ser una reve<strong>la</strong>ción determinada según el lugar y eltiempo, el<strong>la</strong> debe conservarse por escrito, a fin de que tambiénotros puedan disfrutar<strong>la</strong>. por eso <strong>la</strong> fe en <strong>la</strong> reve<strong>la</strong>ción es a <strong>la</strong> vezpor lo menos para <strong>la</strong> posteridad, <strong>la</strong> fe en una reve<strong>la</strong>ción escrita;pero <strong>la</strong> consecuencia y el efecto necesarios dan fe en que un librohistórico, escrito necesariamente bajo <strong>la</strong>s condiciones del tiempo yde lo finito, adquiere el significado de una pa<strong>la</strong>bra eterna yabsolutamente valedera, superstición y sofística.Porque <strong>la</strong> fe en una reve<strong>la</strong>ción escrita sólo es una fe real,verdadera, no simu<strong>la</strong>da y en tanto también respetable, donde secree que todo lo que está en <strong>la</strong> Sagrada Escritura es importante,santo, divino, y de absoluta verdad. En cambio, donde se hacendiferencias entre lo humano y lo divino, entre lo que vale absoluta yre<strong>la</strong>tivamente, entre lo que es histórico y eterno, donde no seconsidera todo lo que está en <strong>la</strong> Sagrada Escritura, sin diferenciaalguna, como absolutamente exacto, allí el juicio de los infieles, deque <strong>la</strong> Biblia no sea un libro divino, ya se introduce en <strong>la</strong> Biblia y sele quita, por lo menos indirectamente, el carácter de una reve<strong>la</strong>cióndivina. Para que <strong>la</strong> Biblia tenga el carácter de <strong>la</strong> divinidad, esabsolutamente necesario que sea una unidad inseparable quedebe aceptarse sin condiciones y sin hacer excepciones y que sea,por otra parte, de absoluta seguridad. Un libro que me imponenecesariamente <strong>la</strong> distinción y <strong>la</strong> necesidad de <strong>la</strong> crítica, parapoder distinguir lo divino de lo humano, lo eterno de lo que espasajero, no es ningún libro divino, ningún libro de absolutaseguridad e infalibilidad. Se lo coloca en <strong>la</strong> c<strong>la</strong>se de los librosprofanos, porque todo libro profano tiene <strong>la</strong> misma propiedad deque al <strong>la</strong>do de lo humano se encuentran cosas divinas, es decir,que aparte de lo que es individual, tiene también verdadesgenerales y eternas. Pero un libro verdaderamente bueno o másbien divino, sólo es aquel donde no so<strong>la</strong>mente hay algunas cosasbuenas y otras ma<strong>la</strong>s, algunas verdades eternas y otras pasajeras,sino donde todo es bueno y verdadero y eterno sin excepciónalguna. Pero ¿ qué c<strong>la</strong>se de reve<strong>la</strong>ción es donde yo debo escucharprimero al apóstol Pablo, luego al apóstol Pedro, luego a Jacobo yfinalmente a Juan, Mateo, Marcos y Lucas para llegar por fin a unacita donde el alma puede exc<strong>la</strong>mar" jEureka! Aquí hab<strong>la</strong> el propioEspíritu Santo, aquí hay algo para mí, algo para todos los hombresde todos los tiempos"? En cambio, ¡qué bien pensaba <strong>la</strong> antigua feal extender <strong>la</strong> inspiración hasta <strong>la</strong> última pa<strong>la</strong>bra y hasta <strong>la</strong> últimaletra! La pa<strong>la</strong>bra no es indiferente para el pensamiento, unpensamiento determinado sólo puede expresarse mediante una
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