eligión- o como hacia una persona, pero una persona que comoobjeto de <strong>la</strong> religión sólo tiene el significado de una imagen, sólo esuna persona ideal. Por eso se expresa el amor como característicode sus discípulos. Pero este amor, como ya se ha dicho, no es otracosa sino <strong>la</strong> confirmación de <strong>la</strong> unidad de <strong>la</strong> especie por lossentimientos. La especie no es una mera idea; el<strong>la</strong> existe en lossentimientos, en <strong>la</strong> energía del amor. Es <strong>la</strong> especie <strong>la</strong> que produceen mí el amor. Un corazón admirable es el corazón de <strong>la</strong> especie.Luego es Cristo, como conciencia del amor, <strong>la</strong> conciencia de <strong>la</strong>especie. Todos debemos ser uno en Cristo. Cristo es <strong>la</strong> concienciade nuestra unidad. Luego, quien ama al hombre por el hombremismo, quien se eleva al amor de <strong>la</strong> especie, al amor universal quecorresponde a <strong>la</strong> esencia de <strong>la</strong> especie, es cristiano, es el mismoCristo. Hace lo que Cristo hizo y lo que Cristo hizo de sí mismo.Luego, donde <strong>la</strong> conciencia de <strong>la</strong> especie se forma como especie,allí desaparece Cristo sin que su esencia verdadera perezca;porque era el representante, <strong>la</strong> imagen de <strong>la</strong> conciencia de <strong>la</strong>especie.CAPÍTULO XXVIIIAplicación finalEN <strong>LA</strong> CONTRADICCIÓN EXPUESTA ENTRE <strong>LA</strong> FE Y e<strong>la</strong>mor tenemos <strong>la</strong> necesidad práctica de elevamos por encima delcristianismo y por encima de <strong>la</strong> esencia de <strong>la</strong> religión en general.Hemos demostrado que el contenido y el objeto de <strong>la</strong> religión sonabsolutamente humanos, que el misterio de <strong>la</strong> teología es <strong>la</strong>antropología y que el del ser divino es el ser humano. Pero <strong>la</strong>religión no tiene <strong>la</strong> conciencia de <strong>la</strong> humanidad de su contenido;más bien se opone a lo que es humano o por lo menos no confiesaque su contenido sea humano. El necesario punto de inflexión de <strong>la</strong>Historia es, por lo tanto, <strong>la</strong> confesión c<strong>la</strong>ra de que <strong>la</strong> conciencia deDios no es otra cosa sino <strong>la</strong> conciencia de <strong>la</strong> especie, que elhombre sólo puede elevarse por encima de los límites de suindividualidad o personalidad, pero no por encima de <strong>la</strong>s leyes, de<strong>la</strong>s determinaciones esenciales de su especie; que el hombre porlo tanto no puede pensar, representar, sentir, creer, querer yvenerar a otro ser, como ser absoluto y divino, que el mismo serhumanal.116Nuestra re<strong>la</strong>ción con <strong>la</strong> religión es en consecuencia noexclusivamente negativa, sino crítica; separamos lo verdadero delo falso, aunque por cierto <strong>la</strong> verdad separada de lo que es falso,siempre es una verdad nueva y esencialmente diferente de <strong>la</strong>verdad vieja. La religión es <strong>la</strong> primera conciencia que tiene elhombre de sí mismo. Santas son <strong>la</strong>s religiones, precisamenteporque son <strong>la</strong>s tradiciones de <strong>la</strong> primera conciencia. Pero, lo quepara <strong>la</strong> religión es lo primero, o sea Dios, esto es, como se hademostrado, de acuerdo a <strong>la</strong> verdad, lo segundo, pues sólo es <strong>la</strong>esencia objetivada del hombre; y lo que para el<strong>la</strong> es lo segundo, osea el hombre, debe ser colocado y dec<strong>la</strong>rado como lo primero. E<strong>la</strong>mor hacia el hombre no debe ser derivado; debe convertirse enun amor original. Sólo entonces el amor es un poder verdadero,santo y confiable. Si <strong>la</strong> esencia del hombre es el ser supremo delhombre, debe ser prácticamente <strong>la</strong> ley suprema y primera delhombre, el amor del hombre al hombre. Homo homini Deus esto Elhombre es el Dios porque el hombre es el Dios para el hombre -eséste el principio supremo y práctico- es éste el punto de inflexiónque cambia <strong>la</strong> historia del mundo. Las re<strong>la</strong>ciones del niño con lospadres, del esposo con <strong>la</strong> esposa, del hermano con el hermano,del amigo con el amigo, y en general del hombre con el hombre, esuna pa<strong>la</strong>bra todas <strong>la</strong>s re<strong>la</strong>ciones morales, son en sí y para síre<strong>la</strong>ciones verdaderamente religiosas. La vida es, en general, ensus re<strong>la</strong>ciones esenciales de naturaleza absolutamente divina. Suconsagración religiosa no <strong>la</strong> recibe por <strong>la</strong> bendición del sacerdote.La religión quiere consagrar un objeto mediante una acción en sípuramente extrínseca; de este modo el<strong>la</strong> pretende ser una potenciasagrada: fuera de sí sólo conoce re<strong>la</strong>ciones terrenales, no divinas yprecisamente por eso el<strong>la</strong> viene para santificadas y consagradas.Pero el matrimonio -naturalmente como unión libre del amorespor sí mismo sagrado, por <strong>la</strong> naturaleza de <strong>la</strong> unión que aquí serealiza. Sólo es verdadero, el matrimonio religioso, quecorresponde a <strong>la</strong> esencia del matrimonio, al amor. Y así es con <strong>la</strong>sdemás re<strong>la</strong>ciones morales. Sólo son morales, sólo son cultivadasen el sentido moral, donde valen por sí mismas como religiosas.Verdadera amistad sólo existe allí donde los límites de <strong>la</strong> amistadse observan con conciencia religiosa, con <strong>la</strong> misma conciencia conque los creyentes conservan <strong>la</strong> dignidad de su Dios. Sagrada es ysea para ti <strong>la</strong> amistad, sagrada <strong>la</strong> propiedad, sagrado elmatrimonio, sagrado el bien de todo hombre, pero sagrado en sí ypara sí. En el cristianismo, <strong>la</strong>s leyes morales se conciben comomandamientos de Dios, se convierte <strong>la</strong> moral misma en un criterio
de <strong>la</strong> religiosidad: pero, sIn embargo, <strong>la</strong> moral tiene un significadosubordinado, no tiene para sí misma el significado de <strong>la</strong> religión.Esta sólo existe en <strong>la</strong> fe. Sobre <strong>la</strong> moral está Dios como un serdistinto del hombre, como un ser al cual pertenece lo mejor,mientras que para el hombre sólo queda el desperdicio. Todos lossentimientos que deben ser dirigidos hacia <strong>la</strong> vida, hacia elhombre, todas sus mejores fuerzas, <strong>la</strong>s gasta el hombre en favorde un ser que no necesita de nada. La verdadera causa seconvierte en un simple medio sin importancia, una causa sóloimaginada en una causa verdadera y real. El hombre da gracias aDios por el bien que el otro le ha hecho hasta con sacrificios. Lasgracias que él expresa a su benefactor, sólo son aparentes, no sonpara él sino para Dios. El agradece a Dios; en cambio, esdesagradecido para con los hombres. De este modo, el sentidomoral perece en <strong>la</strong> religión. El hombre sacrifica al hombre a favorde Dios. El sacrificio humano cruento es, en verdad, sólo unaexpresión sensible tosca del misterio intrínseco de <strong>la</strong> religión.Donde se sacrifican cruentamente víctimas humanas a Dios, seconsideran estos sacrificios como los más altos y <strong>la</strong> vida sensiblecomo el bien supremo. Por eso se sacrifica <strong>la</strong> vida a Dios, y esto encasos extraordinarios, porque se cree así rendir a él el honormáximo. Si el cristianismo, por lo menos en nuestros tiempos, yano sacrifica seres humanos a su Dios, se debe, si se prescinde deotras razones, sólo al hecho de que <strong>la</strong> vida sensible ya no seconsidera como el bien supremo; en su lugar se sacrifican a Dios e<strong>la</strong>lma, los sentimientos, porque hasta se los cree más altos. Pero locomún es que el hombre, en <strong>la</strong> religión, sacrifica una obligaciónpara con el hombre -como <strong>la</strong> de respetar <strong>la</strong> vida del otro y seragradecido- a una obligación religiosa, sacrificando <strong>la</strong> re<strong>la</strong>ción conel hombre a <strong>la</strong> re<strong>la</strong>ción con Dios. Los cristianos han eliminado,mediante <strong>la</strong> doctrina de que Dios no necesita de nada, que es sóloun objeto de <strong>la</strong> pura adoración, muchas representaciones crueles.Pero esta propiedad de Dios es so<strong>la</strong>mente un concepto abstracto ymetafísico, que en ninguna forma es el fundamento de <strong>la</strong> esenciapropia de <strong>la</strong> religión. La necesidad de adoración colocadaso<strong>la</strong>mente en el <strong>la</strong>do subjetivo, es para los sentimientos religiososuna cosa indiferente. Por eso debe ponerse en Dios unadeterminación que corresponda a <strong>la</strong> necesidad subjetiva, aunqueno sea con pa<strong>la</strong>bras, pero por lo menos con hechos, para poderestablecer reciprocidad. Todas <strong>la</strong>s determinaciones reales de <strong>la</strong>religión descansan en <strong>la</strong> reciprocidad. El hombre religioso piensaen Dios porque Dios piensa en él, ama a Dios porque Dios lo haamado primero, etc. Dios es celoso con respecto al hombre, <strong>la</strong>117religión es celosa con respecto a <strong>la</strong> moral; el<strong>la</strong> sanciona susmejores fuerzas, da al hombre lo que es del hombre, pero a Dios loque es de Dios. Y Dios es el sentimiento verdadero, es el corazón.Si en los tiempos en que <strong>la</strong> religión era una cosa sagrada,encontramos que el matrimonio, <strong>la</strong> propiedad, <strong>la</strong>s leyes de Estadofueron respetadas debemos tener en cuenta que esto no tiene sucausa en <strong>la</strong> religión, sino en <strong>la</strong> conciencia original y naturalmentemoral y justa para <strong>la</strong> cual <strong>la</strong>s re<strong>la</strong>ciones jurídicas y morales, ya depor sí son santas. Para quien el derecho no es sagrado en símismo, no le será tampoco jamás por <strong>la</strong> religión. La propiedad nose ha hecho sagrada porque fuera considerada como unainstitución divina; sino porque fue considerada por sí misma comoalgo sagrado, fue considerada también como una institución divina.El amor no es sagrado por el hecho de que es un predicado deDios; sino que es un predicado de Dios porque ya de por sí esdivino. Los paganos no veneran <strong>la</strong> luz ni <strong>la</strong> fuente porque sean undon de Dios, sino porque estas cosas son beneficiosas para elhombre, porque dan alivio al que sufre, y por eso les atribuíanhonores divinos.Donde <strong>la</strong> moral se funda en <strong>la</strong> teología y el derecho en <strong>la</strong>institución divina, se pueden justificar y fundamentar <strong>la</strong>s cosas másinmorales, injustas deshonrosas. Sólo puedo fundamentar <strong>la</strong> moralpor <strong>la</strong> teología, cuando yo mismo, mediante <strong>la</strong> moral, determino elser divino. De lo contrario no tengo criterio de lo que es moral einmoral; sino tengo una base inmoral y arbitraria, de <strong>la</strong> cual puedoderivar todas <strong>la</strong>s cosas posibles. Debo, por lo tanto, poner <strong>la</strong> moralen Dios, si es que quiero fundamentada por medio de Dios; esdecir, que puedo fundamentar <strong>la</strong> moral, el derecho, en una pa<strong>la</strong>bratodas <strong>la</strong>s re<strong>la</strong>ciones esenciales sólo por sí mismas y sólo <strong>la</strong>sfundamento verdaderamente, así como manda <strong>la</strong> verdad, cuando<strong>la</strong>s fundamento por sí mismas. Atribuir una cosa a Dios, o derivadade Dios, no significa otra cosa sino quitar algo a <strong>la</strong> razón queexamina, l<strong>la</strong>mar algo como indudable sagrado y santo sin darcuenta de ello. Por eso cuando <strong>la</strong> moral y el derecho sonfundamentados en <strong>la</strong> teología, hay, o un desconocimiento absolutoo una intención ma<strong>la</strong> y premeditada. Cuando nos interesaverdaderamente el derecho, no necesitamos un estímulo ni unaayuda de arriba. No necesitamos ningún derecho cristiano:necesitamos so<strong>la</strong>mente un derecho razonable, Justo y humano. Loque es verdad, lo que es bueno, tiene su causa de consagración ensí mismo, en su cualidad. Cuando queremos en verdad <strong>la</strong> moral,
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te da la vida eterna, y no te cuest
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