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LA ESENCIA DEL CRISTIANISMO Ludwig Feuerbach Prólogo a la ...

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El misterio de <strong>la</strong> encarnación o Dios como ser sentimentalES POR <strong>LA</strong> CONCIENCIA <strong>DEL</strong> AMOR por <strong>la</strong> cual el hombrese reconcilia con Dios o más bien consigo mismo, o sea con su serque se le enfrenta en <strong>la</strong> ley, como si fuera otro ser. La concienciadel amor divino o lo que es lo mismo, <strong>la</strong> contemp<strong>la</strong>ción de Dioscomo un ser humano, es el misterio de <strong>la</strong> encarnación, del Diosque se ha hecho carne, o que se ha convertido en hombre. Laencarnación no es otra cosa sino <strong>la</strong> aparición perceptible y efectivade <strong>la</strong> naturaleza humana de Dios. Dios no se ha hecho hombre acausa de sí mismo; es <strong>la</strong> angustia, <strong>la</strong> necesidad del hombre –unanecesidad que por lo demás hoy todavía reside en un almareligiosa- <strong>la</strong> causa de <strong>la</strong> encarnación. Dios se ha hecho hombre pormisericordia, luego ya en sí mismo era un Dios humano antes deque se convirtiera en un hombre real; porque afectó a su corazón <strong>la</strong>necesidad humana, <strong>la</strong> miseria humana. La encarnación era unalágrima de <strong>la</strong> misericordia divina, luego es so<strong>la</strong>mente <strong>la</strong>manifestación de un ser humanamente sensible y por esoesencialmente humano.Cuando uno, en <strong>la</strong> encarnación, sólo contemp<strong>la</strong> al Dioshecho hombre; por lo tanto dicha encarnación aparece como unacontecimiento sorprendente, inexplicable y maravilloso. Pero elDios hecho hombre sólo es <strong>la</strong> aparición del hombre hecho Dios;por eso a <strong>la</strong> condescendencia de Dios hacia el hombre, precedenecesariamente <strong>la</strong> elevación del hombre a Dios. El hombre yaexistía en Dios, ya era Dios mismo, antes de que Dios seconvirtiera en un hombre, es decir, se manifestara como hombre.De lo contrario, ¿cómo podría Dios haberse hecho hombre? Elviejo principio "de nada, nada se hace" vale también en este caso.Un rey que no se preocupa de <strong>la</strong> salud de sus súbditos, que desdesu trono no vive con su espíritu en los hogares de aquellos que ensu modo de pensar no hab<strong>la</strong> como el "hombre común", tal reytampoco corporalmente descenderá de su trono para hacer feliz asu pueblo con su presencia personal. ¿Acaso no ha ascendido elsúbdito hacia el rey antes de que el rey descienda al súbdito? Y síel súbdito se siente honrado y feliz por <strong>la</strong> presencia de su rey,acaso este sentimiento sólo se refiere a esta presencia visiblecomo tal o más bien a <strong>la</strong> presencia del espíritu de aquel reyhumano que es <strong>la</strong> causa de esta presencia. Pero lo que en verdadde <strong>la</strong> religión es <strong>la</strong> causa, esto se convierte en <strong>la</strong> conciencia de <strong>la</strong>religión, en consecuencia. Así, <strong>la</strong> elevación del hombre a Dios se25ha convertido en una consecuencia de <strong>la</strong> condescendencia de Dioshacia el hombre. Dios, dice <strong>la</strong> religión, se humanizó para divinizaral hombre.Lo profundo e inconcebible, es decir, lo contradictorio que seencuentra en <strong>la</strong> frase "Dios es o se hace hombre", sólo provienedel hecho de que se confunda el concepto o <strong>la</strong>s determinacionesdel ser general ilimitado metafísico con el concepto o <strong>la</strong>sdeterminaciones del Dios religioso, o sea <strong>la</strong>s determinaciones de <strong>la</strong>inteligencia con <strong>la</strong>s determinaciones del corazón: una confusiónque es el mayor obstáculo del conocimiento verdadero de <strong>la</strong>religión. Pero en realidad trátase sólo de <strong>la</strong> forma humana de Dios,que ya en su esencia, en lo más profundo de su alma, es un Diosmisericordioso, humano.En <strong>la</strong> doctrina eclesiástica esto se expresa de tal manera queno se encarna <strong>la</strong> primera persona de <strong>la</strong> divinidad, sino <strong>la</strong> segunda,que representa al hombre en y de<strong>la</strong>nte de Dios. Pero esta segundapersona es, en realidad, como se verá más ade<strong>la</strong>nte, <strong>la</strong> verdadera,total y primera persona de <strong>la</strong> religión. La encarnación sólo sin esteconcepto de mediación, representa su punto de partida, esnecesaria y lógica. De ahí que asegurar que <strong>la</strong> encarnación sea unhecho puramente empírico o histórico que sólo puede conocersemediante una reve<strong>la</strong>ción teológica es <strong>la</strong> manifestación de unmaterialismo religioso absolutamente estúpido; pues <strong>la</strong>encarnación es una consecuencia que descansa en una premisamuy fácil de comprender, pero asimismo es erróneo si se quierededucir a <strong>la</strong> encarnación de razones puramente especu<strong>la</strong>tivas, esdecir, metafísicas y abstractas; porque <strong>la</strong> metafísica sólo pertenecea <strong>la</strong> primera persona que no encarna y que no es una personadramática. Semejante deducción a lo sumo podría justificarse en elcaso de que se quisiera deducir conscientemente de <strong>la</strong> metafísica<strong>la</strong> negación de el<strong>la</strong> misma.Por este ejemplo vemos cómo se distingue <strong>la</strong> antropología de<strong>la</strong> filosofía especu<strong>la</strong>tiva. La antropología no considera a <strong>la</strong>encarnación como un misterio especial y estupendo tal como <strong>la</strong>especu<strong>la</strong>ción deslumbrada por <strong>la</strong> apariencia mística; el<strong>la</strong> más biendestruye <strong>la</strong> ilusión de que después de <strong>la</strong> encarnación hubiera unmisterio especial y sobrenatural; el<strong>la</strong> critica el dogma y lo reduce asus elementos innatos al hombre, a su origen intrínseco y su puntocentral o sea al amor.

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