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LA ESENCIA DEL CRISTIANISMO Ludwig Feuerbach Prólogo a la ...

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al espíritu, a <strong>la</strong> conciencia, a <strong>la</strong> personalidad. Con respecto a unade sus partes, con respecto a su reverso, l<strong>la</strong>mas a tu Dios no Dios;y sólo lo l<strong>la</strong>mas Dios con respecto a su cara, con respecto a suanverso, donde él se presenta como espíritu y como conciencia;luego, es su ser característico aquello por lo cual es Dios, espíritu,inteligencia, conciencia. Pero, ¿por qué conviertes, entonces, loque es el sujeto propiamente dicho en Dios como Dios, vale decir,como espíritu, en un simple predicado, como si Dios fuera Diosincluso sin espíritu y sin conciencia? ¿Por qué otra razón sinoporque tú piensas como un esc<strong>la</strong>vo de <strong>la</strong> facultad imaginativareligiosa mística y porque sólo te sientes bien y cómodo a <strong>la</strong> luzcrepuscu<strong>la</strong>r y fa<strong>la</strong>z del misticismo? El místico es unadeuteroscopia. El misticismo especu<strong>la</strong> sobre <strong>la</strong> esencia de <strong>la</strong>naturaleza o del hombre; pero en y con <strong>la</strong> imaginación de que élreflexiona sobre otro ser personal distinto de ambos (es decir, de <strong>la</strong>naturaleza y del hombre). El místico tiene los mismos objetos queel pensador sencillo y consciente; pero el objeto verdadero es parael místico no el objeto como tal, sino como una cosa imaginada, ypor eso es <strong>la</strong> cosa imaginada para él, el objeto verdadero.De este modo, es aquí, en <strong>la</strong> doctrina mística de los dosprincipios en Dios, el objeto verdadero <strong>la</strong> patología, y el objetoimaginado <strong>la</strong> teología; es decir, <strong>la</strong> patología se convierte enteología. Ahora bien; no se podría objetar nada en contra de eso si<strong>la</strong> verdadera patología fuera reconocida y l<strong>la</strong>mada, a conciencia,teología; pues nuestra tarea consiste en demostrar que <strong>la</strong> teologíano es otra cosa que patología, antropología y psicología esotérica yque en consecuencia <strong>la</strong> verdadera antropología, <strong>la</strong> verdaderapsicología, tienen mucho más derecho al nombre de teología que<strong>la</strong> misma teología, porque ésta no es otra cosa que una psicologíay antropología imaginadas. Pero el contenido de esta doctrina sinintuición -y por eso mismo es precisamente mística y fantásticapretendeser no patología sino teología, es decir, teología en elsentido antiguo, común de <strong>la</strong> pa<strong>la</strong>bra: pues se pretende que aquíse nos revele <strong>la</strong> vida de otro ser distante de nosotros, mientras queen realidad sólo se nos reve<strong>la</strong> nuestro propio ser; pero que almismo tiempo se nos oculta nuevamente porque es presentadocomo <strong>la</strong> esencia de otro ser.Se dice que <strong>la</strong> inteligencia se presenta en Dios, no ennosotros, los individuos humanos -pues esto sería una verdaddemasiado trivial- sólo después de <strong>la</strong> pasión de <strong>la</strong> naturaleza, y sedice que no nosotros, sino Dios, evoluciona de <strong>la</strong> oscuridad de41sentimientos e instintos confusos hacia <strong>la</strong> c<strong>la</strong>ridad de <strong>la</strong>inteligencia, y finalmente se asegura que no en nuestro modo decomprender, sino en Dios mismo <strong>la</strong> oscuridad de <strong>la</strong> noche precedea <strong>la</strong> conciencia ha<strong>la</strong>gadora de <strong>la</strong> luz: en una pa<strong>la</strong>bra, se pretendeque aquí no se represente <strong>la</strong> historia de <strong>la</strong> enfermedad humana,sino <strong>la</strong> historia de <strong>la</strong> evolución es decir, de <strong>la</strong> enfermedad de Dios,pues <strong>la</strong>s evoluciones son enfermedades.Por eso, si el proceso de distinción en Dios que crea estemundo, nos hace ver <strong>la</strong> luz de <strong>la</strong> fuerza distintiva como una esenciadivina, entonces nos presenta, en cambio, <strong>la</strong> noche, o sea <strong>la</strong>naturaleza en Dios como fuerzas divinas o potencias. Así sucedeen los "Pensées confuses", de Leibniz. Pero los "Penséesconfuses" de Leibniz, <strong>la</strong>s representaciones e Ideas confusas yoscuras de imágenes exactas, representan <strong>la</strong> carne, <strong>la</strong> materia;una inteligencia pura segregada de <strong>la</strong> materia sólo tiene ideasluminosas y libres, c<strong>la</strong>ras, es decir, sin imágenes carnales, sinimágenes materiales que excitan <strong>la</strong> fantasía y sublevan <strong>la</strong> sangre.Por eso, <strong>la</strong> noche en Dios no dice otra cosa sino que Dios no esso<strong>la</strong>mente un ser espiritual, sino también material, carnal, corporal:pero como el hombre es hombre y no se le l<strong>la</strong>ma según su carne,según su espíritu, así también Dios.La doctrina mística enuncia esto sólo en imágenes oscuras,místicas indeterminadas y ambiguas. En lugar de <strong>la</strong> expresiónfuerte, pero precisamente por eso precisa y picante, "carne", poneallí <strong>la</strong>s pa<strong>la</strong>bras abstractas y ambiguas "naturaleza y principio".Dado que nada existe ante Dios o fuera de Dios, debe tener éltambién <strong>la</strong> causa de su existencia en sí mismo. Esto lo dicen todoslos filósofos: pero ellos hab<strong>la</strong>n de esta causa como de un meroconcepto, sin atribuirle realidad y efectividad alguna. Esta causa desu existencia que tiene Dios en sí, no es Dios consideradoabsolutamente, en cuanto existe; pues es so<strong>la</strong>mente <strong>la</strong> causa desu existencia.Esta causa es <strong>la</strong> naturaleza en Dios, un ser por ciertoinseparable de él, pero sin embargo diferente de éste.Análogamente esa re<strong>la</strong>ción puede ser explicada por <strong>la</strong> re<strong>la</strong>ciónentre <strong>la</strong> gravedad y <strong>la</strong> luz de <strong>la</strong> naturaleza.Esta causa es <strong>la</strong> no inteligencia en Dios. "Lo que es elprincipio de una inteligencia (en el<strong>la</strong> misma), no puede ser a su vezinteligente. Porque de esta no inteligencia ha nacido, en el sentido

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