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LA ESENCIA DEL CRISTIANISMO Ludwig Feuerbach Prólogo a la ...

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sólo es el fenómeno sensible de esa unidad de cosas que secontradicen. Pero <strong>la</strong> transformación encubre <strong>la</strong> contradicción,porque se interca<strong>la</strong> <strong>la</strong> representación natural de <strong>la</strong> transformación.Sin embargo no se ha hecho una transformación pau<strong>la</strong>tina, natural,o por decir así, orgánica, sino <strong>la</strong> transformación absoluta,careciente de sustancias, una verdadera creación de <strong>la</strong> nada. Porel acto mi<strong>la</strong>groso, tan misterioso y tan fatal, por el acto queconvierte el mi<strong>la</strong>gro en mi<strong>la</strong>gro, de repente, ya no se diferencianagua y vino, lo que quiere decir lo mismo que hierro es madera oes hierro de madera.El acto del mi<strong>la</strong>gro -y el mi<strong>la</strong>gro sólo es un acto fugaz- es, porlo tanto, inconcebible, pues destruye el principio del pensamiento,pero tampoco es un objeto de los sentidos, un objeto de unaexperiencia real o tan sólo posible. El agua es objeto del sentido ytambién lo es el vino; yo veo ahora el agua, y luego el vino; pero elmi<strong>la</strong>gro mismo, aquello que ha convertido esta agua tanrepentinamente en vino, no es objeto de una experiencia real oposible, porque no es ningún proceso natural. El mi<strong>la</strong>gro es unobjeto de <strong>la</strong> imaginación y precisamente por eso es también tansentimental, pues <strong>la</strong> fantasía es <strong>la</strong> actividad correspondiente alsentimiento, porque destruye todas <strong>la</strong>s barreras, todas <strong>la</strong>s leyes,que hacen mal al sentimiento, objetivando así para el hombre <strong>la</strong>satisfacción inmediata, lisa y l<strong>la</strong>namente limitada de sus deseosmás subjetivos. La sentimentalidad es <strong>la</strong> propiedad esencial delmi<strong>la</strong>gro. Por cierto hace el mi<strong>la</strong>gro una impresión solemne yconmovedora en cuanto expresa una fuerza que no tiene límites, <strong>la</strong>fuerza de <strong>la</strong> fantasía. Pero esta impresión sólo existe en el actotransitorio de <strong>la</strong> realización del mi<strong>la</strong>gro, <strong>la</strong> impresión esencial quequeda, es <strong>la</strong> del sentimiento. En el momento en que se resucita alser querido muerto, los parientes y amigos que lo rodean seasustan del poder extraordinario y omnipotente que devuelve losmuertos a <strong>la</strong> vida; pero en el mismo instante -pues los efectos delpoder mi<strong>la</strong>groso son sumamente rápidos- en que resucita, en quese ha consumado el mi<strong>la</strong>gro, los parientes abrazan al resucitado ylo llevan, derramando lágrimas de alegría, para celebrar en casauna fiesta emocional. El mi<strong>la</strong>gro proviene del sentimiento y vuelvea éste. Hasta en <strong>la</strong> representación no niega su origen. Larepresentación adecuada es so<strong>la</strong>mente <strong>la</strong> que expresa el momentoemocional. ¿Quién desconocería, en <strong>la</strong> narración de Lázaroresucitado, ese mi<strong>la</strong>gro más grande de Jesús, el tono legendarioíntimo? Pero el mi<strong>la</strong>gro es precisamente sentimental porque, comohemos dicho, satisface los deseos de los hombres, sin trabajo y sin59esfuerzo. El trabajo es asentimental, es incrédulo, es racional;puesto que el hombre en el trabajo hace depender su existencia de<strong>la</strong> acción teleológica, que proviene exclusivamente del concepto deun mundo objetivado. Pero el sentimiento no se preocupa delmundo objetivado; sale de sí mismo: es feliz en sí mismo. Elelemento de <strong>la</strong> cultura, el principio nórdico de <strong>la</strong> autodesilusión seaparta del sentimiento. El espíritu clásico, el espíritu de <strong>la</strong> cultura,es el espíritu que se autolimita por leyes, y determina <strong>la</strong> fantasía yel sentimiento, por <strong>la</strong> intuición del mundo, por <strong>la</strong> necesidad, y <strong>la</strong>verdad de <strong>la</strong> naturaleza de <strong>la</strong>s cosas. En lugar del espíritu, sepuso, debido al cristianismo, <strong>la</strong> subjetividad ilimitada,desmesurada, excesiva y sobrenatural, un principio, que en suesencia íntima se opone al principio de <strong>la</strong> ciencia, de <strong>la</strong>s culturas.Con el cristianismo, el hombre perdió el sentido, <strong>la</strong> facultad deescrutar e investigar <strong>la</strong> naturaleza, el universo. Mientras existía elcristianismo verdadero, sincero, no falsificado, desconsiderado, ymientras el cristianismo era una verdad viviente y práctica, serealizaban mi<strong>la</strong>gros verdaderos y esto necesariamente, porque <strong>la</strong>fe en mi<strong>la</strong>gros muertos, históricos y pretéritos, es una fe muerta, esel primer principio de <strong>la</strong> incredulidad, o más bien, es <strong>la</strong> primera ypor eso mismo tímida manera en que se manifiesta <strong>la</strong> no creenciaen el mi<strong>la</strong>gro. Pero donde suceden mi<strong>la</strong>gros, allí se mezc<strong>la</strong>n ciertasfiguras con <strong>la</strong> nieb<strong>la</strong> de <strong>la</strong> fantasía y del sentimiento, allí el mundo,<strong>la</strong> realidad, no es verdad, allí se considera como ser verdadero yreal únicamente al ser mi<strong>la</strong>groso sentimental, es decir, subjetivo.Para el hombre sentimental, <strong>la</strong> actividad suprema es,directamente, sin que lo quiera o sepa, <strong>la</strong> facultad imaginativa quelo domina enteramente como actividad suprema de Dios y actividadcreadora. Su sentimiento le es <strong>la</strong> autoridad y verdad inmediata; yasí como para él el sentimiento es <strong>la</strong> verdad y es lo más verdaderoy <strong>la</strong> esencia suprema, no puede prescindir de su sentimiento, nopuede subordinarlo, así es también <strong>la</strong> imaginación una verdad. Lafantasía, o sea <strong>la</strong> facultad imaginativa (que aquí no debendistinguirse aunque sean diferentes) no es para él en <strong>la</strong> mismamanera un objeto como lo es para nosotros, los hombresracionalistas, que sabemos distinguir<strong>la</strong> como subjetiva en oposicióna <strong>la</strong> intuición objetiva; el<strong>la</strong> le es más bien inmediatamente unidacon el mismo, forma una unidad con su sentimiento y por seridéntica con él y su esencia, es su intuición esencial, objetivada ynecesaria. Para nosotros <strong>la</strong> fantasía es una actividad arbitraria;pero donde el hombre no ha asimi<strong>la</strong>do el principio de <strong>la</strong> cultura y de<strong>la</strong> necesidad de formarse una idea del universo en general, donde

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