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LA ESENCIA DEL CRISTIANISMO Ludwig Feuerbach Prólogo a la ...

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objetiva, <strong>la</strong> conciencia que el tú precisa para <strong>la</strong> perfección ideal delyo, que los hombres sólo son hombres cuando están juntos; quelos hombres sólo juntos son lo que son y son así como son o seaasí como el hombre debe ser y puede ser. Todos los hombres sonpecadores. Lo concedo; pero no todos pecan de <strong>la</strong> misma manera.Hay una grande y hasta esencial diferencia entre ellos conrespecto a eso. El uno tiene una inclinación hacia <strong>la</strong> mentira, peroel otro no: daría su vida por no faltar a su pa<strong>la</strong>bra o mentir; eltercero tiene una inclinación hacia <strong>la</strong> bebida, el cuarto hacia <strong>la</strong> vidasexual y el quinto no tiene ninguna de estas inclinaciones, ya seadebido a <strong>la</strong> gracia de <strong>la</strong> naturaleza, ya sea debido a <strong>la</strong> energía desu carácter. Luego, los hombres se completan tanto en lo moralcomo en lo físico e intelectual; de manera que son en total asícomo deben ser representando en su totalidad al hombre perfecto.Por eso el trato enmienda al hombre y lo eleva; sin quererlo,sin imaginarlo, el hombre es muy diferente en su trato con losdemás hombres de lo que es cuando está solo. Especialmente e<strong>la</strong>mor, el amor sexual hace verdaderos mi<strong>la</strong>gros. El hombre y <strong>la</strong>mujer se enmiendan y se completan el uno al otro pararepresentar, así unidos, a <strong>la</strong> especie o sea al hombre perfecto. Sin<strong>la</strong> especie, el amor es imposible. El amor no es otra cosa que elsentimiento consciente de <strong>la</strong> especie dentro de <strong>la</strong> diferencia sexual.En el amor reside <strong>la</strong> verdad de <strong>la</strong> especie, que de lo contrario sólosería un objeto del razonamiento, un objeto del pensamiento; esuna cuestión del sentimiento, una verdad del sentimiento; pues enel amor expresa el hombre <strong>la</strong> insuficiencia de su individualidad,exige <strong>la</strong> existencia de otro ser como necesidad para su corazón,considera a ese otro ser como su propio, dec<strong>la</strong>ra que sólo su vidaligada con él por el amor, es una vida verdadera, una vida quecorresponde al concepto del hombre, es decir, a <strong>la</strong> especie. Elindividuo es defectuoso, imperfecto, débil y exigente; por el amores fuerte, perfecto, se satisface, no necesita de nada, es infinito,porque en el amor el sentimiento de <strong>la</strong> individualidad es elsentimiento de <strong>la</strong> perfección de <strong>la</strong> especie. Pero, así como el amor,obra también <strong>la</strong> amistad; por lo menos donde es verdadera ysincera, donde es una religión, como era entre los antiguos. Losamigos se completan; <strong>la</strong> amistad es un medio de <strong>la</strong> virtud y másaún: es <strong>la</strong> virtud misma, pero una virtud común. Sólo entre losvirtuosos puede haber amistad, como decían los antiguos. Pero nopuede haber una igualdad perfecta, sino que debe más bien haberdiferencia: porque <strong>la</strong> amistad se funda en el impulso decompletarse. El amigo se da a sí mismo, mediante el otro amigo, lo69que él mismo no tiene. La amistad expía, mediante <strong>la</strong>s virtudes deluno, <strong>la</strong>s faltas del otro. El amigo justifica al amigo ante Dios. Pormás defectuoso que sea un hombre para sí mismo, sin embargodemuestra tener un buen fondo por el hecho de que tiene poramigos a hombres capaces. Aunque yo mismo no pueda serperfecto, sin embargo amo en los demás <strong>la</strong> virtud, <strong>la</strong> perfección.Por eso mismo, si Dios quiere responsabilizarme de mis pecados,debilidades y faltas, interca<strong>la</strong> como intercesores, como personasintermediarias, <strong>la</strong>s virtudes de mis amigos. ¡Cuán bárbaro, cuánirrazonable sería aquel Dios que me condenara por los pecadosque he cometido, pero que yo mismo condeno por amor a misamigos, que eran libres de estos pecados!Ahora bien; si <strong>la</strong> amistad, si el amor, convierten a seres depor sí imperfectos en un conjunto por lo menos re<strong>la</strong>tivamenteperfecto, ¡cuánto más desaparecen los pecados y <strong>la</strong>s faltas decada uno de los hombres en <strong>la</strong> misma especie, que sólo tiene unaexistencia adecuada en <strong>la</strong> totalidad de <strong>la</strong> humanidad y que por esomismo sólo puede ser un objeto de <strong>la</strong> razón! Por eso, el <strong>la</strong>mentosobre el pecado sólo es posible allí donde el individuo humano, ensu individualidad, se considera un ser perfecto y absoluto, que nonecesita de otro ser para realizar <strong>la</strong> especie del hombre perfecto;donde en lugar de <strong>la</strong> conciencia de <strong>la</strong> especie, se ha colocado <strong>la</strong>conciencia exclusiva del individuo; donde el individuo no seconsidera como una parte de <strong>la</strong> humanidad, donde no se diferenciade <strong>la</strong> especie, y donde por eso mismo considera a sus propiospecados, sus deficiencias, sus debilidades, pecados de <strong>la</strong>generalidad, pecados, deficiencias y debilidades de <strong>la</strong> humanidadmisma. Pero, sin embargo, el hombre no puede perder <strong>la</strong>conciencia de <strong>la</strong> especie; pues su conciencia está ligadaesencialmente a <strong>la</strong> conciencia del otro. Por eso, donde el objeto delhombre no es <strong>la</strong> especie como especie, allí <strong>la</strong> especie será esteobjeto como Dios. La falta del concepto de <strong>la</strong> especie, <strong>la</strong> completamediante el concepto de Dios como de un ser que es libre de <strong>la</strong>slimitaciones y defectos que pesan sobre el individuo y según suopinión, porque el individuo se identifica con <strong>la</strong> especie, tambiénsobre <strong>la</strong> especie misma. Pero este ser ilimitado, libre de los límitesdel individuo, no es precisamente ninguna otra cosa sino <strong>la</strong> especieque manifiesta <strong>la</strong> infinitud de su esencia por el hecho de que serealiza en un número ilimitado de individuos diferentes. Si todos loshombres fuesen absolutamente iguales, no habría ningunadiferencia entre <strong>la</strong> especie y el individuo. Pero en tal caso sería <strong>la</strong>existencia de muchos hombres un mero lujo, pues uno solo

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