so<strong>la</strong>mente a <strong>la</strong> moral, no a <strong>la</strong> dogmática. Ya significa unaindiferencia religiosa el referir semejantes pronunciamientos alterreno de <strong>la</strong> dogmática. La diferencia entre el infiel y el hombre esun fruto de <strong>la</strong> humanidad moderna. Para <strong>la</strong> fe el hombre sólo seconsidera según su creencia: <strong>la</strong> diferencia esencial entre el hombrey el animal consiste para <strong>la</strong> fe so<strong>la</strong>mente en <strong>la</strong> creencia religiosa.Sólo el<strong>la</strong> comprende en sí todas <strong>la</strong>s virtudes que atraen al hombreel beneplácito de Dios; pero Dios es <strong>la</strong> medida, su comp<strong>la</strong>cencia es<strong>la</strong> norma suprema, el creyente, el único hombre legítimo, normal; elhombre tal como debe ser el hombre reconocido por Dios. Dondese hace una diferencia entre el hombre y el creyente, ya hay unaseparación de <strong>la</strong> fe; allí ya vale el hombre por sí soloindependientemente de su creencia. Por eso <strong>la</strong> fe sólo es una feverdadera y sincera allí donde triunfa <strong>la</strong> diferencia religiosa. Si <strong>la</strong>diferencia religiosa se mitiga, también <strong>la</strong> misma fe se vuelveindiferente y no tiene carácter. Sólo en casos de por sí indiferentes<strong>la</strong> fe puede ser liberal. El liberalismo del apóstol Pablo tiene comosuposición <strong>la</strong> aceptación de los artículos fundamentales de <strong>la</strong> fe.Donde interesan en primer término los artículos fundamentales de<strong>la</strong> fe, se forma <strong>la</strong> diferencia entre lo esencial y lo no esencial. En elterreno de lo que no es esencial, no hay ninguna ley: allí sois libres.Pero sólo bajo <strong>la</strong> condición de que concedáis a <strong>la</strong> fe su derecho, <strong>la</strong>fe os dará derechos y libertades.Sería por lo tanto equivocado creer que <strong>la</strong> fe dejara el juicio aDios. Sólo le deja el juicio moral con respecto a <strong>la</strong> fe, sólo el juiciosobre <strong>la</strong> realidad moral de ésta, o sea sobre <strong>la</strong> sinceridad o nosinceridad de <strong>la</strong> fe de los cristianos. La fe sabe cuáles estarán a <strong>la</strong>izquierda y cuáles a <strong>la</strong> derecha de Dios. Sólo no lo sabe conrespecto a <strong>la</strong>s personas; pero que únicamente los fieles serán losherederos de <strong>la</strong> felicidad eterna, está fuera de cualquier duda. Perotambién prescindiendo de eso: el Dios que distingue entre los fielesy los infieles, que condena y que recompensa, no es otra cosa sino<strong>la</strong> misma fe. Lo que Dios condena, lo condena <strong>la</strong> fe y viceversa. Lafe es un fuego que devora sin contemp<strong>la</strong>ciones a todo lo que le escontrario. Este fuego de <strong>la</strong> fe, considerado como un ser objetivado,es <strong>la</strong> ira de Dios o, lo que es lo mismo, el infierno, porque elinfierno tiene su razón de ser en <strong>la</strong> ira de Dios. Pero este infierno lotiene <strong>la</strong> fe en sí misma, en sus sentencias de condena. Las l<strong>la</strong>masdel infierno son so<strong>la</strong>mente <strong>la</strong>s chispas de <strong>la</strong> mirada iracunda conque mira <strong>la</strong> fe a los infieles.110Por eso <strong>la</strong> fe es, en su esencia, partidista. Quien no está afavor de Cristo, está contra él. La fe sólo conoce enemigos oamigos, no hay ante el<strong>la</strong> imparcialidad; sólo está imbuida de símisma. La fe es en su esencia intolerante, digo en su esenciaporque con <strong>la</strong> fe siempre está ligada <strong>la</strong> manía de que su causa es<strong>la</strong> causa de Dios, su honor el honor de Dios. El Dios de <strong>la</strong> fe no esotra cosa sino <strong>la</strong> esencia objetivada de <strong>la</strong> fe, <strong>la</strong> fe que es objetopara sí misma. Por eso se identifica también en el alma religiosa yen <strong>la</strong> conciencia religiosa <strong>la</strong> causa de <strong>la</strong> fe con <strong>la</strong> causa de Dios.Dios toma parte a su favor; el interés de los fieles es el interésintrínseco de Dios mismo. "Quien os toca a vosotros -así dice ellibro del profeta Zacarías- toca <strong>la</strong> pupi<strong>la</strong> del Señor". Lo que hiere <strong>la</strong>fe hiere a Dios, lo que niega <strong>la</strong> fe niega a Dios.La fe no conoce ninguna otra diferencia que aquel<strong>la</strong> queexiste entre el servicio de Dios y <strong>la</strong> ido<strong>la</strong>tría. Sólo <strong>la</strong> fe hace honora Dios; <strong>la</strong> infidelidad le quita a Dios lo que a él le pertenece. Lainfidelidad es una injuria contra Dios, es un crimen de lesamajestad. Los paganos adoran a los demonios; sus dioses sondemonios. "Yo digo que lo que sacrifican los paganos, lo sacrificana los demonios y no a Dios. Yo no quiero que vosotros tengáisparte con los demonios". (1 Corintios 10,20). Pero el demonio es <strong>la</strong>negación de Dios; él odia a Dios, no quiere que haya Dios. De <strong>la</strong>misma manera <strong>la</strong> fe es ciega contra lo bueno y lo verdadero quehay también en <strong>la</strong> ido<strong>la</strong>tría; y así el<strong>la</strong> ve en todo lo que no sirve asu Dios, es decir, a sí misma, ido<strong>la</strong>tría y en <strong>la</strong> ido<strong>la</strong>tría sólo unaobra del demonio. Por eso <strong>la</strong> tanto, en su esencia, intolerantecontra lo que le es contrario, y en general contra lo que no coincidecon el<strong>la</strong>. Su tolerancia sería una intolerancia para con Dios, el cualtiene el derecho de una Soberanía absoluta. Nada debe existir delo que no reconoce a Dios ni a <strong>la</strong> fe. "Que en el nombre de Jesúsdoblen su rodil<strong>la</strong> cuanto hay en los cielos, en <strong>la</strong> tierra y en losabismos, y que todas <strong>la</strong>s lenguas confiesen que Jesucristo es elSeñor para gloria de Dios Padre". Por eso exige también <strong>la</strong> fe unmás allá, un mundo donde el<strong>la</strong> ya no tiene oposición alguna odonde esta oposición por lo menos existe para glorificar el egoísmode <strong>la</strong> fe triunfante. El infierno dulcifica <strong>la</strong>s alegrías de dichososcreyentes. Vendrán ellos, los elegidos, para contemp<strong>la</strong>r <strong>la</strong>s torturasde los infieles y ver sus dolores, y no serán movidos a compasión,sino que, al contrario, al contemp<strong>la</strong>r los sufrimientos innumerablesde los infieles, darán ellos gracias a Dios embargados de alegríapor su propia salvación.
La fe es lo contrario del amor. El amor reconoce hasta en elpecado todavía <strong>la</strong> virtud, y hasta en el horror <strong>la</strong> verdad. Sólo desdeaquel tiempo en que, en lugar del poder de <strong>la</strong> fe se ha colocado elpoder de <strong>la</strong> unidad natural y verdadera de <strong>la</strong> humanidad, el poderde <strong>la</strong> razón, se ve también en el politeísmo una verdad, o por lomenos se trata de explicar con razones naturales y humanas, loque <strong>la</strong> fe sólo deriva del demonio. Por eso es el amor sólo idénticocon <strong>la</strong> razón, pero no con <strong>la</strong> fe; porque así como es <strong>la</strong> razón, así esel amor, libre y universal, mientras que <strong>la</strong> fe tiene una naturalezalimitada y mezquina. Sólo donde reina <strong>la</strong> razón también reina unamor general; <strong>la</strong> razón misma no es otra cosa sino el amoruniversal. La fe ha inventado al infierno, no el amor ni <strong>la</strong> razón.Para el amor es el infierno una abominación y para <strong>la</strong> razón es unabsurdo. Sería <strong>la</strong>mentable ver en el infierno sólo una aberración de<strong>la</strong> fe, una fe equivocada. El infierno se encuentra también ya en <strong>la</strong>Biblia. La fe, en general, se parece a sí misma en todas partes, porlo menos <strong>la</strong> fe positivamente religiosa, <strong>la</strong> fe en el sentido en queaquí se toma y debe tomarse, a no ser que se quiera mezc<strong>la</strong>r loselementos de <strong>la</strong> razón y de <strong>la</strong> cultura con <strong>la</strong> fe, una mezc<strong>la</strong> en quepor cierto el carácter de <strong>la</strong> fe ya no puede distinguirse.Por eso, si <strong>la</strong> fe no contradice al cristianismo, no lecontradicen a éste tampoco su mentalidad, que resulta de <strong>la</strong> fe, nitampoco <strong>la</strong>s acciones que resultan de esa mentalidad. Todos losactos, todos los sentimientos, que contradicen al amor, a <strong>la</strong>humanidad, y a <strong>la</strong> razón, coinciden con <strong>la</strong> fe. Todos los horrores de<strong>la</strong> historia de <strong>la</strong> religión cristiana acerca de los cuales nuestrosfieles dicen que no han venido del cristianismo, han surgido, sinembargo, de él, porque provinieron de <strong>la</strong> fe. La negación de estehecho es una consecuencia necesaria de <strong>la</strong> fe; porque <strong>la</strong> fe seatribuye sólo lo que es bueno, pero todo lo malo lo atribuye a losinfieles o a <strong>la</strong> fe no verdadera o al hombre en general. Peroprecisamente en el hecho de que <strong>la</strong> fe niega que el cristianismotenga culpa alguna en lo malo, tenemos <strong>la</strong> prueba decisiva de queel<strong>la</strong> es realmente <strong>la</strong> causante de todo eso, porque tenemos allí eltestimonio de su limitación, partidismo e intolerancia debido a <strong>la</strong>cual sólo es buena para consigo misma, y para sus adeptos; encambio, es ma<strong>la</strong> e injusta contra todo lo demás. Lo bueno que loscristianos han hecho, lo han hecho según <strong>la</strong> fe, no el hombre, sinoel cristiano, o sea <strong>la</strong> misma fe: pero lo malo que han cometido loscristianos no lo ha hecho los cristianos, sino el hombre. Las ma<strong>la</strong>sacciones de <strong>la</strong> fe del cristianismo corresponden, por lo tanto, a <strong>la</strong>esencia de <strong>la</strong> fe, tal cual como ya está pronunciada en el111documento más antiguo y más sagrado del cristianismo, en <strong>la</strong>Biblia. "En cuanto alguno os predique un evangelio distinto del quehabéis recibido, sea maldito" Gá<strong>la</strong>tas 1,9. "No tiréis en el mismoyugo ajeno con los infieles. Porque ¿qué puede tener de común <strong>la</strong>justicia con <strong>la</strong> injusticia? ¿Qué tiene de común <strong>la</strong> luz con <strong>la</strong>oscuridad? ¿Cómo coincide Cristo con Belial? ¿O cómo puedetener el fiel participación alguna con un infiel? ¿Qué tiene que verel templo de Dios con los ídolos? Vosotros, en cambio, sois eltemplo de Dios vivo, así como dice Dios: Yo quiero vivir e imperarentre ellos y quiero ser su Dios y ellos deben ser mi pueblo. Poreso segregaos y separaos de aquellos, dice el Señor, y no toquéisnada de lo que es impuro, entonces os recibiré". (2. Corintios 6, 14-17). "Y cuando el señor Jesucristo se revele en el cielo juntamentecon sus ángeles poderosos rodeado de l<strong>la</strong>mas de fuego, paratomar su venganza sobre los que desconocen a Dios yobedecieron al evangelio de nuestro Señor Jesucristo sufran penasy maldición eterna lejos de <strong>la</strong> faz del Señor y de su poder glorioso,cuando venga para que sea glorificado en medio de sus santos yadmirado de todos los fieles" (2. Tesalonicenses. 1,7-10). "TantoDios ha amado al mundo, que entregó a su propio Hijo Unigénito, afin de que todos los que creen en Él no perezcan, sino que tengan<strong>la</strong> verdad eterna" (Juan 3, 16). "Todo espíritu que confiesa queCristo ha venido en carne es de Dios; pero todo espíritu que noconfiere a Jesucristo, ése no es de Dios, es el espíritu de<strong>la</strong>nticristo." (1 Juan 4,2, 3,10). "¿Quién es mentiroso a no ser aquelque niega que Jesús era el Cristo? Éste es el anticristo que niegaal Padre y al Hijo". (1 Juan 2, 22). "Quien transgrede una ley y noqueda en <strong>la</strong> doctrina de Cristo, no tiene Dios; quien queda en <strong>la</strong>doctrina de Cristo, tiene a ambos, al Padre y al Hijo. Si algunoviene a vosotros y no os predica su doctrina, no lo recibáis envuestra casa ni le saludéis. Porque quien le saluda, participa ensus ma<strong>la</strong>s obras." (2. Juan. 9-11). Así hab<strong>la</strong> el Apóstol del amor.Pero el amor que él celebra es sólo el amor fraternal cristiano."Dios es el salvador de todos los hombres, pero especialmente delos fieles". (1 Tim. 4,10). Éste "especialmente" es muy funesto."Hagamos bien a todo el mundo, pero más que a nadie a loshermanos en <strong>la</strong> fe". (Gá<strong>la</strong>tas 6,10). Éste "más que a nadie", estambién muy significativo. "Evita al hombre hereje cuando ha sidoamonestado una y otra vez y sabe que es malo y pecaminoso y seha condenado a sí mismo"16 (Tito 3,10. 11). "Himeneo y Fileto hanechado a perder <strong>la</strong> fe de varios: por eso los he entregado aSatanás, a fin de que sean castigados y que no b<strong>la</strong>sfemen más" (1Tim 1, 20: 2, Tim. 2, 17, 18). Todas estas son citas que invocan los
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