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LA ESENCIA DEL CRISTIANISMO Ludwig Feuerbach Prólogo a la ...

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so<strong>la</strong>mente a <strong>la</strong> moral, no a <strong>la</strong> dogmática. Ya significa unaindiferencia religiosa el referir semejantes pronunciamientos alterreno de <strong>la</strong> dogmática. La diferencia entre el infiel y el hombre esun fruto de <strong>la</strong> humanidad moderna. Para <strong>la</strong> fe el hombre sólo seconsidera según su creencia: <strong>la</strong> diferencia esencial entre el hombrey el animal consiste para <strong>la</strong> fe so<strong>la</strong>mente en <strong>la</strong> creencia religiosa.Sólo el<strong>la</strong> comprende en sí todas <strong>la</strong>s virtudes que atraen al hombreel beneplácito de Dios; pero Dios es <strong>la</strong> medida, su comp<strong>la</strong>cencia es<strong>la</strong> norma suprema, el creyente, el único hombre legítimo, normal; elhombre tal como debe ser el hombre reconocido por Dios. Dondese hace una diferencia entre el hombre y el creyente, ya hay unaseparación de <strong>la</strong> fe; allí ya vale el hombre por sí soloindependientemente de su creencia. Por eso <strong>la</strong> fe sólo es una feverdadera y sincera allí donde triunfa <strong>la</strong> diferencia religiosa. Si <strong>la</strong>diferencia religiosa se mitiga, también <strong>la</strong> misma fe se vuelveindiferente y no tiene carácter. Sólo en casos de por sí indiferentes<strong>la</strong> fe puede ser liberal. El liberalismo del apóstol Pablo tiene comosuposición <strong>la</strong> aceptación de los artículos fundamentales de <strong>la</strong> fe.Donde interesan en primer término los artículos fundamentales de<strong>la</strong> fe, se forma <strong>la</strong> diferencia entre lo esencial y lo no esencial. En elterreno de lo que no es esencial, no hay ninguna ley: allí sois libres.Pero sólo bajo <strong>la</strong> condición de que concedáis a <strong>la</strong> fe su derecho, <strong>la</strong>fe os dará derechos y libertades.Sería por lo tanto equivocado creer que <strong>la</strong> fe dejara el juicio aDios. Sólo le deja el juicio moral con respecto a <strong>la</strong> fe, sólo el juiciosobre <strong>la</strong> realidad moral de ésta, o sea sobre <strong>la</strong> sinceridad o nosinceridad de <strong>la</strong> fe de los cristianos. La fe sabe cuáles estarán a <strong>la</strong>izquierda y cuáles a <strong>la</strong> derecha de Dios. Sólo no lo sabe conrespecto a <strong>la</strong>s personas; pero que únicamente los fieles serán losherederos de <strong>la</strong> felicidad eterna, está fuera de cualquier duda. Perotambién prescindiendo de eso: el Dios que distingue entre los fielesy los infieles, que condena y que recompensa, no es otra cosa sino<strong>la</strong> misma fe. Lo que Dios condena, lo condena <strong>la</strong> fe y viceversa. Lafe es un fuego que devora sin contemp<strong>la</strong>ciones a todo lo que le escontrario. Este fuego de <strong>la</strong> fe, considerado como un ser objetivado,es <strong>la</strong> ira de Dios o, lo que es lo mismo, el infierno, porque elinfierno tiene su razón de ser en <strong>la</strong> ira de Dios. Pero este infierno lotiene <strong>la</strong> fe en sí misma, en sus sentencias de condena. Las l<strong>la</strong>masdel infierno son so<strong>la</strong>mente <strong>la</strong>s chispas de <strong>la</strong> mirada iracunda conque mira <strong>la</strong> fe a los infieles.110Por eso <strong>la</strong> fe es, en su esencia, partidista. Quien no está afavor de Cristo, está contra él. La fe sólo conoce enemigos oamigos, no hay ante el<strong>la</strong> imparcialidad; sólo está imbuida de símisma. La fe es en su esencia intolerante, digo en su esenciaporque con <strong>la</strong> fe siempre está ligada <strong>la</strong> manía de que su causa es<strong>la</strong> causa de Dios, su honor el honor de Dios. El Dios de <strong>la</strong> fe no esotra cosa sino <strong>la</strong> esencia objetivada de <strong>la</strong> fe, <strong>la</strong> fe que es objetopara sí misma. Por eso se identifica también en el alma religiosa yen <strong>la</strong> conciencia religiosa <strong>la</strong> causa de <strong>la</strong> fe con <strong>la</strong> causa de Dios.Dios toma parte a su favor; el interés de los fieles es el interésintrínseco de Dios mismo. "Quien os toca a vosotros -así dice ellibro del profeta Zacarías- toca <strong>la</strong> pupi<strong>la</strong> del Señor". Lo que hiere <strong>la</strong>fe hiere a Dios, lo que niega <strong>la</strong> fe niega a Dios.La fe no conoce ninguna otra diferencia que aquel<strong>la</strong> queexiste entre el servicio de Dios y <strong>la</strong> ido<strong>la</strong>tría. Sólo <strong>la</strong> fe hace honora Dios; <strong>la</strong> infidelidad le quita a Dios lo que a él le pertenece. Lainfidelidad es una injuria contra Dios, es un crimen de lesamajestad. Los paganos adoran a los demonios; sus dioses sondemonios. "Yo digo que lo que sacrifican los paganos, lo sacrificana los demonios y no a Dios. Yo no quiero que vosotros tengáisparte con los demonios". (1 Corintios 10,20). Pero el demonio es <strong>la</strong>negación de Dios; él odia a Dios, no quiere que haya Dios. De <strong>la</strong>misma manera <strong>la</strong> fe es ciega contra lo bueno y lo verdadero quehay también en <strong>la</strong> ido<strong>la</strong>tría; y así el<strong>la</strong> ve en todo lo que no sirve asu Dios, es decir, a sí misma, ido<strong>la</strong>tría y en <strong>la</strong> ido<strong>la</strong>tría sólo unaobra del demonio. Por eso <strong>la</strong> tanto, en su esencia, intolerantecontra lo que le es contrario, y en general contra lo que no coincidecon el<strong>la</strong>. Su tolerancia sería una intolerancia para con Dios, el cualtiene el derecho de una Soberanía absoluta. Nada debe existir delo que no reconoce a Dios ni a <strong>la</strong> fe. "Que en el nombre de Jesúsdoblen su rodil<strong>la</strong> cuanto hay en los cielos, en <strong>la</strong> tierra y en losabismos, y que todas <strong>la</strong>s lenguas confiesen que Jesucristo es elSeñor para gloria de Dios Padre". Por eso exige también <strong>la</strong> fe unmás allá, un mundo donde el<strong>la</strong> ya no tiene oposición alguna odonde esta oposición por lo menos existe para glorificar el egoísmode <strong>la</strong> fe triunfante. El infierno dulcifica <strong>la</strong>s alegrías de dichososcreyentes. Vendrán ellos, los elegidos, para contemp<strong>la</strong>r <strong>la</strong>s torturasde los infieles y ver sus dolores, y no serán movidos a compasión,sino que, al contrario, al contemp<strong>la</strong>r los sufrimientos innumerablesde los infieles, darán ellos gracias a Dios embargados de alegríapor su propia salvación.

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