sólo como un ser parcial, que necesita de otro ser parcial, paraproducir lo total, es decir, <strong>la</strong> humanidad verdadera. En cambio, elcristiano se concibe, en su subjetividad sobrenatural y exagerada,como un ser de por sí y por sí solo completo. Pero contra estaconcepción se levanta el instinto sexual, el cual está en pugna consu ideal, con su ser supremo; por eso el cristiano debe sometereste instinto.Efectivamente, el cristiano sentía también <strong>la</strong> necesidad de<strong>la</strong>mor sexual; pero sólo como una necesidad que contradice a sudestino celestial, una necesidad puramente natural -natural en elsentido vulgar y despectivo que esta pa<strong>la</strong>bra tiene en elcristianismo-, no como una necesidad moral, íntima, metafísica,esencial tal como el hombre <strong>la</strong> siente donde no suprime <strong>la</strong>diferencia sexual, sino que <strong>la</strong> considera como parte esencial de suexistencia. Por eso el matrimonio no es sagrado en el cristianismo;sólo lo es aparentemente, en <strong>la</strong> forma ilusoria, porque el principionatural del matrimonio, el amor sexual, es en el cristianismo algono santo, algo que excluye del cielo. Pero lo que el hombre excluyede su cielo lo excluye de su ser verdadero. El cielo es su cofre detesoros. En <strong>la</strong> tierra, el cristiano debe amoldarse a muchas cosasque le suceden que no caben en su sistema: en <strong>la</strong> tierra seencuentra entre seres ajenos que lo intimidan. Pero en el cielo dejasu incógnito, se muestra en su dignidad verdadera, en su gloriacelestial: en el cielo, allí está su corazón, el cielo es su corazónabierto. El cielo no es otra cosa sino el concepto de <strong>la</strong> verdad, de lobueno, de lo válido, de lo que debe ser; <strong>la</strong> tierra no es otra cosaque el concepto de <strong>la</strong> falsedad, de lo inválido, de lo que no debeser. El cristiano excluye del cielo <strong>la</strong> vida conyugal: allí termina <strong>la</strong>especie, allí viven so<strong>la</strong>mente individuos puros, asexual es,"espíritus", allí reina <strong>la</strong> absoluta subjetividad y por lo tanto elcristiano excluye de su vida al instinto sexual y a <strong>la</strong> vida conyugal;niega el principio del matrimonio como un principio pecaminoso yrechazable; porque <strong>la</strong> vida verdadera y no contaminada es <strong>la</strong> vidacelestial.CAPÍTULO XIXEl cielo cristiano o <strong>la</strong> inmortalidad personal<strong>LA</strong> VIDA <strong>DEL</strong> CELIBATO, Y en general <strong>la</strong> vida ascética, es elcamino directo hacia <strong>la</strong> vida celestial e inmortal: porque el ciclo no74es otra cosa sino <strong>la</strong> vida sobrenatural, libre de matrimonio, asexual,absolutamente subjetiva. La fe en <strong>la</strong> inmortalidad personal tiene porbase <strong>la</strong> creencia de que <strong>la</strong> diferencia sexual sólo es una aparienciaexterior de <strong>la</strong> individualidad, que el individuo en sí es un serabsoluto, completo por sí solo, y asexual. Pero quien no pertenecea ningún sexo, no pertenece a <strong>la</strong> especie: <strong>la</strong> diferencia sexual es elcordón umbilical por el que <strong>la</strong> individualidad está ligada a <strong>la</strong>especie, y quien no pertenece a <strong>la</strong> especie, sólo pertenece a símismo, es un ser sencil<strong>la</strong>mente divino y absoluto por no tenernecesidades. Luego, sólo donde <strong>la</strong> especie desaparece de <strong>la</strong>conciencia, <strong>la</strong> vida celestial se convierte en certeza. Quien vive en<strong>la</strong> conciencia de <strong>la</strong> especie y consecuentemente confirma a <strong>la</strong>verdad, vive también en <strong>la</strong> conciencia de <strong>la</strong>: verdad de <strong>la</strong>determinación sexual. Semejante hombre no <strong>la</strong> considera comouna piedra de toque casual y mecánicamente ligada al hombre;sino que <strong>la</strong> considera como una parte componente química eintrínseca de su esencia. Él se considera como hombre, pero a <strong>la</strong>vez reconoce <strong>la</strong> determinación de su sexo, que no so<strong>la</strong>mentecompenetra carne y huesos, sino también su propio ser y el modoesencial de su pensamiento, de su querer y sentir. Por eso, quienvive en <strong>la</strong> conciencia de <strong>la</strong> especie, quien limita sus sentimientos ysu fantasía, debido al concepto de <strong>la</strong> vida fáctica y del hombre real,no puede imaginarse ninguna vida, donde el instinto sexual y <strong>la</strong>vida conyugal y con ello <strong>la</strong> diferencia sensual sean suprimidas; él, aun individuo asexual y a un espíritu celestial los tiene por unaimaginación sensitiva de <strong>la</strong> fantasía. Así como el hombre verdaderono puede abstraer de <strong>la</strong> diferencia sexual, no puede abstraertampoco de su determinación moral o espiritual, que estáÍntimamente ligada con su determinación natural. Precisamenteporque vive con <strong>la</strong> idea de lo total, está convencido de que élmismo sólo es un ser parcial, que so<strong>la</strong>mente es lo que es, porque<strong>la</strong> determinación lo convierte en una parte del todo, o en un totalre<strong>la</strong>tivo. Por eso cada hombre considera con razón a sus negocios,a su profesión, a su arte o ciencia, como lo más alto: porque elespíritu del hombre no es sino <strong>la</strong> forma esencial de su actividad.Quien es verdaderamente práctico en su profesión y en su arte;quien, como se dice, cumple con su tarea, quien está dedicado conalma y espíritu a su profesión y a su arte, <strong>la</strong> cree también como <strong>la</strong>profesión más sublime y más bel<strong>la</strong>. ¿Cómo negaría en su espíritu,cómo rebajaría en su pensamiento, lo que celebra por el hecho,consagrándole con alegría sus fuerzas? ¿Cómo puedo consagrarmi tiempo y mis fuerzas a lo que desprecio? Si debo hacer<strong>la</strong>, miactividad es desgraciada, porque estoy en contradicción conmigo
mismo. Trabajar es servir. Pero, ¿cómo puedo yo servir a unobjeto, cómo puedo subordinarme al mismo, si no lo considerocomo algo que está elevado en mi espíritu? En una pa<strong>la</strong>bra, <strong>la</strong>socupaciones determinan el juicio, el modo de pensar, el ánimo delhombre. Y cuanto más alta es <strong>la</strong> forma de ocupación, más elhombre se identifica con el<strong>la</strong>. Lo que en general el hombre erigecomo fin esencial de su vida, lo proc<strong>la</strong>ma por su alma; porque esen él el principio de su actividad. Pero por sus fines, por <strong>la</strong>actividad con que realice estos fines, es el hombre a <strong>la</strong> vez algopara sí y para los demás, o sea para <strong>la</strong> especie. Por eso, quienvive <strong>la</strong> conciencia de <strong>la</strong> especie como una verdad, considera suexistencia para los demás, su existencia pública, como <strong>la</strong>existencia que es idéntica con el ser de su esencia, como suexistencia inmortal. Tal hombre vive con toda el alma y todo elcorazón para <strong>la</strong> humanidad. ¿Cómo podría él retener para sí unaexistencia especial, cómo podría separarse de <strong>la</strong> humanidad, cómopodría negar en <strong>la</strong> muerte lo que confirma en <strong>la</strong> vida?La vida celestial o <strong>la</strong> inmortalidad personal es una doctrinacaracterística del cristianismo. Indudablemente, se encuentratambién en parte, entre los filósofos paganos; pero allí sólo tiene elsignificado de una fantasía, porque no coincide con sus conceptosfundamentales. ¡Cuán contradictorias son, con respecto a esteobjeto, por ejemplo, <strong>la</strong>s opiniones de los estoicos! Los cristianosinventaron el principio de <strong>la</strong> inmortalidad personal, de <strong>la</strong> cual éstaemana como una verdad necesaria y que se comprende por síso<strong>la</strong>. Los antiguos se vieron, en este sentido, obstaculizados por <strong>la</strong>concepción del mundo, de <strong>la</strong> naturaleza, de <strong>la</strong> especie; ellosdiferenciaban entre el principio de <strong>la</strong> vida y del sujeto viviente, entreel alma, el espíritu y ellos mismos; el cristiano, en cambio, superó<strong>la</strong> diferencia entre el alma y <strong>la</strong> persona, el individuo y <strong>la</strong> especie,atribuyendo, por lo tanto, directamente en sí mismo, lo que sólopertenece a <strong>la</strong> totalidad de <strong>la</strong> especie. Pero <strong>la</strong> unidad inmediata de<strong>la</strong> especie y <strong>la</strong> individualidad, es el principio supremo, es el Diosdel cristianismo -pues el individuo tiene en él el significado del serabsoluto- y <strong>la</strong> consecuencia necesaria de ese principio esprecisamente <strong>la</strong> inmortalidad personal.O más bien: <strong>la</strong> fe en <strong>la</strong> inmortalidad personal es enteramenteidéntica con <strong>la</strong> fe en el Dios personal, es decir, lo que expresa <strong>la</strong> feen <strong>la</strong> vida celestial e inmortal de <strong>la</strong> persona, esto mismo lo expresaDios, en <strong>la</strong> forma que él se presenta a los cristianos, <strong>la</strong> esencia de<strong>la</strong> personalidad, <strong>la</strong> absoluta e ilimitada. La personalidad ilimitada es75Dios; pero <strong>la</strong> personalidad celestial e inmortal no es otra cosa sino<strong>la</strong> personalidad ilimitada y librada de todas <strong>la</strong>s molestias y barrerasterrenales; siendo <strong>la</strong> única diferencia, que Dios es el cieloespiritual, y que el cielo es el Dios sensible. Lo que se considerecomo un objeto de <strong>la</strong> fantasía en el cielo, se considera en Dioscomo lo pensado. Dios es so<strong>la</strong>mente el cielo no desarrol<strong>la</strong>do, elcielo real es el Dios desarrol<strong>la</strong>do. Actualmente es Dios el reinocelestial, en futuro el reino celestial será Dios. Dios es <strong>la</strong> garantía,es <strong>la</strong> actualidad todavía abstracta, es <strong>la</strong> .existencia del futuro, es elcielo anticipado y resumido. Nuestra esencia propia y futura, <strong>la</strong> quees distinta de nosotros, que vivimos actualmente en este mundo yen este cuerpo, es Dios. Pero Dios es un concepto de <strong>la</strong> especieque sólo en <strong>la</strong> otra vida se realizará e individualizará. Dios es <strong>la</strong>esencialidad celestial y pura, es <strong>la</strong> felicidad que allí se desplegaráen una inmensidad de individuos dichosos. Por eso Dios no es otracosa sino el concepto o <strong>la</strong> esencia de <strong>la</strong> vida absoluta, gozosa ycelestial. pero que aquí todavía se presenta como unapersonalidad ideal. Esto se expresa c<strong>la</strong>ramente por <strong>la</strong> fe de que <strong>la</strong>vida gozosa es <strong>la</strong> unidad con Dios. Aquí somos diferentes yseparados de Dios; allí cae esta pared divisoria; aquí Somoshombres, allí dioses, aquí <strong>la</strong> divinidad es un monopolio, allí es unbien común; aquí es una unidad abstracta, allí una pluralidadconcreta.Lo que dificulta el reconocimiento de este objeto esso<strong>la</strong>mente <strong>la</strong> fantasía, que separa <strong>la</strong> unidad del concepto por un<strong>la</strong>do, por <strong>la</strong> idea de <strong>la</strong> personalidad o de <strong>la</strong> autonomía de Dios y porel otro de <strong>la</strong> idea de <strong>la</strong>s muchas personalidades que coloca en unreino pintado con colores sensibles. Pero, en realidad, no existeninguna diferencia entre <strong>la</strong> vida absoluta, que es pensada comoDios, y <strong>la</strong> vida absoluta que se considera como el cielo: sólo que elcielo se extiende a lo <strong>la</strong>rgo y lo ancho, mientras que Dios seconsidera como un punto. La fe en <strong>la</strong> inmortalidad del hombre, es<strong>la</strong> fe en <strong>la</strong> divinidad del hombre y, a <strong>la</strong> inversa, <strong>la</strong> fe en Dios es <strong>la</strong> feen <strong>la</strong> personalidad pura, librada de todas <strong>la</strong>s barreras, enconsecuencia inmortal. Las diferencias que se hacen entre el almainmortal y Dios, no son de carácter sofístico, no son productos defantasía. Como, por ejemplo, cuando se enumeran grados de <strong>la</strong>beatitud con respecto a los que están en el cielo, para estableceruna diferencia entre Dios mismo y los seres celestiales.La unidad de <strong>la</strong> personalidad divina y celestial aparece hastaen <strong>la</strong>s pruebas popu<strong>la</strong>res de <strong>la</strong> inmortalidad. Si no hay ninguna otra
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