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LA ESENCIA DEL CRISTIANISMO Ludwig Feuerbach Prólogo a la ...

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La teología, por cierto, que tiene e insiste en susdeterminaciones intelectuales metafísicas con respecto a <strong>la</strong>eternidad, lo indeterminable, lo invariable y otras determinacionesabstractas que expresan <strong>la</strong> esencia de <strong>la</strong> inteligencia, esta teologíaniega <strong>la</strong> posibilidad de que Dios sufra, pero con ello mismo niegatambién <strong>la</strong> verdad de <strong>la</strong> religión. Pues el hombre religioso, cree, alhacer un acto de devoción en <strong>la</strong> plegaria, en una participaciónverdadera del ser divino en sus sufrimientos y necesidades, creeen una voluntad de Dios, que se deja determinar por <strong>la</strong> insistenciade <strong>la</strong> oración, es decir, por <strong>la</strong> fuerza del corazón, cree en <strong>la</strong>realización de su pedido causado por <strong>la</strong> oración. El hombreverdaderamente religioso confía sin reparos su corazón a Dios;Dios es para él un corazón sensible a todo lo humano. El corazónsólo puede dirigirse al corazón; sólo encuentra so<strong>la</strong>z en sí mismo,en su propio ser.La aseveración de que <strong>la</strong> realización del pedido mediante <strong>la</strong>oración, esté determinada desde <strong>la</strong> eternidad o ya esté incluida enel p<strong>la</strong>n de <strong>la</strong> creación del mundo, es una ficción abstracta ydesabrida de un modo de pensar mecánico, que contradiceabsolutamente a <strong>la</strong> esencia de <strong>la</strong> religión. "Nosotros necesitamos -dice con razón Lavater en alguna parte- "un Dios arbitrario".Además, Dios es, también, en aquel<strong>la</strong> ficción, un ser determinadopor el hombre en <strong>la</strong> misma forma que en <strong>la</strong> realización real de unpedido efectuado por <strong>la</strong> fuerza de <strong>la</strong> oración; sólo que <strong>la</strong>contradicción con <strong>la</strong> variabilidad y <strong>la</strong> indeterminabilidad de Dios, enque reside <strong>la</strong> dificultad, es alejada a <strong>la</strong> distancia engañosa delpasado o de <strong>la</strong> eternidad. En el fondo, es lo mismo si Dios decideahora, por mi oración, realizar mi pedido o si se ha decidido a elloantes de que el mundo existiera.Es <strong>la</strong> inconsecuencia más grande rechazar como humano eindigno <strong>la</strong> idea de un Dios que se deja determinar por <strong>la</strong> oración,vale decir, por <strong>la</strong> fuerza del sentimiento. Cuando se cree en un serque es el objeto de <strong>la</strong> veneración, el objeto de <strong>la</strong> oración, el objetodel sentimiento, en un ser que es previsor y cuidadoso -unaprovidencia que no es concebible sin amor-, en un ser que esamante y que tiene como causa principal de su esencia el amor,entonces se cree también que aquel ser tiene un corazón psíquicoY humano, aunque no sea anatómico. El sentimiento religioso,como ya he dicho, todo lo confía a Dios, excepción hecha de lo queel sentimiento mismo rechaza. Los Cristianos no daban a. su Diosafectos contradictorios a sus conceptos morales, pero los27sentimientos y los efectos sentimentales del amor y de <strong>la</strong>compasión, los atribuyeron a él sin reparo y tienen. queatribuírselos. Y el amor que se atribuye a Dios por el sentimientoreligioso, es un amor propio, real y verdadero, no so<strong>la</strong>menteimaginado o supuesto. Dios es amado y ama a su vez, sólo en e<strong>la</strong>mor divino se objetiva y se afirma, pues, el amor humano. En Diossólo se ahonda el amor.Contra este significado de <strong>la</strong> encarnación aquí desarrol<strong>la</strong>do,no se puede objetar que <strong>la</strong> cuestión de <strong>la</strong> encarnación cristianatenga un carácter especial y por lo menos un sentido muy diferente-lo que en cierto modo, es verdad, como veremos más ade<strong>la</strong>nteque<strong>la</strong> encarnación de los dioses paganos, por ejemplo los de losgriegos o indios. Estas encarnaciones aparecen como productoshumanos u hombres divinizados, mientras que en el cristianismoexiste <strong>la</strong> idea del Dios verdadero; pues <strong>la</strong> unión del ser divino conel humano recién aquí adquiere importancia especu<strong>la</strong>tiva. Júpiterse hal<strong>la</strong> transformado en un toro, y <strong>la</strong>s encarnaciones paganas delos dioses sólo son fantasías; en el paganismo <strong>la</strong> esencia de Diosno supera a su apariencia; en cambio en el cristianismo Dios es elser diferente y sobrehumano y como tal se ha hecho hombre. Peroesta objeción se refuta por <strong>la</strong> aseveración ya hecha de que también<strong>la</strong> premisa de <strong>la</strong> encarnación cristiana contiene el ser humano. Diosama al hombre; además, Dios tiene en sí mismo a su hijo; Dios espadre; <strong>la</strong>s re<strong>la</strong>ciones humanas no están excluidas de Dios; lohumano no es ajeno a Dios, no le es desconocido. Por esotampoco aquí <strong>la</strong> esencia de Dios supera a <strong>la</strong> apariencia de Dios.En <strong>la</strong> encarnación, <strong>la</strong> religión sólo confiesa lo que en <strong>la</strong> reflexión desí misma, como teología, quisiera negar, o sea que Dios es un serabsolutamente humano. La encarnación, el misterio del "Dioshombre", no es, por lo tanto, ninguna composición misteriosa depuestos, no es ningún hecho sintético, como quiere asegurar <strong>la</strong>filosofía especu<strong>la</strong>tiva de <strong>la</strong> religión, porque si ha<strong>la</strong>ga encontradicciones; es más bien un hecho analítico una pa<strong>la</strong>brahumana con sentido humano. Si hubiera una contradicción en el<strong>la</strong>,ésta se habría cometido antes y fuera de <strong>la</strong> encarnación, en <strong>la</strong>unión de <strong>la</strong> providencia y del amor con <strong>la</strong> divinidad; pues si el amores real, entonces no puede ser esencialmente diferente de nuestroamor -sólo hay que suprimir los límites- y entonces <strong>la</strong> encarnaciónsólo es <strong>la</strong> expresión más fuerte, más vigorosa, más sublime, mássensible y más sincera de aquel<strong>la</strong> providencia y de aquel amor. E<strong>la</strong>mor no conoce mayor felicidad para su objeto, que ha<strong>la</strong>garlo consu presencia personal haciéndose visible para él. Poder ver al

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