La religión separa <strong>la</strong> esencia del hombre de el hombre. Laactividad, <strong>la</strong> gracia de Dios es <strong>la</strong> actividad propia perodesinteresada del hombre, es una voluntad libre, objetivada.Pero <strong>la</strong> inconsecuencia más grande, si se quiere tomar <strong>la</strong>experiencia, es que los hombres, por el bautismo no sonsantificados ni transformados, como un argumento contra <strong>la</strong> fe enun efecto sobrenatural del bautismo, como lo han hecho teólogosortodoxos racionalistas: porque también los mi<strong>la</strong>gros, también <strong>la</strong>fuerza objetiva de <strong>la</strong> oración, así como todas <strong>la</strong>s verdadessobrenaturales de <strong>la</strong> religión, contradicen a <strong>la</strong> experiencia. Quieninvoca a <strong>la</strong> experiencia, que renuncie a <strong>la</strong> fe. Donde <strong>la</strong> experienciaes una instancia, allí <strong>la</strong> fe religiosa y el sentido religioso handesaparecido. El incrédulo niega <strong>la</strong> fuerza objetiva de <strong>la</strong> oraciónsólo porque contradice a <strong>la</strong> experiencia; el ateo va más allátodavía, pues niega hasta <strong>la</strong> existencia de Dios porque no <strong>la</strong>encuentra en <strong>la</strong> experiencia. La experiencia interior no es para élningún argumento en contra: porque lo que en ti mismoexperimentas de <strong>la</strong> existencia de otro ser, sólo demuestra, que algoes en ti lo que no eres tú, lo que obra sobre ti en formaindependiente de tu voluntad y de tu conciencia personales, sinque sepas qué es aquel algo misterioso. Pero <strong>la</strong> fe es más fuerteque <strong>la</strong> experiencia. Los casos que <strong>la</strong> contradicen no molestan a loscreyentes en sus creencias; <strong>la</strong> fe es gozosa en sí misma; sólo tieneojos para sí misma, está cerrada para todas <strong>la</strong>s demás cosas fuerade el<strong>la</strong>.Por cierto <strong>la</strong> religión exige, también desde el punto de vistade su materialismo místico, siempre a <strong>la</strong> vez el momento de <strong>la</strong>subjetividad, de <strong>la</strong> espiritualidad; así también en los sacramentos,pero precisamente en ello manifiéstase <strong>la</strong> contradicción consigomisma. Y esta contradicción resalta especialmente en elsacramento de <strong>la</strong> comunión; porque el bautismo aprovecha a losniños, aunque también en él se exige como condición de sueficacia, el momento espiritual. Pero de una manera rara se hacolocado este momento en <strong>la</strong> fe de otras personas, en <strong>la</strong> fe de lospadres o de sus representantes o de <strong>la</strong> Iglesia en general. El objetodel sacramento de <strong>la</strong> comunión es, pues, el cuerpo de Cristo, uncuerpo verdadero; pero le faltan los predicados necesarios de <strong>la</strong>realidad fáctica. Tenemos aquí nuevamente en un ejemplo c<strong>la</strong>ro loque hemos encontrado siempre en <strong>la</strong> esencia de <strong>la</strong> religión. Elobjeto o sujeto de <strong>la</strong> sintaxis religiosa, es siempre un sujeto opredicado realmente humano o natural; pero <strong>la</strong> determinación104precisa, el predicado esencial de este predicado, es negado. Elsujeto es sensible, pero el predicado no sensible, es decir,contradice al sujeto. Distingo a un cuerpo real de un cuerpoimaginado sólo por el hecho de que aquel ejerce sobre mí efectoscorporales, efectos involuntarios. Por eso, si el pan fuera el cuerporeal de Dios, debería producir su consumo directamente efectossagrados en mí inmediatos e involuntarios, no sería necesariohacer preparaciones especiales, aportar un ánimo santo. Si yocomo una manzana, <strong>la</strong> manzana me da por sí so<strong>la</strong> el gusto de <strong>la</strong>manzana. No necesito más que a lo sumo un estómago sano, parasentir <strong>la</strong> manzana como manzana. Los católicos piden por parte delcuerpo sólo el ayuno como condición para tomar <strong>la</strong> comunión.Esto basta. Con mis <strong>la</strong>bios toco el cuerpo de Cristo, lo rompocon mis dientes, y mediante mi esófago lo llevo al estómago;asimi<strong>la</strong> al cuerpo no espiritualmente sino corporalmente. ¿Por quéentonces sus efectos no deben ser corporales? ¿Por qué esecuerpo que es a <strong>la</strong> vez corporal pero también de una esenciacelestial y sobrenatural, no debe producir en mí efectos corporales,y sin embargo, a <strong>la</strong> vez sobrenaturales y santos? Sólo mi espíritu,mi fe, transforma el cuerpo de Cristo en un cuerpo sagrado paramí, transformando el pan seco en una sustancia pneumáticamenteanimal, ¿para qué necesita entonces una cosa exterior? Pues eneste caso soy yo mismo quien produce el efecto del cuerpo sobremí, O sea su realidad; soy afectado por mí mismo. ¿Dónde quedanentonces <strong>la</strong> fuerza y <strong>la</strong> verdad objetivas? Quien indignamenteparticipa en <strong>la</strong> comunicación, no tiene otra cosa sino el consumomaterial del pan y el vino. Quien no trae nada, no lleva nada. Ladiferencia esencial entre este pan y un pan común y natural,descansa, por eso sólo, en <strong>la</strong> diferencia que hay entre el espíritudel que va a <strong>la</strong> mesa del Señor y el espíritu del que va a otra mesacualquiera. "El que come o bebe indignamente, come y bebe parasu propia condenación, porque no distingue el cuerpo del Señor"8.Pero este espíritu sólo depende del significado que yo dé a estepan. Si tiene para mí el significado de que no es pan, sino elcuerpo de Cristo, entonces tampoco tiene el efecto de un panvulgar. En el significado yace el efecto; yo no como para saciarme;como so<strong>la</strong>mente una pequeña cantidad. Luego, con respecto a <strong>la</strong>cantidad, que juega un papel esencial en todo otro consumomaterial, se anu<strong>la</strong> exteriormente el significado de un pan común.Pero este significado sólo existe en <strong>la</strong> fantasía; según lossentidos el vino queda vino, y el pan queda pan. Los escolásticos
salvaron esta dificultad con <strong>la</strong> distinción precisa de sustancias yaccidentes. Todos los accidentes que constituyen <strong>la</strong> naturaleza depan y de vino existen todavía: sólo lo que constituye <strong>la</strong> esencia deestos accidentes es transformado en carne y sangre. Pero todasesas propiedades juntas, esa unidad es <strong>la</strong> misma sustancia. ¿ Quées vino y pan si se les quita <strong>la</strong>s propiedades que los convierten enlo que son? Son una nada. Por eso, carne y sangre no tienenninguna existencia objetiva; de lo contrario deberían ser también unobjeto perceptible para los sentidos de los incrédulos. Al contrario:los testigos únicamente válidos de una existencia objetiva, el gusto,el olfato, el tacto, <strong>la</strong> vista, hab<strong>la</strong>n al unísono sólo de <strong>la</strong> realidad depan y de vino. Vino y pan son en realidad sustancias naturales,pero en <strong>la</strong> imaginación sustancias divinas.La fe es el poder de <strong>la</strong> facultad imaginativa, que convierte <strong>la</strong>realidad en irrealidad, y <strong>la</strong> irrealidad en realidad; es <strong>la</strong> contradiccióndirecta con <strong>la</strong> verdad de los sentidos, con <strong>la</strong> verdad de <strong>la</strong> razón. Lafe niega lo que afirma <strong>la</strong> razón y afirma lo que el<strong>la</strong> niega. Elmisterio de <strong>la</strong> comunión es el misterio de <strong>la</strong> fe, por eso gozo de <strong>la</strong>comunión, es el momento más sublime, más encantador yembriagador del alma creyente. La destrucción de <strong>la</strong> verdad fría, de<strong>la</strong> verdad real del mundo y de <strong>la</strong> razón objetivos -una destrucciónque constituye <strong>la</strong> esencia de <strong>la</strong> fe- alcanza en <strong>la</strong> comunión suculminación, porque aquí <strong>la</strong> fe destruye un objeto directamentepresente, evidente e indudable, sosteniendo: no existe lo quesegún el testimonio de <strong>la</strong> razón y de los sentidos existe. Sostieneque es so<strong>la</strong>mente apariencia de que sea pan, en verdad es carne.La tesis de los escolásticos expresa: es pan según los accidentes,es carne según <strong>la</strong> sustancia, es so<strong>la</strong>mente <strong>la</strong> expresión ideada yabstracta de lo que supone y expresa <strong>la</strong> fe, y no tiene otro sentidoque éste: según <strong>la</strong> apariencia y para los sentidos es aquello pan ypero en verdad es carne. Por eso, donde <strong>la</strong> fuerza imaginativa de<strong>la</strong> fe ha adquirido un poder tal sobre los sentidos y <strong>la</strong> razón, quehasta niega <strong>la</strong> verdad inequívoca y más evidente de los sentidos,allí uno no es un mi<strong>la</strong>gro si los fieles se exaltan a sí mismos hastaun grado tal que en realidad vieron correr sangre en lugar de vino.Tales ejemplos ha mostrado el catolicismo. Poco se precisa, parapercibir con los sentidos, fuera de sí, lo que se supone en <strong>la</strong> fe y en<strong>la</strong> imaginación como una realidad.Mientras que <strong>la</strong> fe en el misterio de <strong>la</strong> comunión dominaba a<strong>la</strong> humanidad como una verdad santa y hasta como <strong>la</strong> verdadsantísima y más sublime, el principio dominante de <strong>la</strong> humanidad105era <strong>la</strong> facultad imaginativa. Todas <strong>la</strong>s notas diferenciales entre <strong>la</strong>realidad y <strong>la</strong> irrealidad, <strong>la</strong> razón y <strong>la</strong> sinrazón, habían desaparecido;todo lo que uno podía imaginarse, se consideraba como unaposibilidad real. La religión santificaba cada contradicción con <strong>la</strong>inteligencia, con <strong>la</strong> naturaleza de <strong>la</strong>s cosas. No os burléis de <strong>la</strong>spreguntas estúpidas de los escolásticos. Eran consecuenciasnecesarias de <strong>la</strong> fe. Lo que so<strong>la</strong>mente es un objeto del sentimiento,era objeto de <strong>la</strong> razón; lo que contradice a <strong>la</strong> inteligencia, seconsideraba como si no <strong>la</strong> contradijera. Era esta <strong>la</strong> contradicciónfundamental de <strong>la</strong> escolástica, de donde salieron todas <strong>la</strong>s demáscontradicciones.No es de especial importancia, si yo creo en <strong>la</strong> doctrinaprotestante o católica con respecto a <strong>la</strong> comunión. La diferenciaso<strong>la</strong>mente consiste en que, según el protestantismo, carne ysangre de Cristo recién en <strong>la</strong> lengua o sea en el acto de <strong>la</strong>consumición se unen de una manera mi<strong>la</strong>grosa con pan y vino; encambio, según el catolicismo, esto sucede ya antes de <strong>la</strong>consumición, mediante el poder del sacerdote, el cual aquí, sinembargo, sólo obra en nombre del Omnipotente, transformandopan y vino realmente en cuerpo y sangre de Cristo. El protestantesólo escapa prudentemente a una explicación determinada; no seexpone en forma tan c<strong>la</strong>ra como <strong>la</strong> ingenuidad piadosa y acríticadel catolicismo, cuyo Dios, como una cosa visible, puede sercomido hasta por un ratón; el cual en tal caso da alojamiento a suDios, y éste ya no puede escaparle.El protestante, lo mismo que el católico, cree comer, en pan yvino, realmente carne y sangre de Cristo. En muy poco diferíanespecialmente al comienzo los protestantes de los católicos enesta doctrina. Así por ejemplo en Ansbach se originó un litigiosobre <strong>la</strong> cuestión de: "Si el cuerpo de Cristo llegaría también hastael estómago, si sería digerido como <strong>la</strong>s demás comidas y si, por lotanto, podría ser también echado por el camino natural".Pero si bien <strong>la</strong> facultad imaginativa de <strong>la</strong> fe hace de <strong>la</strong>existencia objetiva una mera apariencia, y de <strong>la</strong> existenciaimaginada una verdad y realidad, sin embargo, en sí, o sea según<strong>la</strong> verdad, lo realmente objetivo es sólo <strong>la</strong> materia natural. Hasta <strong>la</strong>hostia en el cáliz del sacerdote católico, sólo en <strong>la</strong> fe es un cuerpodivino; siendo aquel<strong>la</strong> cosa visible y externa en que transforma elser divino, sólo un objeto de <strong>la</strong> fe; pues el cuerpo aquí tampoco esvisible como cuerpo, ni es tangible ni puede sentirse como tal. Esto
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