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LA ESENCIA DEL CRISTIANISMO Ludwig Feuerbach Prólogo a la ...

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29UNA DETERMINACIÓN <strong>ESENCIA</strong>L del Dios hecho hombre,o sea, lo que es lo mismo, del Dios humano, es decir, de Cristo, essu pasión. El amor se comprueba en los sufrimientos. Todos lospensamientos y sentimientos que se concretan alrededor de <strong>la</strong>persona de Cristo, convergen en el concepto de su sufrimiento.Dios, como Dios, es el máximo de toda <strong>la</strong> perfección humana; Dios,como Cristo, es el máximo de toda <strong>la</strong> miseria humana. Los filósofospaganos celebran <strong>la</strong> actividad y especialmente <strong>la</strong> actividad de <strong>la</strong>inteligencia como actividad suprema y divina; los cristianos, encambio, santificaban el sufrimiento y lo ponen en Dios. Si Dios,como acto puro y como actividad pura, es el Dios de <strong>la</strong> filosofíaabstracta, es, en cambio, Cristo, el Dios de los cristianos, cornopasión pura, <strong>la</strong> idea suprema metafísica, el ser supremo delcorazón. Pues, ¿qué es lo q e hace más presión sobre el corazónque el sufrimiento, pero el sufrimiento del que de por sí no puedesufrir, el sufrimiento del inocente, del libre de pecado, el sufrimientoúnicamente en bien de los demás, el sufrimiento del amor, de <strong>la</strong>negación de sí mismo? Pero precisamente porque es <strong>la</strong> historiamás conmovedora para el corazón humano y en general para elcorazón -pues sería una locura ridícu<strong>la</strong> del hombre imaginarse Otrocorazón que el corazón humano-, sigue de ello en formaincontestable que en esa historia de <strong>la</strong> pasión, no se encuentra otracosa que <strong>la</strong> esencia del corazón y que el<strong>la</strong> no es una invención de<strong>la</strong> inteligencia humana o de <strong>la</strong> facultad poética, sino del corazónhumano. Pero éste no inventa corno <strong>la</strong> libre fantasía o <strong>la</strong>inteligencia. El corazón sufre y recibe; todo lo que proviene de él leparece corno irremediable, corno impuesto, como algo que obracon <strong>la</strong> fuerza de una necesidad urgente. Él domina y gobierna alhombre; quien es dominado por el corazón es dominado como porun demonio, por un Dios. El corazón no conoce a ningún otro Dios,ningún ser más excelente que su propio Dios, cuyo nombre porcierto puede ser otro diferente, pero cuya esencia, cuya sustancia,es <strong>la</strong> esencia propia del corazón. Y, precisamente, del corazón, de<strong>la</strong> necesidad intrínseca de hacer bien, de vivir y morir para loshombres, del instante divino de <strong>la</strong> beneficencia que quiere hacerfelices a todos, que no excluye a nadie, ni al más detestable, almás humilde, del deber moral de <strong>la</strong> beneficencia en el sentidosupremo; esa beneficencia que se ha convertido en una necesidadintrínseca, o sea en un asunto del corazón que se ha formado de <strong>la</strong>esencia humana tal como se manifiesta como corazón y por elcorazón, ha nacido <strong>la</strong> esencia del cristianismo, libre de elementos ycontradicciones teológicas, es decir, el cristianismo legítimo.Pues lo que en <strong>la</strong> religión es predicado, esto lo podemosconvertir, según lo que ya hemos visto, en sujeto, y lo que es enel<strong>la</strong> sujeto, lo podemos hacer predicado, de manera que invertimoslos oráculos de <strong>la</strong> religión para concebir<strong>la</strong>s como contre-vérités.Dios sufre -sufrir es el predicado- pero para los hombres, paraotros, no para sí mismo. ¿Qué significa eso en nuestro idioma? Nosignifica otra cosa sino que sufrir para otros es divino; quien sufrepara otros perdiendo por ellos su alma y su vida, obra divinamente,es para los hombres Dios.Pero <strong>la</strong> pasión de Cristo no representa so<strong>la</strong>mente elsufrimiento moral y espontáneo, el sufrimiento del amor, de <strong>la</strong>fuerza de sacrificarse en bien de los demás; sino que representatambién el sufrimiento como tal, el sufrimiento en cuanto aexpresión de <strong>la</strong> capacidad de sufrir. La religión cristiana es tanpoco sobrehumana, que hasta santifica <strong>la</strong> debilidad humana.Cuando el filósofo pagano, aún al recibir <strong>la</strong> noticia de <strong>la</strong> muerte desu propio hijo exc<strong>la</strong>ma: "Ya sabía que yo había dado <strong>la</strong> vida a unser mortal", Cristo derrama, en cambio -por lo menos el Cristobíblico, pues del Cristo prebíblico y no bíblico no sabemos nadalágrimassobre <strong>la</strong> muerte de Lázaro, muerte que sin embargo enrealidad sólo era una muerte aparente. Sócrates, con ánimo íntegrovacía <strong>la</strong> copa de veneno Cristo exc<strong>la</strong>ma: "Oh, si fuera posible noquisiera apurar este cáliz". Cristo a ese respecto es <strong>la</strong> confesión de<strong>la</strong> sensibilidad humana. El cristiano en oposición al principioestoico, con su rigurosa energía de voluntad y su independencia,ha asumido <strong>la</strong> conciencia de <strong>la</strong> propia excitabilidad y sensibilidaden <strong>la</strong> conciencia de Dios; <strong>la</strong> encuentra en Dios, con tal que no seauna debilidad pecaminosa, que no niega, que no condena.El sufrimiento es el mandato supremo del cristianismo y <strong>la</strong>historia misma del cristianismo es <strong>la</strong> historia de los sufrimientos de<strong>la</strong> humanidad. Si los paganos mezc<strong>la</strong>ban el júbilo del p<strong>la</strong>cerpecaminoso al culto de los dioses, los cristianos, naturalmente losantiguos cristianos, mezc<strong>la</strong>ban gemidos del corazón y delsentimiento con sus servicios divinos. Pero, así como un Diossensible, un Dios de <strong>la</strong> vida, es venerado allí donde <strong>la</strong>sexc<strong>la</strong>maciones de alegría sensual pertenecen a su culto y comoesos gritos jubilosos sólo son una definición sensible de <strong>la</strong> esenciade los dioses a quienes ese júbilo es dirigido, así también losgemidos del corazón de los cristianos son sonidos provenientes delinterior de su alma, de <strong>la</strong> esencia íntima de su Dios. El Dios del

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