a <strong>la</strong>s determinaciones genéricas y abstractas de <strong>la</strong> divinidad másque <strong>la</strong> paternidad y <strong>la</strong> filiación. Más bien María cabe enteramenteen <strong>la</strong> categoría de <strong>la</strong>s realizaciones trinitarias, dado que concibe alhijo sin intervención del hombre, así como el Padre lo procreó sinintervención de <strong>la</strong> mujer. Así forma María una oposición necesariae intrínseca al Padre en el seno de <strong>la</strong> Trinidad. Además, nosotrosya tenemos el principio femenino en el Hijo, aunque no lo sea en <strong>la</strong>persona y en forma desarrol<strong>la</strong>da, pero ya en <strong>la</strong> idea y en formaincompleta. Pues Dios el Hijo es el ser suave que perdona yreconcilia, es el sentimiento femenino de Dios. Dios, como padre,sólo es el generador, el principio de <strong>la</strong> actividad viril; pero el hijo esel génito sin que sea capaz de procrear él mismo; él es el DeusGenitus, es el principio que sufre y que recibe: el Hijo recibe suexistencia del Padre. El Hijo es como Hijo, naturalmente no cornoDios, dependiente del Padre y está sujeto a <strong>la</strong> autoridad paterna.Por eso es el Hijo el sentimiento femenino de dependencia en Dios;el Hijo impone sin querer <strong>la</strong> necesidad de un ser real femeninos.El hijo -hablo del hijo natural y humano- es de por sí un serintermedio entre el principio viril del padre y el principio femeninode <strong>la</strong> madre; es, por decir así todavía medio hombre y medio mujer;porque no tiene aún <strong>la</strong> conciencia de <strong>la</strong> entera independencia quecaracteriza al hombre y porque se siente más bien atraído hacia <strong>la</strong>madre que al padre.El amor del hijo hacia <strong>la</strong> madre es el primer amor del ser virilhacia el ser femenino. El amor del hombre hacia <strong>la</strong> mujer, del jovenhacia <strong>la</strong> virgen, recibe su unción religiosa única y verdadera en e<strong>la</strong>mor del hijo hacia <strong>la</strong> madre. El amor del hijo hacia <strong>la</strong> madre es elprimer anhelo, <strong>la</strong> primera humil<strong>la</strong>ción del hombre de<strong>la</strong>nte de <strong>la</strong>mujer.Por eso está ligada a <strong>la</strong> idea del Hijo de Dios también <strong>la</strong> ideade <strong>la</strong> madre de Dios, el mismo corazón que necesita de un DiosHijo necesita también de una madre de Dios. Donde está el Hijo,allí no puede faltar tampoco <strong>la</strong> madre; al padre le es innato el hijo,pero al hijo lo es <strong>la</strong> madre. Para el padre sustituye el hijo <strong>la</strong>necesidad de <strong>la</strong> madre, pero esta necesidad no <strong>la</strong> sustituye elpadre para el hijo. Para el hijo <strong>la</strong> madre es indispensable; elcorazón del hijo es el corazón de <strong>la</strong> madre. ¿Por qué entoncesDios el Hijo se ha hecho hombre sólo en <strong>la</strong> mujer? ¿Acaso elTodopoderoso no habría podido aparecer como hombre entre loshombres de una manera distinta e inmediata? ¿Por qué descendió34entonces el Hijo al seno de <strong>la</strong> mujer? ¿Por qué otra razón, sinoporque el Hijo representa el anhelo hacia <strong>la</strong> madre, porque sucorazón femenino y amante encuentra <strong>la</strong> expresióncorrespondiente sólo en un cuerpo femenino? Por cierto haquedado el Hijo, como hombre natural, sólo durante nueve mesesen el seno de <strong>la</strong> madre y bajo el techo del corazón femenino, peroinextinguibles son <strong>la</strong>s expresiones que aquí recibe; <strong>la</strong> madre ya nosaldrá jamás del sentimiento y del corazón del hijo. Por eso <strong>la</strong>adoración del Hijo de Dios no es ninguna ido<strong>la</strong>tría, no lo estampoco <strong>la</strong> adoración de <strong>la</strong> madre de Dios. Así como nosotrosdebemos conocer el amor de Dios hacia nosotros por el hecho deque él entregó su propio Hijo Unigénito, es decir, lo más queridoque tenía, para salvamos a nosotros, así conoceremos nosotroseste amor mucho mejor todavía si en Dios se encuentra un corazónmaterno. El amor más profundo y más sublime es el amor de <strong>la</strong>madre. El padre se consue<strong>la</strong> de <strong>la</strong> pérdida del hijo; él tiene en sí unprincipio estoico. En cambio, <strong>la</strong> madre es inconso<strong>la</strong>ble, <strong>la</strong> madre es<strong>la</strong> Dolorosa, pero como tal representa <strong>la</strong> verdad del amor.Donde decae <strong>la</strong> creencia en <strong>la</strong> madre de Dios decae también<strong>la</strong> fe en el Hijo de Dios y en Dios Padre. El padre sólo es unaverdad donde lo es <strong>la</strong> madre. El amor es de por sí unacaracterística del sexo femenino. La fe en el amor de Dios es <strong>la</strong> feen el principio femenino como en un ser divino. El amor sin <strong>la</strong>naturaleza es una insensatez, es un fantoche. En el amor seconoce <strong>la</strong> santa necesidad y profundidad de <strong>la</strong> naturaleza.El protestantismo ha dejado de <strong>la</strong>do a <strong>la</strong> Madre de Dios; pero<strong>la</strong> mujer rechazada se ha vengado terriblemente. Las armas queemplea el protestantismo contra <strong>la</strong> Madre de Dios <strong>la</strong>s ha dirigidocontra él mismo, contra el Hijo de Dios, contra toda <strong>la</strong> trinidad.Quien sacrifica <strong>la</strong> Madre de Dios a <strong>la</strong> inteligencia, no le falta muchopara sacrificar también el misterio del Hijo de Dios por serantropomorfismo. Por cierto se esconde el antropomorfismocuando se excluye el ser femenino; pero sólo es escondido, noanu<strong>la</strong>do. El protestantismo no tenía ninguna necesidad, ningúnanhelo de una mujer celestial, porque él recibió con brazos abiertosa <strong>la</strong> mujer terrestre en su corazón. Pero por eso mismo deberíahaber sido también consecuente y sacrificar también con <strong>la</strong> madreal hijo y al padre. Sólo quien no tiene padres terrestres necesitapadres celestiales.
El Dios trinitario es el Dios del catolicismo; pues sólo tiene unsignificado verdaderamente religioso, necesario y sentimental enoposición a <strong>la</strong> negación de todos los vínculos .esenciales, .enoposición a los anacoretas, los monjes y <strong>la</strong>s monjas. El Diostrinitario es un Dios exuberante; por eso se necesita allí donde seabstrae del contenido de <strong>la</strong> vida real. Cuanto más vacía es estavida, tanto más completo y más concreto es Dios. El despojo delmundo real y el enriquecimiento de <strong>la</strong> divinidad, constituyen un soloacto. Sólo el hombre pobre tiene un Dios rico. Dios surge delsentimiento de una deficiencia; lo que el hombre echa de menos -ya sea en forma determinada y consciente, ya sea en formainconsciente- eso es Dios. Por eso el sentimiento inconcebible delvacío y de <strong>la</strong> soledad necesita de un Dios en que haya unacomunidad, una unión de seres que se quieran íntimamente.Así tenemos <strong>la</strong> verdadera explicación de por qué <strong>la</strong> Trinidadha perdido, en los tiempos modernos, primero su significadopráctico y luego también el teórico.CAPÍTULO VIIIEl misterio de los logos y de <strong>la</strong> imagen divinaPERO <strong>LA</strong> IMPORTANCIA <strong>ESENCIA</strong>L de <strong>la</strong> Trinidad para <strong>la</strong>religión, concéntrase siempre en <strong>la</strong> esencia de <strong>la</strong> segunda persona.El marcado interés que tenía <strong>la</strong> humanidad cristiana en <strong>la</strong> Trinidad,era principal y casi exclusivamente el interés que tenía en DiosHijo. La lucha encarnizada sobre Homousios y Homoiusios, no erauna lucha vana aunque <strong>la</strong> diferencia consiste en una so<strong>la</strong> letra.Tratábase aquí más bien de <strong>la</strong> igualdad con Dios o sea de <strong>la</strong>dignidad divina de <strong>la</strong> segunda persona, y con ello del honor de <strong>la</strong>religión cristiana misma; pues su objeto esencial y característico esjustamente <strong>la</strong> segunda persona; pero lo que es el objeto esencialde una religión es también su Dios verdadero y esencial. Engeneral el verdadero y real Dios de una religión es el mediador,porque solo éste es el objeto inmediato de <strong>la</strong> religión. Quien sedirige a los santos en vez de dirigirse a Dios, se dirige a ellos sóloen <strong>la</strong> suposición de que tienen ascendencia sobre Dios, y de que loque ellos desean, o quieren pedir, les será dado por Dios y que porlo tanto Dios se encuentra enteramente en manos de los santos. Laoración es el medio de ejercer, bajo <strong>la</strong> apariencia de <strong>la</strong> humildad ysujeción, su dominio y su imposición sobre otro ser.35Adonde yo me dirijo primero en mi espíritu, es también paramí en realidad el Ser Supremo. Me dirijo a los santos, no porque elsanto dependa de Dios, sino porque Dios depende de los santos,es decir, que Dios es dominado por ruegos o sea por <strong>la</strong> voluntad oel corazón de los santos. Las diferencias que hacen los teólogoscatólicos entre <strong>la</strong> Latría, Dulía y Perdulía, son sofismas infundadosy anticuados. En una pa<strong>la</strong>bra, el Dios que te encuentra detrás delintermediario sólo es una representación abstracta y superflua, es<strong>la</strong> representación o <strong>la</strong> idea de <strong>la</strong> Divinidad en general; y elintermediario no tiene por encargo el reconciliarse con esta ideasino el de destruida y negada, porque no es objeto para <strong>la</strong> religión.El Dios que está por encima del intermediario no es otra cosa sino<strong>la</strong> fría inteligencia que está por encima del corazón, al igual que elFatum está por encima de los Dioses Olímpicos.Al hombre, por ser un ser sensible, lo domina y beatífica sólo<strong>la</strong> imagen. La razón figurada, sensible y sencil<strong>la</strong> es <strong>la</strong> fantasía. Y elsegundo ser en Dios, que es en verdad el primer ser de <strong>la</strong> religión,es el ser objetivado de <strong>la</strong> fantasía. Las determinaciones de <strong>la</strong>segunda persona son principalmente imágenes. Y estas imágenesno provienen de <strong>la</strong> impotencia del hombre para concebir el objetoen otra forma que no sea figurada -lo que sería una interpretaciónabsolutamente equívoca- sino que <strong>la</strong> segunda persona, por eso, nopuede ser concebida de otra manera que figurada, porque el<strong>la</strong>misma es una imagen. Por eso, el Hijo se l<strong>la</strong>ma tambiénexpresamente <strong>la</strong> imagen de Dios su esencia es ser imagen, <strong>la</strong>fantasía de Dios, <strong>la</strong> gloria visible del Dios invisible. El Hijo es <strong>la</strong>necesidad satisfecha de <strong>la</strong> contemp<strong>la</strong>ción de imágenes; es el serobjetivado de <strong>la</strong> actividad imaginativa como de una actividadabsoluta y divina. El hombre se forma una imagen de Dios, esdecir, transforma el ser abstracto intelectual, el ser de <strong>la</strong> fuerza delpensamiento en un objeto de los sentidos o sea en un ser de <strong>la</strong>fantasía. Pero se coloca esta imagen en Dios mismo, porque seríanaturalmente contrario a su necesidad, si el hombre noconsiderase esta imagen como una verdad objetiva, si hubiesehecho de esta imagen sólo un ser subjetivo y diferente de Dios,creada por el hombre. y en efecto, no es tampoco ninguna imagenhecha por el hombre o sea arbitraria; pues expresa <strong>la</strong> necesidad de<strong>la</strong> fantasía, <strong>la</strong> necesidad de afirmar <strong>la</strong> fantasía como una potenciadivina. El Hijo es el resp<strong>la</strong>ndor de <strong>la</strong> fantasía, es <strong>la</strong> imagen favoritadel corazón; pero precisamente por eso, porque, en oposición a
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