<strong>la</strong> existencia de Dios pasa por encima de los límites de <strong>la</strong>inteligencia; es exacto; pero en el mismo sentido en que <strong>la</strong> vista, eloído y el olfato pasan por encima de los límites de <strong>la</strong> inteligencia.Sería estúpido reprochar a <strong>la</strong> inteligencia el hecho de que nosatisfaga una exigencia que sólo puede pedirse a los sentidos. Laexistencia fáctica y empírica sólo me <strong>la</strong> dan los sentidos. y <strong>la</strong>existencia con respecto a <strong>la</strong> cuestión de <strong>la</strong> existencia de Dios notiene el significado de una realidad interna, de una verdad, sino deuna existencia formal, exterior, como corresponde a cada sersensible, además del hombre, independientemente de sussentimientos o de su espíritu.Por eso <strong>la</strong> religión, en cuanto se funda en <strong>la</strong> existencia deDios como en una verdad empírica y exterior, se convierte en unasunto indiferente para el sentimiento interno. Así como en el cultode <strong>la</strong> religión, <strong>la</strong> ceremonia, el uso, el sacramento, se convierten encosas independientes, sin espíritu, sin alma, así también finalmente<strong>la</strong> so<strong>la</strong> fe en <strong>la</strong> existencia de Dios, prescindiendo de <strong>la</strong>s cualidadesinternas, del contenido espiritual, se convierte en <strong>la</strong> cosa principalde <strong>la</strong> religión. Con tal que creas en Dios, crees que él existe, yaestás salvado. Es indiferente si bajo el concepto de este Dios terepresentas un ser bueno o un monstruo, un Nerón o un Calígu<strong>la</strong>,una imagen de tu pasión, de tu venganza, de tu vanagloria, esto esindiferente, lo principal es que no seas un ateo. La historia de <strong>la</strong>religión lo ha demostrado suficientemente. Si <strong>la</strong> existencia de Diosen sí mismo no se hubiera afirmado por sí misma como una verdadreligiosa en <strong>la</strong>s almas, jamás se habría llegado a esasvergonzosas, estúpidas y horrorosas representaciones de Dios,que caracterizan <strong>la</strong> historia de <strong>la</strong> religión y de <strong>la</strong> teología. Laexistencia de Dios era una cosa vulgar, exterior y sin embargo a <strong>la</strong>vez sagrada. N o es de admirarse, entonces, si sobre esta basesólo se formaron <strong>la</strong>s representaciones más vulgares, bárbaras einconcebibles.El ateísmo se consideraba y se considera hoy todavía como<strong>la</strong> negación de todos los principios morales, de todos losfundamentos éticos y vínculos: si Dios no existe, desaparece toda<strong>la</strong> diferencia entre lo bueno y lo malo, <strong>la</strong> virtud y el vicio. Luego, <strong>la</strong>diferencia sólo existe en <strong>la</strong> existencia de Dios, y <strong>la</strong> verdad de <strong>la</strong>virtud ya no está en sí misma, sino fuera de el<strong>la</strong>. Por cierto sere<strong>la</strong>ciona con <strong>la</strong> existencia de Dios <strong>la</strong> existencia de <strong>la</strong> virtud; perono por una convicción virtuosa del valor interior y del contenido de<strong>la</strong> virtud. Al contrario: <strong>la</strong> creencia en Dios como una condición88necesaria de <strong>la</strong> virtud, es <strong>la</strong> creencia en <strong>la</strong> nulidad de <strong>la</strong> virtud en símisma.Es por lo demás digno de notar que el concepto de <strong>la</strong>existencia empírica de Dios sólo se ha formado en <strong>la</strong> épocamoderna, donde florecieron el empirismo y el materialismo. Porcierto, ya en el sentido más sencillo y más original de <strong>la</strong> religión,Dios tiene una existencia empírica en un lugar alejado de <strong>la</strong> tierra.Pero esta existencia no tiene todavía un significado tan prosaico; <strong>la</strong>imaginación identifica el Dios externo con los sentimientos delhombre. Es de por sí <strong>la</strong> facultad imaginativa, el lugar verdadero deuna existencia ausente, no presente para los sentidos, pero sinembargo sensible según <strong>la</strong> esencia. Sólo <strong>la</strong> fantasía resuelve <strong>la</strong>contradicción entre una existencia a <strong>la</strong> vez sensible y no sensible;sólo <strong>la</strong> fantasía protege contra el ateísmo. En <strong>la</strong> imaginación <strong>la</strong>existencia tiene efectos sensibles, <strong>la</strong> existencia actúa como unpoder; y <strong>la</strong> imaginación asocia a <strong>la</strong> esencia de <strong>la</strong> existenciasensible también los fenómenos de ésta. Donde <strong>la</strong> existencia deDios es una verdad viviente, una cosa de <strong>la</strong> imaginación, allí secree también en apariciones de Dios. En cambio, donde esextingue el fuego de <strong>la</strong> imaginación religiosa, donde desaparecenlos efectos y los fenómenos sensibles, necesariamente ligados auna existencia sensible, allí se convierte en una existencia muerta,que se contradice, y cae en los brazos de <strong>la</strong> negación, del ateísmo.La creencia en <strong>la</strong> existencia de Dios es <strong>la</strong> fe en unaexistencia especial, distinta de <strong>la</strong> existencia del hombre y de <strong>la</strong>naturaleza. Una existencia especial sólo puede manifestarse deuna manera especial. Esta fe es, por lo tanto, sólo entonces una feverdadera y viviente, si se cree en efectos especiales, aparicionesde Dios inmediatas y mi<strong>la</strong>gros. Sólo donde <strong>la</strong> creencia en Dios seidentifica con <strong>la</strong> creencia en el mundo, <strong>la</strong> creencia de Dios ya no esuna creencia especial, donde el ser general del mundo ocupa todoel hombre, desaparece naturalmente también <strong>la</strong> fe en los efectos y<strong>la</strong>s apariciones de Dios especiales. La fe en Dios se ha roto, haencal<strong>la</strong>do en <strong>la</strong> fe en este mundo, en los efectos naturales comolos únicos verdaderos. Así como <strong>la</strong> creencia en los mi<strong>la</strong>gros sólo esuna creencia en mi<strong>la</strong>gros pasados e históricos, así también <strong>la</strong>existencia de Dios se convierte en histórica y de por sí ateística.CAPÍTULO XXII
La contradicción en <strong>la</strong> reve<strong>la</strong>ción de Dios<strong>DEL</strong> CONCEPTO DE <strong>LA</strong> EXISTENCIA depende el conceptode <strong>la</strong> reve<strong>la</strong>ción de Dios. El acto testimonial de <strong>la</strong> existencia, elcertificado original de que existe Dios, es <strong>la</strong> reve<strong>la</strong>ción. Laspruebas puramente subjetivas de <strong>la</strong> existencia de Dios, son <strong>la</strong>spruebas racionales; <strong>la</strong> prueba objetiva, <strong>la</strong> única prueba de suexistencia, es su reve<strong>la</strong>ción. Dios hab<strong>la</strong> al hombre -<strong>la</strong> reve<strong>la</strong>ción es<strong>la</strong> pa<strong>la</strong>bra de Dios-, Dios se manifiesta mediante el lenguaje,mediante un tono que conmueve el alma y que le da <strong>la</strong> certezaha<strong>la</strong>gadora de que Dios realmente existe. La pa<strong>la</strong>bra es elevangelio de <strong>la</strong> vida, el signo distintivo de <strong>la</strong> existencia y de <strong>la</strong> noexistencia. La fe reve<strong>la</strong>da es el punto culminante del objetivismoreligioso. La certeza subjetiva de <strong>la</strong> existencia de Dios se convierteaquí en un hecho indudable, exterior e histórico. La existencia deDios es ya en sí como existencia, un ser exterior y empírico; perosólo todavía un ser pensado, imaginado, por eso, dudado -de ahí <strong>la</strong>aseveración de que todas <strong>la</strong>s pruebas no dan una certezasatisfactoria-; pero ese ser pensado, representado, como un serreal, como hecho, es <strong>la</strong> reve<strong>la</strong>ción. Dios se ha reve<strong>la</strong>do, hademostrado él mismo su existencia. ¿Quién puede, por lo tanto,dudar todavía? La certeza de <strong>la</strong> existencia reside para mí en <strong>la</strong>certeza de <strong>la</strong> reve<strong>la</strong>ción. Un Dios que sólo existe sin manifestarse,que sólo debido a mí mismo existe para mí, sólo es un Diosabstracto, imaginario y subjetivo: sólo un Dios del cual tengoconocimiento por Él mismo que existe realmente, es un Dios queactúa por sí mismo, un Dios objetivo. La creencia en <strong>la</strong> reve<strong>la</strong>ciónes <strong>la</strong> certeza inmediata del alma religiosa de que existe aquello quecree, desea, se representa. El espíritu religioso no distingue entrelo subjetivo y objetivo, no duda; no tiene los sentidos para ver otrascosas, sino sólo para ver sus representaciones fuera de sí comoseres. Pero el espíritu religioso es una cosa de por sí teórica,práctica; es un asunto de conciencia, es un hecho. Hecho es parael<strong>la</strong> sólo lo que se convierte de un objeto de <strong>la</strong> inteligencia en unobjeto de <strong>la</strong> conciencia: hecho es para el<strong>la</strong> lo que no puede sercriticado ni tocado sin hacerse culpable de una b<strong>la</strong>sfemia; hecho espara el<strong>la</strong> lo que debe creerse incondicionalmente: hecho es unafuerza sensible, no es ninguna causa; el hecho es para <strong>la</strong>inteligencia un escándalo intolerable. Vosotros, filósofos alemanesde <strong>la</strong> religión que, con vuestra corta inteligencia, nos objetáis loshechos de <strong>la</strong> conciencia religiosa, para narcotizar nuestrainteligencia y para convertimos en esc<strong>la</strong>vos de vuestra creenciainfantil ¿no veis que los hechos son tan re<strong>la</strong>tivos, tan diferentes89como subjetivas son <strong>la</strong>s representaciones de <strong>la</strong>s religiones?¿Acaso no eran los dioses del Olimpo también hechos, que con suexistencia demostraron su realidad? ¿Acaso no se considerabantambién <strong>la</strong>s historias mi<strong>la</strong>grosas y ridícu<strong>la</strong>s de los paganos comohechos? ¿Acaso no eran también los ángeles y los demoniospersonas históricas? ¿Acaso no han aparecido efectivamente?¿Acaso no ha hab<strong>la</strong>do realmente en aquel entonces <strong>la</strong> burra deBa<strong>la</strong>am? ¿Acaso no han creído hasta los sabios ilustrados del sigloXVIII en esa burra par<strong>la</strong>nte como en un mi<strong>la</strong>gro, por ejemplo, comoen el de <strong>la</strong> encarnación o cualquier otro semejante a éste? ¡Ohfilósofos grandes, estudiad de una vez por todas y ante todo ellenguaje de <strong>la</strong> burra de Ba<strong>la</strong>am! Sólo al ignorante suenaextrañamente; pero os aseguro que al estudiar este lenguajereconoceréis vuestro propio idioma materno y encontraréis queesta burra ya hace miles de años ha divulgado los más grandessecretos de vuestra sabiduría especu<strong>la</strong>tiva. ¡Hechos, señoresmíos! son, para repetirles nuevamente, representaciones de cuyaverdad no se duda porque su objeto no es ningún asunto de <strong>la</strong>teoría sino del sentimiento, que desea que exista aquello que el<strong>la</strong>desea, en que el<strong>la</strong> cree; hecho es lo que está prohibido negar,aunque no sea exteriormente sino interiormente; hecho es todaposibilidad que vale por efectividad, cualquier representación quepara su tiempo expresa una necesidad y con el<strong>la</strong> un límiteinfranqueable del espíritu; hecho es todo deseo representado comocumplido; en una pa<strong>la</strong>bra: hecho es todo aquello de que no seduda por <strong>la</strong> sencil<strong>la</strong> razón de que es indudable y que no debedudarse. El sentimiento religioso tiene, según su naturaleza, <strong>la</strong>certeza inmediata de que todos los movimientos arbitrarios y todas<strong>la</strong>s determinaciones exteriores, son fenómenos de otro ser. Elsentimiento religioso se convierte en un ser pasivo: a Dios, encambio, en un ser activo. Dios es <strong>la</strong> actividad, pero lo que lodetermina a ser activo, lo que convierte su actividad, que, por lopronto, so<strong>la</strong>mente es un poder ilimitado, en una actividad real, <strong>la</strong>causa principal, <strong>la</strong> razón de esta actividad no es él mismo, porqueél no necesita nada para sí, él no tiene necesidades; sino que es elhombre, el sujeto religioso, o sea el sentimiento, Pero <strong>la</strong> mismotiempo, el hombre es nuevamente determinado por Dios, seconvierte en pasivo, él recibe de Dios determinadas reve<strong>la</strong>ciones,determinadas pruebas de su existencia. Luego, en <strong>la</strong> reve<strong>la</strong>ción elhombre es determinado por sí mismo, por ser él <strong>la</strong> causadeterminativa de Dios, el factor que determina a Dios, es decir: <strong>la</strong>reve<strong>la</strong>ción es so<strong>la</strong>mente <strong>la</strong> autodeterminación del hombre, sólo queentre él como determinado y él como determinante, se interca<strong>la</strong> un
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