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LA ESENCIA DEL CRISTIANISMO Ludwig Feuerbach Prólogo a la ...

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especialmente de su causa una cuestión de <strong>la</strong> conciencia, delinterés, del instinto de felicidad; porque su objeto mismo es un serespecial, personal, que requiere el reconocimiento, y que de estereconocimiento hace depender <strong>la</strong> felicidad.La fe da al hombre un sentimiento especial de honor y deegoísmo. El creyente se encuentra distinguido ante todos losdemás hombres y elevado sobre el hombre natural, se conocecomo una persona de distinción, en posesión de derechosespeciales; los creyentes son aristócratas, los incrédulos plebeyos.Dios es esta diferencia personificada, esa preferencia de loscreyentes ante los incrédulos. Pero como <strong>la</strong> fe representa el propioser como otro, el creyente coloca su honor no directamente en símismo, sino en esta otra persona. La conciencia de su preferenciaes <strong>la</strong> conciencia de esta persona, el sentimiento de sí mismo lotiene en esta otra personalidad. Así como el servidor se siente a símismo en <strong>la</strong> dignidad de su amo, y cree ser más que un hombrelibre e independiente, siendo de un rango menor que su amo, asítambién procede el creyente.Él desmiente todos los méritos propios para dejarexclusivamente a su amo el honor del mérito; pero sólo porqueeste mérito finalmente le aprovecha a él, porque en el honor de suseñor satisface su propia sensación de honor. La fe es altiva. Perose distingue de <strong>la</strong> altivez natural por el hecho de que transfiere elsentimiento de su preferencia, o sea su orgullo, a otra persona quelo ha distinguido a él; a otra persona que es, en realidad, su propioser oculto, su instinto de felicidad personificada y satisfecha;porque esta personalidad no tiene otras determinaciones que <strong>la</strong>sque tiene el benefactor, el redentor, el salvador; luego sondeterminaciones en que el creyente sólo se refiere a sí mismo, a supropia salvación eterna. En una pa<strong>la</strong>bra, tenemos aquí el principiocaracterístico de <strong>la</strong> religión en el sentido de que el<strong>la</strong> transforma e<strong>la</strong>ctivo natural en pasivo. El pagano se eleva, el cristiano se sienteelevado. El cristiano transforma en un objeto del sentimiento y de <strong>la</strong>sensibilidad lo que es para el pagano un objeto de <strong>la</strong> actividadpropia. La humildad del creyente, es una altivez invertida, peroaltivez que no tiene <strong>la</strong> apariencia, o sea <strong>la</strong>s característicasexteriores de <strong>la</strong> altivez. El cristiano se siente distinguido; pero estadistinción no es el resultado de su actividad, sino un producto de <strong>la</strong>gracia; él ha sido distinguido, pero no tiene mérito de ello. Engeneral, no hace de sí mismo un fin de su propia actividad, sino unfin, un objeto de Dios.108La fe es esencialmente una fe determinada. Dios es sólo enesta determinación el Dios verdadero. Este Dios es Cristo, elverdadero y único profeta, el Hijo Unigénito de Dios. Y estasdeterminaciones <strong>la</strong>s debes creer, a no ser que quieras perder <strong>la</strong>beatitud. La fe es imperativa. Es, por lo tanto, necesaria, yconstituye <strong>la</strong> esencia de <strong>la</strong> fe, que es fijada como dogma. El dogmasólo expresa lo que <strong>la</strong> fe quería decir en un principio, o, por lomenos, pensaba. El hecho de que, una vez que el dogmafundamental ha sido establecido, se siguen de allí cuestionesespeciales, que entonces, nuevamente, deben ser decididas enforma dogmática. Que de allí resulte una multitud molesta dedogmas, es por cierto una fatalidad, pero no anu<strong>la</strong> <strong>la</strong> necesidad deque <strong>la</strong> fe sea fijada en dogmas, a fin de que cada uno sepa,determinadamente, lo que debe creer y cómo debe conquistar sufelicidad. Lo que hoy día se rechaza hasta desde el punto de vistadel cristianismo creyente como una aberración, como unmalentendido, lo que se <strong>la</strong>menta como una exageración, es nadamás que el resultado de <strong>la</strong> esencia intrínseca de <strong>la</strong> fe. La fe es,según su naturaleza, limitada y encadenada, porque trátase en <strong>la</strong>fe tanto de <strong>la</strong> propia felicidad como del honor de Dios mismo. Pero,así como nos preocupamos de dar el honor debido a una personade rango superior, así procede también <strong>la</strong> fe. El apóstol Pablo noresponde a otra cosa sino a <strong>la</strong> gloria, el honor, el mérito de Cristo.La determinación dogmática, exclusiva y escrupulosa, es unacaracterística de <strong>la</strong> esencia de <strong>la</strong> fe. Por cierto <strong>la</strong> fe es liberal en <strong>la</strong>scomidas y en otras cosas indiferentes para el<strong>la</strong>, pero de ningunamanera con respecto a los objetos de <strong>la</strong> fe. Quien no está a favorde Cristo está en contra de Cristo; lo que no es cristiano, esanticristiano. ¿Pero qué es lo cristiano? Esta cuestión debe serexactamente determinada, no puede ser dejada al arbitrio de cadauno. Si el contenido de <strong>la</strong> fe se encuentra hasta en libros, quetienen su origen en diferentes autores, si se encuentra estecontenido en forma casual, y en expresiones contradictorias,entonces <strong>la</strong> limitación y determinación dogmáticas son unanecesidad exterior. Sólo al dogma de <strong>la</strong> Iglesia debe el cristianismosu conservación.Sólo es <strong>la</strong> falta de carácter, es <strong>la</strong> creyente no creencia de lostiempos modernos, lo que se esconde detrás de <strong>la</strong> Biblia,oponiendo <strong>la</strong>s sentencias bíblicas a <strong>la</strong>s determinacionesdogmáticas para librarse, mediante <strong>la</strong> arbitrariedad de <strong>la</strong> exégesisde <strong>la</strong>s barreras de <strong>la</strong> dogmática. Pero <strong>la</strong> fe ya ha desaparecido, se

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