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LA ESENCIA DEL CRISTIANISMO Ludwig Feuerbach Prólogo a la ...

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vida celestial. La otra vida no es otra cosa sino <strong>la</strong> vida enconformidad con el sentimiento, con <strong>la</strong> idea, a <strong>la</strong> cual esta vidacontradice. El más allá no tiene ningún otro significado, sino el desuprimir esta contradicción y realizar un estado que corresponde alsentimiento en el cual el hombre está en conformidad consigomismo. Un más allá desconocido sería una ridícu<strong>la</strong> quimera: <strong>la</strong> otravida no es otra cosa sino <strong>la</strong> realidad de una idea conocida, <strong>la</strong>satisfacción de un anhelo consciente, el cumplimiento de un deseo;sólo falta destruir <strong>la</strong>s barreras que se oponen aquí a <strong>la</strong> realidad de<strong>la</strong> idea. ¿En qué consistiría el consuelo, en qué el significado delmás allá, si viera en él una noche completamente oscura? No, allíes brillo de metal legítimo lo que aquí resp<strong>la</strong>ndece con coloresoscurecidos de metal oxidado. Por eso el más allá no tiene ningúnotro significado, ninguna otra razón de ser que <strong>la</strong> de separar delmetal los cuerpos extraños, separar de lo bueno lo malo, de loagradable lo desagradable, de lo que es digno de a<strong>la</strong>bar, lo quedebe reprocharse. La otra vida es <strong>la</strong> boda en que el hombre secasa con su amada. Ya hace mucho que conoce a su amada, yhacía mucho que <strong>la</strong> deseaba; pero re<strong>la</strong>ciones eternas, <strong>la</strong> insensiblerealidad, se opuso a su boda con el<strong>la</strong>. En esta boda su amada noserá ningún otro ser; porque de lo contrario, ¿cómo podríaanhe<strong>la</strong>r<strong>la</strong> tanto? Sólo que de ahora en ade<strong>la</strong>nte su amada serásuya, de un objeto de anhelo, se convertirá en un objeto deposesión efectiva.La otra vida es aquí sólo una imagen, pero no una imagen deuna cosa lejana y desconocida, sino un retrato del ser que elhombre ama y prefiere más que a ningún otro. A lo que el hombrequiere es a su alma. El pagano encerró <strong>la</strong>s cenizas de sus muertosqueridos en urnas; para los cristianos es <strong>la</strong> vida del más allá elmausoleo en que encierra su alma.Para conocer una fe y en general una religión, es necesarioobservar los escalones ínfimos y más toscos de <strong>la</strong> religión. No hayque contemp<strong>la</strong>r <strong>la</strong> religión so<strong>la</strong>mente en una línea ascendente, sinoen todo el ancho de su existencia. También al contemp<strong>la</strong>r <strong>la</strong>religión absoluta, hay que tomar en cuenta <strong>la</strong>s diferentes religionesy no dejar <strong>la</strong>s otras en el pasado, porque sólo de este modo secomprende y se aprecia en forma adecuada, tanto <strong>la</strong> religiónabsoluta como <strong>la</strong>s demás religiones. Las más terribles"aberraciones", <strong>la</strong>s más salvajes orgías de <strong>la</strong> conciencia religiosa,permiten a menudo profundizar más <strong>la</strong>s miradas también en lossecretos de <strong>la</strong> religión absoluta. Las representaciones78aparentemente más groseras, son a menudo representacionessumamente infantiles, inocentes y verdaderas. Esto vale tambiénpara <strong>la</strong>s imaginaciones del más allá. El "salvaje" cuya concienciano pasa los límites de su país, que ha crecido con él enteramente,coloca también su país en el más allá de tal modo, que no deja <strong>la</strong>naturaleza así como es, sino que <strong>la</strong> mejora para vencer así <strong>la</strong>sdificultades de su vida y <strong>la</strong> representación del más allá. En estalimitación de los pueblos no civilizados, hay un rasgo conmovedor.El más allá no expresa aquí otra cosa que <strong>la</strong> añoranza. La muertelo separa de los suyos, de su pueblo, de su país. Pero el hombreque no ha ampliado su conciencia, no resiste esta separación;debe volver a su terruño. Los negros del oeste de <strong>la</strong> India, parapoder revivir en su patria, se matan. Es esta limitación de suconciencia, lo contrario directo del espiritualismo fantástico, quehace del hombre un vagabundo, el cual, indiferente hasta para con<strong>la</strong> tierra, corre de una estrel<strong>la</strong> a otra. Y por cierto, hay algunaverdad en eso, el hombre es lo que es por <strong>la</strong> naturaleza, por másque tenga cosas provenientes de su actividad propia. Pero hasta <strong>la</strong>misma actividad propia tiene en <strong>la</strong> naturaleza, respectivamente ensu naturaleza, su razón de ser. ¡Sed agradecidos hacia <strong>la</strong>naturaleza! El hombre no se deja separar de el<strong>la</strong>. El germano, cuyadivinidad es <strong>la</strong> actividad misma, debe su carácter en igual forma asu naturaleza como el oriental lo debe a <strong>la</strong> suya. El reproche de<strong>la</strong>rte hindú, de <strong>la</strong> religión y de <strong>la</strong> filosofía hindú, es un reproche de <strong>la</strong>naturaleza hindú. Vosotros os quejáis del crítico que arranca devuestras obras una pa<strong>la</strong>bra del contexto para poner<strong>la</strong> en ridículo.¿Por qué hacéis vosotros mismos lo que reprocháis en los demás?¿Por qué arrancáis <strong>la</strong> religión hindú de su contexto, en el cual estan razonable como vuestra religión absoluta?La creencia en un más allá, en una vida después de <strong>la</strong>muerte, no es, en el fondo, entre los pueblos "salvajes", otra cosa<strong>la</strong> creencia directa en esta vida, es <strong>la</strong> fe inmediata e inquebrantableen esta vida. Esta vida tiene para ellos el valor total y absoluto,hasta con sus limitaciones locales. Ellos no pueden prescindir deesta vida, no pueden imaginarse ninguna anu<strong>la</strong>ción de ésta; esdecir, ellos creen directamente en <strong>la</strong> infinitud, en <strong>la</strong> eternidad deesta vida. Sólo cuando <strong>la</strong> fe en <strong>la</strong> inmortalidad se convierte en unafe crítica, cuando se distingue entre lo que queda aquí y lo quesobra allá, lo que aquí perece y allá permanece, entonces <strong>la</strong>creencia en <strong>la</strong> vida después de <strong>la</strong> muerte se convierte en unacreencia en una vida distinta. Pero, sin embargo, cae esta crítica,esta distinción, dentro esta vida. Así, los cristianos distinguen entre

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