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sinpermiso<br />
No somos ni muchos menos de la misma opinión. Veamos por<br />
qué. Las inquietudes sociales (por utilizar los mismos términos)<br />
de los partidarios de las rentas mínimas y de la RB, aunque<br />
pueden coincidir obviamente en algunos aspectos, son<br />
diferentes. Las personas que defienden las rentas mínimas<br />
quieren acabar con la pobreza, o hacer frente a las<br />
necesidades de los sectores sociales más desfavorecidos o<br />
maltratados por las políticas económicas puestas en marcha<br />
especialmente a partir de la crisis económica.<br />
Las personas partidarias de la RB (si bien hay que ser<br />
prudentes: "personas partidarias de la Renta Básica" las hay de<br />
signo filosófico, social, económico y político muy diferente, con<br />
lo que mejor curarnos en salud y decir que lo que estamos<br />
afirmando lo pensamos nosotros, no "las personas partidarias<br />
de la Renta Básica") difieren de los anteriores en al menos dos<br />
puntos muy importantes porque son de la opinión que: 1) las<br />
rentas mínimas no son una buena herramienta para afrontar lo<br />
que quieren afrontar, y 2) la RB pretende sí, efectivamente, la<br />
erradicación de la pobreza, pero tiene otros objetivos<br />
ambiciosos, como es señaladamente el incremento de la<br />
libertad de la mayoría de la población no rica. Este último punto<br />
queda lejos de los objetivos de las rentas mínimas o de<br />
garantías de rentas.<br />
Vamos a explicarnos. Empecemos por el primer punto. Las<br />
rentas mínimas o rentas para pobres incurren, como multitud<br />
de autores de todas las tendencias políticas han puesto en<br />
evidencia desde hace décadas, en la conocidísima "trampa<br />
de la pobreza", la trampa que hace que a una persona sin<br />
empleo el aceptar un trabajo remunerado, frecuentemente<br />
mal pagado, le implique un tipo impositivo efectivo sobre la<br />
prestación que pudiera estar percibiendo del 100%, al perder<br />
todas las ayudas.<br />
Se incurre en esta trampa cuando existe condicionalidad en<br />
una prestación pública monetaria que está condicionada a no<br />
recibir otras fuentes de renta: el subsidio de desempleo no se<br />
recibe en general si se consigue un trabajo remunerado, por<br />
ejemplo. La RB supera muy bien esta trampa de la pobreza<br />
precisamente por su incondicionalidad.<br />
Y en una economía como la española, a la trampa de la<br />
pobreza se le añade su prima hermana, la trampa de la<br />
precariedad, aquella que desincentiva aceptar ofertas de<br />
trabajo temporales porque aunque puedan representar un<br />
incremento transitorio de los ingresos por encima de la renta<br />
mínima, cuando se cesa en el puesto se tarda tanto tiempo en<br />
recuperar la ayuda anterior, que en la suma agregada final el<br />
beneficiario sale perdiendo.<br />
Por supuesto que en situaciones como la actual, en donde una<br />
gran parte de la población no rica sufre las consecuencias de<br />
las políticas económicas puestas en funcionamiento por los<br />
gobiernos de la Unión Europea, se incrementa la pobreza, pero<br />
es significativo que en momentos de mucha mayor bonanza<br />
económica, la tasa de la pobreza en el Reino de España no ha<br />
bajado significativamente del 20% de la población.<br />
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