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sinpermiso<br />
El segundo riesgo es el del republicanismo libertario. Para el<br />
republicanismo clásico y el contemporáneo que enfatiza su<br />
engarce con éste, la propiedad es la base de la independencia<br />
socioeconómica. Pero lo que consideremos “propiedad” va<br />
evolucionando con el paso del tiempo: si para<br />
el republicanismo clásico la independencia material quedaba<br />
asegurada por la propiedad de tierras y esclavos, para<br />
el republicanismo comercial (el de la ilustración escocesa) la<br />
clave está en la propiedad de bienes inmuebles, mientras que<br />
para elrepublicanismo socialista la propiedad colectiva de los<br />
medios de producción pretende precisamente liberar a los<br />
trabajadores de la alienación característica de las relaciones de<br />
producción del capitalismo (Casassas y De Wispelaere,mimeo).<br />
Al garantizar de forma incondicional unos recursos materiales,<br />
la RB que suele formar parte de la agenda económica del<br />
neorrepublicanismo 2.0 perseguiría esos mismos objetivos de<br />
(1) evitar la alienación típica de las relaciones de producción<br />
capitalistas y (2) garantizar incondicionalmente la<br />
independencia socioeconómica de una ciudadanía que, a<br />
diferencia de la griega, comprende a casi todos los miembros<br />
de la comunidad.<br />
Sin embargo, como decía Tony Atkinson recientemente,<br />
aunque la RB es descrita a menudo como incondicional, en<br />
realidad la mayoría de las veces incorpora una condición que<br />
es la ciudadanía o residencia legal continuada (por ejemplo<br />
Alaska exige un año de residencia y la intención de<br />
permanecer como residente indefinidamente). La propuesta de<br />
Atkinson es sustituir ese requisito de ciudadanía o residencia<br />
legal continuada que tienden a incumplir los grupos sociales<br />
más vulnerables- por un requisito de participación en la<br />
sociedad, que quedaría satisfecho no sólo por la integración a<br />
tiempo parcial o completo en el mercado laboral, sino también<br />
por la participación en cursos o programas de formación, el<br />
trabajo de cuidado de niños o personas mayores o el trabajo<br />
voluntario en asociaciones tipo ONG.<br />
Sin embargo, el problema con estas rentas de participación,<br />
nos diría un neorrepublicano 2.0, es que estigmatizan a sus<br />
perceptores. Si el republicanismo cívico corre el riesgo de crear<br />
ciudadanos de primera y de segunda al repartir carnets de<br />
ciudadanía sólo a quienes leen artículos de comportamiento<br />
electoral sólo si incluyen un número suficiente de gráficos<br />
elaborados con Stata, las rentas de participación típicamente<br />
socialdemócratas corren un riesgo similar porque generarían<br />
sociedades con mercados laborales duales, donde las<br />
habilidades de los ciudadanos de primera (los aptos) serían<br />
demandadas por el mercado laboral y las habilidades de los<br />
ciudadanos de segunda (los inútiles) no, por lo tendrían que<br />
comunicar a los servicios de empleo de la comunidad que “Lo<br />
siento mucho, pero soy tan inútil que necesito que me deriven<br />
al mercado de trabajo de los tontos para tener derecho a<br />
percibir la RB de participación”.<br />
Es lo que Jonathan Wolff ha llamado la “confesión<br />
vergonzante”, por la cual una excesiva insistencia en la justicia<br />
como reciprocidad puede acabar socavando la dignidad y el<br />
respeto por uno mismo de los miembros más desaventajados<br />
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