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Emilio Jéquier, la construcción de un patrimonio

En el marco de las celebraciones de su 140° aniversario, el Museo Nacional de Bellas Artes, con el auspicio de LarrainVial y el patrocinio de la Corporación Patrimonio Cultural de Chile, se impulsó la edición del libro Emilio Jéquier: la construcción de un patrimonio, que rescata por primera vez la obra, la figura y el pensamiento del autor del edificio en el cual se emplaza este Museo, el Palacio de Bellas Artes, inaugurado en 1880.

En el marco de las celebraciones de su 140° aniversario, el Museo Nacional de Bellas Artes, con el auspicio de LarrainVial y el patrocinio de la Corporación Patrimonio Cultural de Chile, se impulsó la edición del libro Emilio Jéquier: la construcción de un patrimonio, que rescata por primera vez la obra, la figura y el pensamiento del autor del edificio en el cual se emplaza este Museo, el Palacio de Bellas Artes, inaugurado en 1880.

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provocó el cambio de ubicación. Gracias a las gestiones

del intendente Enrique Cousiño, fue trasladado a su

actual emplazamiento junto al río Mapocho. En su

nueva localización, el proyecto, muy constreñido en su

terreno original, se expandió y regularizó su geometría a

partir de la misma idea distributiva. Este traslado desde

Alameda, la avenida institucional por antonomasia, al

nuevo Parque Forestal, representa un desplazamiento

gravitacional en la ciudad de Santiago, cuya área

central inauguraba un nuevo flanco que reunía al río

canalizado con sus avenidas arboladas, un parque y un

barrio. Su centro de gravedad sería este nuevo edificio

dedicado a las artes.

El Palacio de Bellas Artes se posicionó así como

una pieza reconocible y emblemática de un Santiago

que se renovaba. Después de la transformación

impulsada por Vicuña Mackenna en 1872 –cuya huella

más visible era el peñón de Huelén convertido en

parque–, se llevó a cabo la canalización del Mapocho

y se impulsó la construcción de una enorme red de

alcantarillado y recepción de aguas lluvias que estaba

entre las más importantes del mundo en ese momento.5

Recientemente, se había inaugurado el ferrocarril

transandino que conectaba al país con Buenos Aires

y Europa. El Palacio aparecía, en ese contexto, como

un signo más de una transformación urbana que en

los años inmediatamente siguientes agregaría otros

monumentos urbanos.6

No debe pensarse sin embargo que todo era

celebración y progreso en Santiago y el país que

celebraba su primer centenario. Efectivamente, Chile

gozaba de la prosperidad que le había proporcionado

la industria del salitre, todavía floreciente. Sin embargo,

había debido recuperarse de la Guerra Civil de 1891 y

había enfrentado no pocas crisis económicas y sociales

durante la república parlamentaria iniciada tras la caída

del presidente Balmaceda, que se prolongaría hasta 1925.

La novela Casa Grande de Luis Orrego Luco, que tanto

escándalo causó, precisamente en esos años, reflejaba

change of site. Thanks to the aid of intendant Enrique

Cousiño, it was moved to its current position beside

the Mapocho river. In this new location, without the

space restriction of its original site, it expanded and

regularized its geometry keeping the same distributive

idea. This shift from Alameda Avenue, the institutional

way par excellence, to the new Forestal Park,

represents a gravitational displacement in the city of

Santiago, the central area of which inaugurated a new

flank that assembled the newly canalized river, with

its tree-lined avenues, a park and a neighbourhood.

Its centre of gravity would be this new building

dedicated to the Arts.

The Palace of Fine Arts positioned itself as a

recognizable and emblematic element in a renewed

Santiago. After the transformation impelled by

Vicuña Mackenna in 1872 – whose most visible

trace was the craggy rock of Huelén turned into

park – the canalization of the Mapocho river

was carried out as well as the construction of an

enormous network of sewerage and rainwater

collection, which was among the most extensive

in the world at the time.5 Also the trans-Andean

railroad which connected the country to Buenos

Aires and Europe had been inaugurated. The Palace

of Fine Arts thus appeared as another sign of the

urban transformation to which the following years

would add other urban monuments.6

One should not imagine, however, that everything

was celebration and progress in Santiago and the

whole country that celebrated its first centenary.

True, Chile enjoyed the prosperity provided by the

saltpetre industry, which was still flourishing. However,

it had to recover from the civil war of 1891 and had

faced many economic and social crises during the

parliamentary republic that began after the fall of

President Balmaceda and lasted until 1925. The novel

Casa Grande (Big House) by Luis Orrego Luco, which

caused so much scandal at the time, reflected very well

5 La red de alcantarillado fue construida por la empresa francesa

Batignolles-Fould, que en documentos de la época reconoce que

la de Santiago era uno de los trabajos importantes que realizaba

en el mundo.

6 Entre ellos están el Palacio de los Tribunales, la Biblioteca Nacional

y dos nuevas estaciones de ferrocarril, Mapocho y Pirque. Todas

ellas, con la participación o la autoría directa de Emilio Jéquier.

5 The sewerage network was constructed by the French company

Batignoles-Fould, which in documents of the time stated that it

was one of the most important works that it was carrying out in

the world.

6 Among them are the Courts of Justice, the National Library and

two new railway stations, Mapocho and Pirque. All of them with

the collaboration or designed entirely by Emilio Jéquier.

Fernando Pérez Oyarzun

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