Emilio Jéquier, la construcción de un patrimonio
En el marco de las celebraciones de su 140° aniversario, el Museo Nacional de Bellas Artes, con el auspicio de LarrainVial y el patrocinio de la Corporación Patrimonio Cultural de Chile, se impulsó la edición del libro Emilio Jéquier: la construcción de un patrimonio, que rescata por primera vez la obra, la figura y el pensamiento del autor del edificio en el cual se emplaza este Museo, el Palacio de Bellas Artes, inaugurado en 1880.
En el marco de las celebraciones de su 140° aniversario, el Museo Nacional de Bellas Artes, con el auspicio de LarrainVial y el patrocinio de la Corporación Patrimonio Cultural de Chile, se impulsó la edición del libro Emilio Jéquier: la construcción de un patrimonio, que rescata por primera vez la obra, la figura y el pensamiento del autor del edificio en el cual se emplaza este Museo, el Palacio de Bellas Artes, inaugurado en 1880.
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totalmente debido a la presencia del Parque Forestal
que, finalmente, terminaría mediando entre ambas
estaciones –enfrentándolas a la distancia–, en uno de
los espacios urbanos más notables de Santiago hasta la
actualidad. Pese a ello, estas presentaban significativas
diferencias, principalmente, como producto de la aguda
interpretación de Jéquier de sus respectivas condiciones
contextuales. El sitio destinado a la Estación Mapocho
gozaba de gran centralidad, a pesar de encontrarse en
una zona de la ciudad con condiciones ambientales
propias de la periferia, una cualidad que persiste en
la actualidad. Sin embargo, su proximidad al Mercado
Central y a la Plaza de Armas, perfiló su carácter urbano,
que Jéquier supo apreciar. De este modo, su imponente
fachada, orientada hacia la cordillera, debía terminar de
urbanizar el amplio espacio definido por la caja del río
Mapocho, canalizado pocas décadas antes. Su volumen
macizo, de geometría regular, perforado por tres amplios
vanos, pero donde los llenos predominan sobre los vacíos,
harían de ella un magnífico telón de fondo para aquella
fantástica escena paisajística, estructurada a escala
monumental. Mientras tanto, en una escala menor, y
netamente urbana por su altura y detalles ornamentales,
se constituiría en un elegante remate del Parque Forestal.
La ya comentada regularidad de su volumetría, sumada
a la nobleza de su espacio interior, a tono con otros halls
urbanos del momento, vinieron a reafirmar su especial
presencia, sumándose como uno de los espacios más
notables del centro de la ciudad. Por el contrario, en el
otro extremo del Ferrocarril de Circunvalación, y dándole
esta vez la cara al cerro San Cristóbal, Jéquier reconoció
el carácter diverso del lugar destinado a la Estación
Pirque, caracterizado aún por condiciones ambientales
de ruralidad, naturaleza y vida saludable. Características
que de algún modo conserva hasta la actualidad al ser la
puerta de entrada de la comuna de Providencia.
El sector en que se ubica la actual Plaza Italia, a
comienzos del siglo XX, se encontraba todavía muy poco
urbanizado y en él dominaba sin contrarresto la presencia
de la cordillera, que podía ser vista en toda su larga y
magnífica extensión, como inequívocamente lo muestran
algunas fotografías de la época, particularmente, aquellas
que retratan la Estación Pirque, solitaria, en medio de
este paisaje abierto y difícil de medir y de dominar.
Estas especiales condiciones ambientales y paisajísticas
nos hacen pensar que su modulación fue la intención
deliberada de equiparar escalas y asimilar morfologías.
De allí el resultado final en que cristalizó la forma del
the city, limiting it at the same time, a wish since
Vicuña Mackenna’s times that the Ring Railroad came
to fulfil. Nevertheless, the circuit as such was not
fully completed due to the existence of the Forestal
Park, which would finally act as special mediator
between both stations, facing them at a distance in
one of the most notable urban spaces of Santiago,
even today. Despite this, the stations presented
significant differences, mainly due to Jéquier’s sharp
interpretation of their respective contexts. The site
chosen for Mapocho Station was very central in
spite of being in an area of the city with periphery
conditions, something that persists at present.
Nevertheless, its proximity to the Central Market
and to the Plaza de Armas (Main Square) outlined its
urban character, which Jéquier took full advantage
of. In this way, its imposing façade, faced towards the
Andes mountain range, had to finish urbanizing the
wide space defined by the bed of the Mapocho river,
canalized a few decades earlier. Its massive volume of
regular geometry, perforated by three wide openings,
but where the solids prevail over the voids, turned
it into the magnificent backdrop of that fantastic
landscape scene structured in a monumental scale.
Meanwhile, in a minor and clearly urban scale due to
its height and ornamental details, it elegantly crowns
the Forestal Park. The regularity of its volumes, along
with the nobility of its interior space, in tune with
other urban spaces of the time, reaffirm its special
presence, becoming one of the most distinguished
spaces of the city centre. On the contrary, at the
other end of the Ring Railroad, and this time facing
San Cristóbal hill, Jéquier recognized the diverse
character of the place intended for the Pirque Station,
characterized by rural conditions, of nature and
healthy life, conditions that somehow still prevail
today, being the gateway to the district of Providencia.
The area in which the current Plaza Italia is
located was, at the beginning of the 20th century,
still scarcely urbanized and in it the presence of the
mountain range dominated without counterpoint,
from where it could be seen in all its long and
magnificent extension, as some photographs of the
time unequivocally show, particularly those that
portray Pirque Station, isolated in the middle of this
open scenery, difficult to take in or dominate. These
unique environmental and landscape conditions
lead us to believe that its modulation was the
LOS JÉQUIER DE JÉQUIER ∙ THE JÉQUIERS OF JÉQUIER
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