Emilio Jéquier, la construcción de un patrimonio
En el marco de las celebraciones de su 140° aniversario, el Museo Nacional de Bellas Artes, con el auspicio de LarrainVial y el patrocinio de la Corporación Patrimonio Cultural de Chile, se impulsó la edición del libro Emilio Jéquier: la construcción de un patrimonio, que rescata por primera vez la obra, la figura y el pensamiento del autor del edificio en el cual se emplaza este Museo, el Palacio de Bellas Artes, inaugurado en 1880.
En el marco de las celebraciones de su 140° aniversario, el Museo Nacional de Bellas Artes, con el auspicio de LarrainVial y el patrocinio de la Corporación Patrimonio Cultural de Chile, se impulsó la edición del libro Emilio Jéquier: la construcción de un patrimonio, que rescata por primera vez la obra, la figura y el pensamiento del autor del edificio en el cual se emplaza este Museo, el Palacio de Bellas Artes, inaugurado en 1880.
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reemplaza por hierro la madera que había empleado en
las ventanas del museo.
El uso del hormigón en escaleras y estructuras
horizontales es mucho menos evidente y conocida
(Fig. 24). Es altamente posible que ella no haya
estado planeada originalmente y se haya introducido
durante el proceso constructivo, como una manera
de facilitarlo y hacerlo más económico (Pérez, et. al.,
2021). Mirando retrospectivamente, puede pensarse
que dicha introducción favoreció la estructuración
general del edificio a través de la incorporación de
diafragmas rígidos entre los muros. El hecho es que,
ya en 1906, se registran contratos con la Compañía
Holandesa de Cemento y Hormigón, con casa matriz
en los Países Bajos. Dicha compañía, llegada por esos
años a Chile, fue fundamental en la inclusión de ese
material en el país. La decisión del Ministerio de Obras
Públicas y sus ingenieros de usarlo en el museo, a pesar
de estar todavía en etapa de desarrollo experimental,
merece ser especialmente destacada. Ello, porque en
1904, solo dos años antes del inicio de las obras en el
museo, se había producido un sonado accidente en el
building through the introduction of rigid diaphragms
between walls. The fact is that as early as 1906
contracts were registered with the Dutch Cement
and Concrete Company, based in the Netherlands.
This company, which arrived in Chile at that time, was
fundamental in the introduction of this material into
the country. The decision of the Ministry of Public
Works and its engineers to use it in the museum,
despite being still in an experimental stage, deserves
to be especially highlighted as in 1904, just two years
before the works on the museum began, there had
been a notorious accident in Casa Prá commercial
building in the centre of Santiago which left several
casualties and had publicly discredited this material.
Without acquiring a leading role, concrete was
included into the Palace of Fine Arts, linking it,
technically at least, to the avant-garde sensibility that
would prevail two decades later and which would turn
concrete into an emblematic material.
The material condition of the Palace of Fine Arts
can then be defined as a kind of interconnection
of bricks, concrete, iron and glass. It expresses the
EL PALACIO DE BELLAS ARTES ∙ THE PALACE OF FINE ARTS
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