Emilio Jéquier, la construcción de un patrimonio
En el marco de las celebraciones de su 140° aniversario, el Museo Nacional de Bellas Artes, con el auspicio de LarrainVial y el patrocinio de la Corporación Patrimonio Cultural de Chile, se impulsó la edición del libro Emilio Jéquier: la construcción de un patrimonio, que rescata por primera vez la obra, la figura y el pensamiento del autor del edificio en el cual se emplaza este Museo, el Palacio de Bellas Artes, inaugurado en 1880.
En el marco de las celebraciones de su 140° aniversario, el Museo Nacional de Bellas Artes, con el auspicio de LarrainVial y el patrocinio de la Corporación Patrimonio Cultural de Chile, se impulsó la edición del libro Emilio Jéquier: la construcción de un patrimonio, que rescata por primera vez la obra, la figura y el pensamiento del autor del edificio en el cual se emplaza este Museo, el Palacio de Bellas Artes, inaugurado en 1880.
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tuvieron una mirada más libre y exploratoria y fueron
expresión de un país que –superado el Centenario
y el predominio de lo clásico– buscó nuevas formas
de expresión, así como nuevas miradas, a tono con el
cambio de la sociedad y su ascendente clase media. Algo
similar sucedió en el ámbito de la creación literaria con
la emergencia de nuevos temas, enfoques y lenguajes que,
a través del cuento y la novela, abrieron las posibilidades
de representación literaria de Chile. Todavía presente el
influjo de Alberto Blest Gana y la presencia poderosa de
Luis Orrego Luco con Casa Grande, aparecida en 1908,
fueron ganando espacio autores que ya no formaban
parte de la élite y que podían vivir de su trabajo como
escritores, gracias al desarrollo de revistas como
Zig-Zag, que pagaban por los textos que publicaban, o
bien por el desarrollo de carreras como funcionarios
que les permitían compatibilizar el trabajo creativo con
las obligaciones en instituciones como la Biblioteca
Nacional o la Universidad de Chile. Entre estos escritores
de nuevo cuño están el poeta Carlos Pezoa Véliz, el
cuentista Baldomero Lillo y el novelista Eduardo Barrios
entre muchos otros menos canónicos en la literatura
nacional, como Joaquín Díaz Garcés, Víctor Domingo
Silva, Federico Gana, además de Luis Durand o Mariano
Latorre, por mencionar algunos contemporáneos de
un sello más tradicional. De entre todos estos autores
destaca Joaquín Edwards Bello –nacido en 1887, cuando
gobernaba Balmaceda–, quien a lo largo de su vida
desarrolló un gran talento como cronista y escribió
diversas novelas con las que en algún modo representa
las contradicciones del Chile del fin de siglo XIX y de
inicios del siglo XX. Severo en la crítica y verista en
sus obras narrativas, publicó –causando escándalo y
admiración–, su novela El inútil, en 1910, en los días de
la celebración del Centenario. Es, en cierto modo, un
anticipo de lo que serían sus novelas de temática social
El monstruo, La cuna de Esmeraldo y, en especial, El roto,
publicada en 1920, en las que Edwards Bello representa
la contracara del discurso de Balmaceda en Malleco
en 1890. De algún modo, el Chile de la modernidad
comenzaba a consolidarse, no sin contradicciones, en
vísperas de la década en que Jéquier ya no estará en
el país y este transitará paulatinamente a la esfera de
influencia norteamericana que reemplazará, en parte,
a las tradiciones británicas, francesas y alemanas que
dominaron entre 1890 y 1920. Se sienten ya los pasos de
las vanguardias que, con Juan Emar como embajador,
llegarán al país en la tercera década de siglo XX.
perhaps less characteristic of the national literature
such as Joaquín Díaz Garcés, Víctor Domingo Silva,
Federico Gana, in addition to Luis Durand or Mariano
Latorre to mention some contemporaries of a more
traditional stamp. Among these authors, Joaquín Edwards
Bello stands out, born in 1887, when Balmaceda was
governing, along his life he developed a singular talent as
chronicler and wrote many novels in which he represents
Chile’s contradictions at the end of the 19th century and
beginnings of the 20th century. Severe in the critique
and truthful in his narrative works, he published amid
scandal and admiration his novel El inútil (The useless
one) in 1910, in the days of the republic’s centenary
celebrations. It was, in a way, an early example of what his
major social subject-matter novels would be; El Monstruo
(The Monster), La cuna de Esmeraldo (Esmeraldo’s
cradle) and mainly El Roto, published in 1920, in which
Edwards Bello represents the reverse of Balmaceda’s
speech in Malleco in 1890. Somehow, modern Chile
began to consolidate, not without contradictions, on the
eve of the decade in which Jéquier left the country that
would turn gradually into the sphere of North American
influence, replacing that of the British, French and
German traditions that prevailed between 1890 and 1920.
Sensing the advent of the avant-garde that with Juan
Emar as ambassador would come to the country in the
third decade of the 20th century.
CHILE Y SU CULTURA EN EL PERIODO PARLAMENTARIO ∙ CHILE AND ITS CULTURE DURING THE PARLIAMENTARY SYSTEM
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