Emilio Jéquier, la construcción de un patrimonio
En el marco de las celebraciones de su 140° aniversario, el Museo Nacional de Bellas Artes, con el auspicio de LarrainVial y el patrocinio de la Corporación Patrimonio Cultural de Chile, se impulsó la edición del libro Emilio Jéquier: la construcción de un patrimonio, que rescata por primera vez la obra, la figura y el pensamiento del autor del edificio en el cual se emplaza este Museo, el Palacio de Bellas Artes, inaugurado en 1880.
En el marco de las celebraciones de su 140° aniversario, el Museo Nacional de Bellas Artes, con el auspicio de LarrainVial y el patrocinio de la Corporación Patrimonio Cultural de Chile, se impulsó la edición del libro Emilio Jéquier: la construcción de un patrimonio, que rescata por primera vez la obra, la figura y el pensamiento del autor del edificio en el cual se emplaza este Museo, el Palacio de Bellas Artes, inaugurado en 1880.
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a las viviendas informales (Fig. 18). La envergadura
del edificio era importante y, ciertamente, se debió
considerar la sismicidad propia del país (Figs. 19 y 20).
El terremoto de 1906, con epicentro en Valparaíso, tuvo
ciertamente repercusiones en Santiago y debe haber
encontrado al edificio en sus primeras etapas. Estos
muros de ladrillo fueron concebidos para recibir estuco
y, por lo mismo, abundante decoración, tanto interior
como exteriormente. Podríamos decir, entonces, que
ellos son los portadores de la iconografía que remite
a la tradición histórica y formal, interpretada por el
arquitecto específicamente para el edificio. Cuando los
vanos se hacen mayores, la albañilería se refuerza con
vigas de hierro que hacen las veces de dinteles, como
ocurre en la arquería entre el museo y la escuela o en las
amplias ventanas de los talleres de esta última. En ello se
sigue un criterio que se emplearía en diversos edificios de
albañilería de escala similar en esos años.20
El hierro como nuevo material constructivo ya se
había conocido en Santiago a través del Mercado Central,
inaugurado en 1872, a poca distancia del palacio y, más
tarde, en el notable Pabellón de Chile para la Exposición
Internacional de 1889 en París, obra de Henri Picq.21 Sin
embargo, las proporciones alcanzadas en la cubierta
del hall del museo, donde había que salvar una luz de
veinte metros, eran inéditas en Santiago y en Chile. Allí
la estructura habla por sí misma luciendo como motivo
formal y poniendo de manifiesto sus procedimientos de
fabricación (Figs. 21 y 22). Ella está constituida por un
sistema mayor de vigas en celosía que recibe elementos
menores en los que se apoyan los aproximadamente
2.400 vidrios que conforman la cubierta. La
impresionante estructura había sido fabricada en
Bélgica por la Compañía Central de Construcciones
Haine-Saint-Pierre, empresa de gran proyección
internacional. Las estructuras prefabricadas de hierro
se desarrollaron fuertemente durante la segunda mitad
del siglo XIX y, desde países como Francia, Inglaterra o
Bélgica, se expandieron en todo el mundo, fomentando
un interesante diálogo entre ingenieros y arquitectos.
El balcón del segundo piso utiliza una estructura
earthquake, with its epicentre in Valparaíso, certainly had
repercussions in Santiago and it must have happened
when the building was in its early stages of construction.
The brick walls were conceived to receive stucco and,
therefore, abundant decoration, both internally and
externally. We could say, then, that they are the bearers of
the iconography that refers to the historical and formal
tradition, interpreted by the architect specifically for the
building. When the openings were larger, the brickwork
was reinforced with iron beams that acted as lintels, as
in the arches between the museum and the school or in
the wide windows of the latter’s workshops. This follows a
norm that was used in various brick buildings of a similar
scale at the time.20
Iron as a new construction material had already
been known in Santiago through the Central Market
(inaugurated in 1872) located a short distance from the
palace and later in the notable Chilean Pavilion for the
1889 International Exhibition in Paris, the work of Henri
Picq.21 However, the proportions reached on the roof
of the museum hall, which spanned 20 metres, were
unprecedented in Chile. In it the structure speaks for
itself, presenting itself as a formal element and showing
its manufacturing process (Fig. 21 and 22). It is made up
of a larger system of louvre girders that receive minor
elements on which the approximately 2.400 glass panes
that make up the roof are supported. The impressive
structure had been manufactured in Belgium by the
Compagnie Centrale de Construction Haine-Saint-Pierre,
a world-renowned company. Iron precast structures
developed profusely during the second half of the 19th
century and, from countries such as France, England
or Belgium, they expanded throughout the world,
fostering an interesting dialogue between engineers and
architects. The second-floor balcony used a cantilevered
iron structure and some of its supports such as those at
the entrance to the museum constitute one of its most
admired motifs (Fig. 23). The structural and decorative
roles merge in them, emerging as a gesture towards the
new sensibility, the Art Nouveau, which prevailed in
those years. On a smaller scale, iron is present in railings,
walls and bars, secondary but fundamental elements
20 Piénsese en el contemporáneo edificio de la Casa Central de
la Pontificia Universidad Católica de Chile, en Alameda, que
presenta soluciones similares.
21 Este sería posteriormente trasladado a Chile, siendo hoy sede
del museo Artequín.
20 Think of the contemporary building of the Pontificia Universidad
Católica de Chile, in Alameda, which presents similar solutions.
21 This building was later transferred to Chile, being today the
headquarters of the Artequín museum.
Fernando Pérez Oyarzun
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