Emilio Jéquier, la construcción de un patrimonio
En el marco de las celebraciones de su 140° aniversario, el Museo Nacional de Bellas Artes, con el auspicio de LarrainVial y el patrocinio de la Corporación Patrimonio Cultural de Chile, se impulsó la edición del libro Emilio Jéquier: la construcción de un patrimonio, que rescata por primera vez la obra, la figura y el pensamiento del autor del edificio en el cual se emplaza este Museo, el Palacio de Bellas Artes, inaugurado en 1880.
En el marco de las celebraciones de su 140° aniversario, el Museo Nacional de Bellas Artes, con el auspicio de LarrainVial y el patrocinio de la Corporación Patrimonio Cultural de Chile, se impulsó la edición del libro Emilio Jéquier: la construcción de un patrimonio, que rescata por primera vez la obra, la figura y el pensamiento del autor del edificio en el cual se emplaza este Museo, el Palacio de Bellas Artes, inaugurado en 1880.
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del parque. El segundo piso era iluminado, en cambio, a
través de cielos translúcidos, situación que se estimaba
más adecuada para las pinturas (Fig. 17). La ubicación
de los 22 medallones en fachada constituye un
inteligente recurso para resolver los muros ciegos
del segundo nivel a que este esquema da lugar.18 La
importancia de la iluminación para los talleres se hace
evidente en la escuela, por la presencia de grandes
ventanales metálicos.
Emilio Jéquier no fue un gran inventor de formas, sino
más bien un profesional de oficio y de genio, capaz de
manejar con gran probidad e imaginación los problemas
arquitectónicos que enfrentó y de emplear con acierto
recursos arquitectónicos adecuados. El eclecticismo,
asociado al romanticismo, domina la segunda mitad
del siglo XIX, especialmente en Francia, donde se había
formado (Collins, 1970). En su caso, tal tendencia, a la
que frecuentemente se le ha asociado, no implica una
mezcla fantasiosa de lenguajes provenientes de estilos y
culturas diversas. Tampoco significa el uso de lenguajes
ad-hoc a programas diversos, como hacían algunos
de sus contemporáneos. El eclecticismo de Jéquier
consiste más bien en un uso libre de los elementos
clásicos, especialmente romanos, renacentistas tardíos y
barrocos, pasados por el filtro de la cultura y la tradición
constructiva francesa (Middleton y Watkin, 1982).
Dicha corriente tenía grandes exponentes como Charles
Garnier, Félix Duban y hasta el mismo Girault. Para ellos,
la clave está en la combinación coherente de gracia,
elegancia y racionalidad. La variedad de versiones del
lenguaje clásico y la abundancia de decoración, evidente
en el museo, como una suerte de agorafobia son muy
propias de ese cambio de siglo.19 Esa libertad de lenguaje
permitió adaptarse, casi secretamente, a las necesidades
técnicas y programáticas propias de los procesos de
modernización que en esos años se vivieron.
conventional windows, which let in natural light
and looked onto the privileged environment of the
park. The second floor was lighted, on the other
hand, through translucent ceilings, a situation that
was considered more suitable for paintings (Fig. 17).
The location of 22 medallions in the façade is an
intelligent resource to solve the second level’s blind
walls to which this layout leads.18 The importance of
lighting in the workshops becomes clear in the school
by the presence of large metallic windows.
Emilio Jéquier was not a great inventor of forms
but rather a professional of skill and genius capable
of handling with great probity and imagination the
architectural problems he faced and of successfully
using suitable architectural resources. Eclecticism
associated with Romanticism dominated the second
half of the 19th century, especially in France where it
originated (Collins, 1970). In his case, such a tendency,
to which he has been frequently associated, does
not imply a dreamy mix of languages from diverse
styles and cultures. Nor does it mean the use of
adequate languages for diverse programs, as some of
his contemporaries did. Jéquier’s Eclecticism consists
rather of a free use of classical elements, especially
Roman, late Renaissance and Baroque, assimilated
through the filter of the French culture and its
constructive tradition (Middleton and Watkin, 1982).
This current had great exponents such as Charles
Garnier, Félix Duban and Girault. For them the key
lay in the coherent combination of grace, elegance
and rationality. The variety of versions of classical
language and the abundance of decoration, evident in
the museum, as a sort of agoraphobia are very typical
at the turn of the century.19 This freedom of language
was able to adapt, almost secretly, to the technical and
programmatic needs of the processes of modernization
typical of those years.
18 Se trata de 22 medallones ejecutados en mosaico, que configuran
una galería de autores a la manera de un canon de las Bellas
Artes. Incluye a artistas de la antigua Grecia como Fidias, muchos
renacentistas como Leonardo, Miguel Ángel y Rafael, incluyendo
hasta un arquitecto del siglo XIX, como Viollet-le-Duc.
19 La decoración que actualmente existe es abundante, a pesar
de que parte de ella se ha perdido, probablemente, a causa
de terremotos y otras eventualidades. En los dibujos originales
de Jéquier se aprecian grupos escultóricos que no llegaron a
incorporarse al edificio.
18 The 22 mosaic medallions form an authors’ portrait gallery like
a canon of the Fine Arts. It includes artists of ancient Greece
like Phidias, many Renaissance ones as Leonardo, Michelangelo
and Raphael, including up to a 19 th century architect as
Viollet-le-Duc.
19 The decoration that currently exists is abundant, although
parts of it have been lost, probably due to earthquakes and
other eventualities. In Jéquier’s original drawings, sculpture
groups can be seen that were never incorporated into the
building.
EL PALACIO DE BELLAS ARTES ∙ THE PALACE OF FINE ARTS
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