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Foxe - El Libro de los Mártires

El misterio de la historia no es completamente sombrío, ya que es un velo que solo oculta en parte la actividad creativa y las fuerzas espirituales y la marcha de las leyes espirituales. Es una forma habitual decir que la sangre de los mártires es la semilla de la iglesia, pero lo que estamos afirmando es simplemente que los hechos individuales de decisión espiritual producen frutos sociales… Ya que los grandes cambios culturales y las revoluciones históricas que deciden el destino de las naciones o el carácter de una era es el resultado acumulativo de un número de decisiones espirituales… La fe y la perspicacia, o el rechazo y la ceguera, de los individuos. Nadie puede señalar el último acto espiritual que desnivela el equilibrio y hace que el orden externo de la sociedad asuma una nueva forma...La persecución, ineficaz para destruir y aun para conmover aquella nueva sociedad, hizo que se sintiese más ella misma, y que se formase en una corporación más compacta.

El misterio de la historia no es completamente sombrío, ya que es un velo que solo oculta en parte la actividad creativa y las fuerzas espirituales y la marcha de las leyes espirituales. Es una forma habitual decir que la sangre de los mártires es la semilla de la iglesia, pero lo que estamos afirmando es simplemente que los hechos individuales de decisión espiritual producen frutos sociales… Ya que los grandes cambios culturales y las revoluciones históricas que deciden el destino de las naciones o el carácter de una era es el resultado acumulativo de un número de decisiones espirituales… La fe y la perspicacia, o el rechazo y la ceguera, de los individuos. Nadie puede señalar el último acto espiritual que desnivela el equilibrio y hace que el orden externo de la sociedad asuma una nueva forma...La persecución, ineficaz para destruir y aun para conmover aquella nueva sociedad, hizo que se sintiese más ella misma, y que se formase en una corporación más compacta.

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<strong>El</strong> <strong>Libro</strong> <strong>de</strong> <strong>los</strong> <strong>Mártires</strong> por <strong>Foxe</strong><br />

Martín Bucero le apremió a que predicara, y cuando con mo<strong>de</strong>stia puso en duda su<br />

capacidad, Bucero Te replicó: ‘Si no tienes un fino pan <strong>de</strong> harina <strong>de</strong> trigo, dale entonces a <strong>los</strong><br />

pobres pan <strong>de</strong> cebada, o lo que el Señor te haya encomendado.ª <strong>El</strong> doctor Ridley, aquel digno<br />

obispo <strong>de</strong> Londres y glorioso mártir <strong>de</strong> Cristo, lo llamó primero para darle el grado <strong>de</strong> diácono<br />

y una prebenda en su iglesia catedral <strong>de</strong> San Pablo.<br />

En este oficio <strong>de</strong> predicación, el señor Bradford se <strong>de</strong>dicó a una diligente actividad por<br />

espacio <strong>de</strong> tres años. Reprendió severamente el pecado, predicó dulcemente a Cristo<br />

crucificado, refutó con gran capacidad <strong>los</strong> errores y las herejías, persuadiendo fervorosamente<br />

a vivir piadosamente. Después <strong>de</strong> la muerte <strong>de</strong>l bienaventurado Rey Eduardo VI, el señor<br />

Bradford siguió predicando diligentemente, hasta que fue suprimido por la Reina María.<br />

Siguió ahora una acción <strong>de</strong> la más negra ingratitud, ante el que se sonrojaría un pagano.<br />

Se ha dicho que el señor Bourne (entonces obispo <strong>de</strong> Bath) suscitó un tumulto predicando en<br />

St. Paul's Cross; la indignación <strong>de</strong> la gente puso su vida en inminente peligro; incluso le<br />

lanzaron una daga. En esta situación, le rogó al señor Bradford, que estaba <strong>de</strong>trás <strong>de</strong> él, para<br />

que hablara en su lugar y apaciguara <strong>los</strong> ánimos. La gente acogió bien al señor Bradford, y<br />

éste se mantuvo <strong>de</strong>s<strong>de</strong> entonces cerca <strong>de</strong> Boume, para con su presencia impedir que el<br />

populacho renovara sus ataques.<br />

<strong>El</strong> mismo domingo, por la tar<strong>de</strong>, el señor Bradford predicaba en la Iglesia <strong>de</strong> Bow en<br />

Cheapsi<strong>de</strong>, y reprobó duramente al pueblo por su conducta sediciosa A pesar <strong>de</strong> su conducta,<br />

al cabo <strong>de</strong> tres días fue enviado a la Torre <strong>de</strong> Londres, don<strong>de</strong> estaba entonces la reina, para<br />

comparecer ante el Consejo. Allífue acusado por este acto <strong>de</strong> salvar al señor Boume, que fue<br />

consi<strong>de</strong>rado como sedicioso, y también objetaron contra él por su predicación. Fue entonces<br />

enviado primero a la Torre, luego a otras cárceles , y, <strong>de</strong>spués <strong>de</strong> su con<strong>de</strong>na, a Poultry<br />

Compter, don<strong>de</strong> predicó dos veces al día <strong>de</strong> manera continua, hasta que se lo impidió una<br />

enfermedad. Tal era su crédito para con el guarda <strong>de</strong> la cárcel real que le permitió una noche<br />

visitar a una persona pobre y enferma cerca <strong>de</strong>l <strong>de</strong>pósito <strong>de</strong> acero, bajo su promesa <strong>de</strong> volver<br />

a tiempo; y en esto jamás fallo.<br />

La noche antes <strong>de</strong> ser enviado a Newgate, se vio turbado en su <strong>de</strong>scanso por sueños<br />

presagiadores, en el sentido <strong>de</strong> que al siguiente lunes iba a ser quemado en Smitlfield. Por la<br />

tar<strong>de</strong>, la mujer <strong>de</strong>l guarda fue a verlo, y le anunció la terrible noticia, pero en él sólo suscitó<br />

agra<strong>de</strong>cimiento a Dios. Por la noche fueron a visitarlo media docena <strong>de</strong> amigos, con <strong>los</strong> que<br />

pasó toda la víspera en oración y piadosas activida<strong>de</strong>s.<br />

Cuando fue llevado a Newgate, le acompañó una multitud que lloraba, y habiéndose<br />

extendido un rumor <strong>de</strong> que iba a sufrir el suplicio a las cuatro <strong>de</strong>l siguiente día, apareció una<br />

inmensa multitud. A las nueve <strong>de</strong> la mañana el señor Bradford fue llevado a Smithfield. La<br />

crueldad <strong>de</strong>l alguacil merece ser <strong>de</strong>stacada; porque el cuñado <strong>de</strong>l señor Bradford, Roger<br />

Beswick, le dio la mano al pasar, y Woodroffe, el alguacil, le abrió la cabeza con su garrote.<br />

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