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Foxe - El Libro de los Mártires

El misterio de la historia no es completamente sombrío, ya que es un velo que solo oculta en parte la actividad creativa y las fuerzas espirituales y la marcha de las leyes espirituales. Es una forma habitual decir que la sangre de los mártires es la semilla de la iglesia, pero lo que estamos afirmando es simplemente que los hechos individuales de decisión espiritual producen frutos sociales… Ya que los grandes cambios culturales y las revoluciones históricas que deciden el destino de las naciones o el carácter de una era es el resultado acumulativo de un número de decisiones espirituales… La fe y la perspicacia, o el rechazo y la ceguera, de los individuos. Nadie puede señalar el último acto espiritual que desnivela el equilibrio y hace que el orden externo de la sociedad asuma una nueva forma...La persecución, ineficaz para destruir y aun para conmover aquella nueva sociedad, hizo que se sintiese más ella misma, y que se formase en una corporación más compacta.

El misterio de la historia no es completamente sombrío, ya que es un velo que solo oculta en parte la actividad creativa y las fuerzas espirituales y la marcha de las leyes espirituales. Es una forma habitual decir que la sangre de los mártires es la semilla de la iglesia, pero lo que estamos afirmando es simplemente que los hechos individuales de decisión espiritual producen frutos sociales… Ya que los grandes cambios culturales y las revoluciones históricas que deciden el destino de las naciones o el carácter de una era es el resultado acumulativo de un número de decisiones espirituales… La fe y la perspicacia, o el rechazo y la ceguera, de los individuos. Nadie puede señalar el último acto espiritual que desnivela el equilibrio y hace que el orden externo de la sociedad asuma una nueva forma...La persecución, ineficaz para destruir y aun para conmover aquella nueva sociedad, hizo que se sintiese más ella misma, y que se formase en una corporación más compacta.

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<strong>El</strong> <strong>Libro</strong> <strong>de</strong> <strong>los</strong> <strong>Mártires</strong> por <strong>Foxe</strong><br />

nunca había doblegado la rodilla ante Baal; y que dos veces en Roma había visto al Papa<br />

llevado a hombros <strong>de</strong> hombres con el falsamente llamado Sacramento <strong>de</strong>lante <strong>de</strong> él,<br />

presentando una verda<strong>de</strong>ra imagen <strong>de</strong>l mismísimo Anticristo; y que sin embargo le mostraban<br />

más reverencia a él que a la hostia, que el<strong>los</strong> consi<strong>de</strong>raban su Dios. ‘¡Ah!ª, le dijo Bonner,<br />

levantándose y dirigiéndose a él, como si le quisiera <strong>de</strong>sgarrar las ropas. ‘¿Has estado en<br />

Roma, y visto a nuestro santo padre el Papa, y le blasfemas <strong>de</strong> esta manera?ª Dicho esto, se<br />

lanzó sobre él, le <strong>de</strong>sgarró un trozo <strong>de</strong> la barba, y para que el día comenzara para satisfacción<br />

suya, or<strong>de</strong>nó que el objeto <strong>de</strong> su ira fuera quemado a las cinco media <strong>de</strong> la siguiente mañana.<br />

Cuthbert Symson<br />

Pocos confesores <strong>de</strong> Cristo exhibieron más actividad y celo que esta excelente persona.<br />

No sólo trabajó por preservar a sus amigos <strong>de</strong>l contagio <strong>de</strong>l papismo, sino que también se<br />

esforzó por guardar<strong>los</strong> <strong>de</strong> <strong>los</strong> terrores <strong>de</strong> la persecución. Era diácono <strong>de</strong> la pequeña<br />

congregación sobre la que presidía como ministro el señor Rough.<br />

<strong>El</strong> señor Symson ha escrito una narración <strong>de</strong> sus propios sufrimientos, que no pue<strong>de</strong><br />

<strong>de</strong>tallar mejor que en sus propias palabras. ‘<strong>El</strong> trece <strong>de</strong> diciembre <strong>de</strong> 1557 fue enviado por el<br />

Consejo a la Torre <strong>de</strong> Londres. Al siguiente jueves fui llamado al cuerpo <strong>de</strong> guardia <strong>de</strong>lante<br />

<strong>de</strong>l alcal<strong>de</strong> <strong>de</strong> la Torre y <strong>de</strong>l archivero <strong>de</strong> Londres, el señor Cholmly, que me mandaron que<br />

les diera <strong>los</strong> nombres <strong>de</strong> <strong>los</strong> que acudían al servicio en inglés. Les contesté que no iba a<br />

<strong>de</strong>clarar nada, y como consecuencia <strong>de</strong> mi rechazo me pusieron sobre un potro <strong>de</strong> tormento<br />

<strong>de</strong> hierro, me parece que por espacio <strong>de</strong> tres horas.<br />

ªLuego me preguntaron si estaba dispuesto a confesar; les respondícomo antes. Después<br />

<strong>de</strong> <strong>de</strong>satarme, me <strong>de</strong>volvieron a mi celda. <strong>El</strong> domingo <strong>de</strong>spués fui llevado <strong>de</strong> nuevo al mismo<br />

lugar, ante el teniente y archivero <strong>de</strong> Londres, y me sometieron a interrogatorio. Y les<br />

respondíahora como antes. Entonces el teniente juró por Dios que yo confesaría; <strong>de</strong>spués <strong>de</strong><br />

ello me ataron juntos mis dos <strong>de</strong>dos índices, y pusieron entre ambos una pequeña flecha, y la<br />

arrancaron tan rápidamente que manó la sangre, y se rompió la flecha.<br />

ªDespués <strong>de</strong> aguantar dos veces más el potro <strong>de</strong>l tormento, fui vuelto a llevar a mi celda,<br />

y diez días <strong>de</strong>spués el teniente me preguntó si estaba dispuesto ahora a confesar lo que antes<br />

me había preguntado. Le respondíque ya había dicho todo lo que iba a <strong>de</strong>cir. Tres semanas<br />

<strong>de</strong>spués fui enviado al sacerdote, don<strong>de</strong> fui gravemente asaltado, y <strong>de</strong> manos <strong>de</strong> quien recibíla<br />

maldición <strong>de</strong>l Papa, por dar testimonio <strong>de</strong> la resurrección <strong>de</strong> Cristo. Y asíos encomiendo a<br />

Dios y a la Palabra <strong>de</strong> Su gracia, con todos aquel<strong>los</strong> que invocan sin fingimientos el nombre<br />

<strong>de</strong> Jesús; pidiendo a Dios por Su misericordia infinita, por <strong>los</strong> méritos <strong>de</strong> Su amado Hijo<br />

Jesucristo, que nos dé entrada en Su Reino eterno. Amén. Alabo a Dios por Su gran<br />

misericordia que nos ha mostrado. Cantad Hosana al Altísimo junto a mí, Cuthbert Symson.<br />

¡Que Dios perdone mis pecados! ¡Pido perdón a todo el mundo, y a todo el mundo perdono,<br />

y asíabandono el mundo, en la esperanza <strong>de</strong> una gozosa resurrección!ª<br />

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