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Foxe - El Libro de los Mártires

El misterio de la historia no es completamente sombrío, ya que es un velo que solo oculta en parte la actividad creativa y las fuerzas espirituales y la marcha de las leyes espirituales. Es una forma habitual decir que la sangre de los mártires es la semilla de la iglesia, pero lo que estamos afirmando es simplemente que los hechos individuales de decisión espiritual producen frutos sociales… Ya que los grandes cambios culturales y las revoluciones históricas que deciden el destino de las naciones o el carácter de una era es el resultado acumulativo de un número de decisiones espirituales… La fe y la perspicacia, o el rechazo y la ceguera, de los individuos. Nadie puede señalar el último acto espiritual que desnivela el equilibrio y hace que el orden externo de la sociedad asuma una nueva forma...La persecución, ineficaz para destruir y aun para conmover aquella nueva sociedad, hizo que se sintiese más ella misma, y que se formase en una corporación más compacta.

El misterio de la historia no es completamente sombrío, ya que es un velo que solo oculta en parte la actividad creativa y las fuerzas espirituales y la marcha de las leyes espirituales. Es una forma habitual decir que la sangre de los mártires es la semilla de la iglesia, pero lo que estamos afirmando es simplemente que los hechos individuales de decisión espiritual producen frutos sociales… Ya que los grandes cambios culturales y las revoluciones históricas que deciden el destino de las naciones o el carácter de una era es el resultado acumulativo de un número de decisiones espirituales… La fe y la perspicacia, o el rechazo y la ceguera, de los individuos. Nadie puede señalar el último acto espiritual que desnivela el equilibrio y hace que el orden externo de la sociedad asuma una nueva forma...La persecución, ineficaz para destruir y aun para conmover aquella nueva sociedad, hizo que se sintiese más ella misma, y que se formase en una corporación más compacta.

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<strong>El</strong> <strong>Libro</strong> <strong>de</strong> <strong>los</strong> <strong>Mártires</strong> por <strong>Foxe</strong><br />

todos <strong>los</strong> hombres a mantenerse firmes en la Palabra <strong>de</strong> Dios, a darse fervorosamente a la<br />

oración, con paciencia para sobrellevar la cruz que ahora se ponía sobre el<strong>los</strong> para su prueba,<br />

con valor para confesar la verdad <strong>de</strong>lante <strong>de</strong> sus adversarios, y con una esperanza firme para<br />

esperar la corona y la recompensa <strong>de</strong> la dicha eterna. Pero cuando vio que sus adversarios<br />

estaban acosándole, se dirigió a Kent, y con un pequeño paquete <strong>de</strong> encajes, agujas, corchetes<br />

y otras piezas fue <strong>de</strong> pueblo en pueblo, vendiendo estos artícu<strong>los</strong>, y subsistiendo <strong>de</strong> esta<br />

manera y manteniendo a su mujer y a sus hijos.<br />

Finalmente, el juez Moile, <strong>de</strong> Kent, apresó al señor Yeoman, y lo puso en el cepo un día<br />

y una noche; pero, no teniendo nada concreto <strong>de</strong> qué acusado, lo <strong>de</strong>jó libre. Volviendo él en<br />

secreto a Hadley, se quedó con su pobre mujer, que lo ocultó en una cámara <strong>de</strong>l ayuntamiento,<br />

llamado el Guildhall, durante más <strong>de</strong> un año. Durante este tiempo el buen anciano padre<br />

pasaba <strong>los</strong> días encerrado en una estancia todo el día, pasando su tiempo en <strong>de</strong>vota oración,<br />

en la lectura <strong>de</strong> las Escrituras y en cardar la lana que su mujer hilaba. Su mujer también pedía<br />

pan para ella y sus hijos, y con estos precarios medios se sustentaban. Así, <strong>los</strong> santos <strong>de</strong> Dios<br />

pa<strong>de</strong>cían hambre y miseria, mientras que <strong>los</strong> profetas <strong>de</strong> Baal vivían en banqueteos y eran<br />

costosamente agasajados a la mesa <strong>de</strong> Jezabel.<br />

Al ser dada información a Newall finalmente <strong>de</strong> que Yeoman estaba siendo escondido<br />

por su mujer, éste acudió, asistido por soldados, y violentó la estancia don<strong>de</strong> estaba el objeto<br />

<strong>de</strong> su búsqueda, en cama con su mujer. Reprochó a la pobre mujer <strong>de</strong> ser una ramera, y hubiera<br />

arrancado las ropas <strong>de</strong> la cama <strong>de</strong> manera in<strong>de</strong>cente, pero Yeoman resistió tanto este acto <strong>de</strong><br />

violencia como el ataque contra el buen carácter <strong>de</strong> su mujer, añadiendo que <strong>de</strong>safiaba al Papa<br />

y al papismo. Fue luego sacado fuera y puesto en el cepo hasta que se hizo <strong>de</strong> día.<br />

En la jaula en que fue puesto estaba también un anciano llamado John Dale, que había<br />

estado allítres o cuatro días, por haber exhortado al pueblo durante el tiempo en que Newall<br />

y su vicario estaban celebrando la liturgia. Sus palabras fueron: ‘¡Oh guías ciegos y<br />

miserables! ¿Vais a ser siempre ciegos guías <strong>de</strong> ciegos? ¿No vais a corregiros nunca? ¿No<br />

querréis ver la verdad <strong>de</strong> la Palabra <strong>de</strong> Dios? ¿No entrarán en vuestros corazones ni las<br />

amenazas ni las promesas <strong>de</strong> Dios? ¿No suavizarála sangre <strong>de</strong> <strong>los</strong> mártires vuestras pétreas<br />

entrañas? ¡Ah, generación endurecida, <strong>de</strong> duro corazón, perversa y torcida, a la que nada<br />

pue<strong>de</strong> hacer bien!ª<br />

Estas palabras las pronunció en el fervor <strong>de</strong> su espíritucontra la supersticiosa religión <strong>de</strong><br />

Roma; por ello, Newall lo hizo apresar en el acto, y puesto en el cepo en una jaula, don<strong>de</strong> fue<br />

guardado hasta que llegó el juez Sir Henry Dolle, a Hadley.<br />

Cuando Yeoman fue tomado, el párroco le pidió apremiantemente a Sir Henry Doile<br />

que enviara a ambos a prisión. Sir Henry Doile le pidió igual <strong>de</strong> apremiante que consi<strong>de</strong>rara<br />

la edad <strong>de</strong> <strong>los</strong> hombres, y su mísera condición; no eran ni personas <strong>de</strong>stacadas, ni<br />

predicadores; por ello le propuso que <strong>los</strong> <strong>de</strong>jara castigados uno o dos días, y soltar<strong>los</strong>, al menos<br />

a John Dale, que no era sacerdote, y que por ello, como había estado ya tanto tiempo en la<br />

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