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Foxe - El Libro de los Mártires

El misterio de la historia no es completamente sombrío, ya que es un velo que solo oculta en parte la actividad creativa y las fuerzas espirituales y la marcha de las leyes espirituales. Es una forma habitual decir que la sangre de los mártires es la semilla de la iglesia, pero lo que estamos afirmando es simplemente que los hechos individuales de decisión espiritual producen frutos sociales… Ya que los grandes cambios culturales y las revoluciones históricas que deciden el destino de las naciones o el carácter de una era es el resultado acumulativo de un número de decisiones espirituales… La fe y la perspicacia, o el rechazo y la ceguera, de los individuos. Nadie puede señalar el último acto espiritual que desnivela el equilibrio y hace que el orden externo de la sociedad asuma una nueva forma...La persecución, ineficaz para destruir y aun para conmover aquella nueva sociedad, hizo que se sintiese más ella misma, y que se formase en una corporación más compacta.

El misterio de la historia no es completamente sombrío, ya que es un velo que solo oculta en parte la actividad creativa y las fuerzas espirituales y la marcha de las leyes espirituales. Es una forma habitual decir que la sangre de los mártires es la semilla de la iglesia, pero lo que estamos afirmando es simplemente que los hechos individuales de decisión espiritual producen frutos sociales… Ya que los grandes cambios culturales y las revoluciones históricas que deciden el destino de las naciones o el carácter de una era es el resultado acumulativo de un número de decisiones espirituales… La fe y la perspicacia, o el rechazo y la ceguera, de los individuos. Nadie puede señalar el último acto espiritual que desnivela el equilibrio y hace que el orden externo de la sociedad asuma una nueva forma...La persecución, ineficaz para destruir y aun para conmover aquella nueva sociedad, hizo que se sintiese más ella misma, y que se formase en una corporación más compacta.

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<strong>El</strong> <strong>Libro</strong> <strong>de</strong> <strong>los</strong> <strong>Mártires</strong> por <strong>Foxe</strong><br />

le llevaran a confesarª, y or<strong>de</strong>nando al guarda que no permitiera a nadie que tuviera acceso a<br />

él ni comunicación alguna; que su sustento no excediera <strong>de</strong> tres onzas <strong>de</strong> pan mohoso y medio<br />

litro <strong>de</strong> agua cada dos días; que no se le permitiera ni cama, ni almohada ni cubierta. ‘Cerradle<br />

esta vena en su estancia con cal y piedra, obturad las rendijas <strong>de</strong> la puerta con dobles<br />

alfombras; que no tenga nada que le dé la más nimia comodidad. Estas y otras ór<strong>de</strong>nes <strong>de</strong><br />

parecida dureza fueron dadas para hacer que fuera imposible que nadie <strong>de</strong> la nación inglesa<br />

conociera su condición.<br />

En este miserable y <strong>de</strong>primente estado se quedó por varios días el pobre Lithgow, sin<br />

ver a nadie, hasta que el gobernador recibió respuesta <strong>de</strong> Madrid a una carta que había escrito<br />

acerca <strong>de</strong>l preso; y, siguiendo las instrucciones que había recibido, puso en práctica las<br />

cruelda<strong>de</strong>s tramadas, que fueron aceleradas, porque se acercaban <strong>los</strong> días santos <strong>de</strong> la<br />

Natividad, siendo ya el día cuadragésimo séptimo <strong>de</strong>s<strong>de</strong> su encarcelamiento.<br />

Alre<strong>de</strong>dor <strong>de</strong> las dos <strong>de</strong> la madrugada, oyó el ruido <strong>de</strong> un carruaje en la calle, y a alguien<br />

que abría las puertas <strong>de</strong> su cárcel, don<strong>de</strong> no había podido dormir durante dos noches; el<br />

hambre, el dolor y <strong>los</strong> <strong>de</strong>primentes pensamientos le habían impedido reposo alguno.<br />

Poco <strong>de</strong>spués <strong>de</strong> que se abrieran las puertas <strong>de</strong> la prisión, <strong>los</strong> nueve alguaciles que le<br />

habían <strong>de</strong>tenido la primera vez entraron en el lugar don<strong>de</strong> él yacía, y, sin <strong>de</strong>cir palabra, le<br />

llevaron con sus ca<strong>de</strong>nas a través <strong>de</strong> la casa y a la calle, don<strong>de</strong> esperaba un carruaje, en el que<br />

le <strong>de</strong>positaron tendido sobre su espalda, al no po<strong>de</strong>rse sentar. Dos <strong>de</strong> <strong>los</strong> alguaciles fueron con<br />

él, y el resto fueron andando junto al carruaje, pero todos observaron el más profundo silencio.<br />

Fueron hasta un edificio con un lagar, a alre<strong>de</strong>dor <strong>de</strong> una legua <strong>de</strong> la ciudad, a don<strong>de</strong> habían<br />

llevado en secreto, antes, un potro <strong>de</strong> tortura; allílo encerraron aquella noche.<br />

Al día siguiente, al romper el alba, llegaron el gobernador y el alcal<strong>de</strong>, en cuya presencia<br />

Mr. Lithgow tuvo que sufrir otro interrogatorio. <strong>El</strong> preso pidió un intérprete, lo que se permitía<br />

a <strong>los</strong> extranjeros, por la ley <strong>de</strong> aquel país, pero le fue rehusado, y no le permitieron apelar a<br />

Madrid, la corte superior <strong>de</strong> justicia. Después <strong>de</strong> un largo interrogatorio, que duró <strong>de</strong>s<strong>de</strong> la<br />

mañana hasta la noche, apareció en todas las respuestas una conformidad tan estrecha con lo<br />

que había dicho antes, que dijeron que se las había aprendido <strong>de</strong> memoria, no habiendo la más<br />

mínima contradicción. Sin embargo, le apremiaron una vez más a que hiciera una plena<br />

confesión; esto es, a que se acusara a símismo <strong>de</strong> crímenes que jamás había cometido, y el<br />

gobernador le añadió: ‘Sigue estando usted en mi po<strong>de</strong>r; le puedo dar la libertad si colabora;<br />

si no, tendré que entregarlo al alcal<strong>de</strong>.ª Al seguir Mr. Lithgow en su inocencia, el gobernador<br />

or<strong>de</strong>nó al notario que redactara una or<strong>de</strong>n para entregarlo al alcal<strong>de</strong> para que fuera torturado.<br />

Como consecuencia <strong>de</strong> esto, fue llevado por <strong>los</strong> alguaciles al final <strong>de</strong> una galería <strong>de</strong><br />

piedra, don<strong>de</strong> estaba el potro <strong>de</strong> tortura. <strong>El</strong> verdugo le quitó <strong>de</strong> inmediato <strong>los</strong> hierros, lo que<br />

le causó profundos dolores, habiendo sido puestos <strong>los</strong> roblones tan cerca <strong>de</strong> la carne que el<br />

martillo le <strong>de</strong>sgarró media pulgada <strong>de</strong> su talón al romper el roblón; este dolor, junto con su<br />

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