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Foxe - El Libro de los Mártires

El misterio de la historia no es completamente sombrío, ya que es un velo que solo oculta en parte la actividad creativa y las fuerzas espirituales y la marcha de las leyes espirituales. Es una forma habitual decir que la sangre de los mártires es la semilla de la iglesia, pero lo que estamos afirmando es simplemente que los hechos individuales de decisión espiritual producen frutos sociales… Ya que los grandes cambios culturales y las revoluciones históricas que deciden el destino de las naciones o el carácter de una era es el resultado acumulativo de un número de decisiones espirituales… La fe y la perspicacia, o el rechazo y la ceguera, de los individuos. Nadie puede señalar el último acto espiritual que desnivela el equilibrio y hace que el orden externo de la sociedad asuma una nueva forma...La persecución, ineficaz para destruir y aun para conmover aquella nueva sociedad, hizo que se sintiese más ella misma, y que se formase en una corporación más compacta.

El misterio de la historia no es completamente sombrío, ya que es un velo que solo oculta en parte la actividad creativa y las fuerzas espirituales y la marcha de las leyes espirituales. Es una forma habitual decir que la sangre de los mártires es la semilla de la iglesia, pero lo que estamos afirmando es simplemente que los hechos individuales de decisión espiritual producen frutos sociales… Ya que los grandes cambios culturales y las revoluciones históricas que deciden el destino de las naciones o el carácter de una era es el resultado acumulativo de un número de decisiones espirituales… La fe y la perspicacia, o el rechazo y la ceguera, de los individuos. Nadie puede señalar el último acto espiritual que desnivela el equilibrio y hace que el orden externo de la sociedad asuma una nueva forma...La persecución, ineficaz para destruir y aun para conmover aquella nueva sociedad, hizo que se sintiese más ella misma, y que se formase en una corporación más compacta.

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<strong>El</strong> <strong>Libro</strong> <strong>de</strong> <strong>los</strong> <strong>Mártires</strong> por <strong>Foxe</strong><br />

perseguía mi mente como un espectro, y me impidió dormir con tranquilidad, aunque estaba<br />

casi agotada.<br />

ªAl tercer día envié un mensaje al gobernador <strong>de</strong> la ciudad, que tiene toda la dirección<br />

<strong>de</strong> las cuestiones carcelarias, para que me permitiera visitarlo con un presente. Esto tuvo el<br />

efecto <strong>de</strong>seado, y <strong>de</strong> inmediato envió or<strong>de</strong>n a <strong>los</strong> guardias para que me permitieran ir a la<br />

ciudad. <strong>El</strong> gobernador me recibió agradablemente, y me preguntó qué <strong>de</strong>seaba. Le presenté la<br />

situación <strong>de</strong> <strong>los</strong> extranjeros, y en panicular la <strong>de</strong> <strong>los</strong> americanos, que eran extranjeros y que<br />

nada tenían que ver con la guerra. Me dijo que no estaba en su mano liberar<strong>los</strong> <strong>de</strong> la cárcel,<br />

pero que podría hacer más cómoda su situación; había su oficial jefe, a quien tenía que<br />

consultar acerca <strong>de</strong> <strong>los</strong> medios. <strong>El</strong> oficial, que resultó ser uno <strong>de</strong> <strong>los</strong> escritores <strong>de</strong> la ciudad, y<br />

cuyo rostro presentaba a simple vista el más perfecto conjunto <strong>de</strong> pasiones unidas a la<br />

naturaleza humana, me llevó aparte, y trató <strong>de</strong> convencerme <strong>de</strong> que tanto yo como <strong>los</strong><br />

prisioneros estábamos totalmente a su merced, que nuestro futuro bienestar iba a <strong>de</strong>pen<strong>de</strong>r <strong>de</strong><br />

la generosidad <strong>de</strong> nuestros presentes, y que estos tenían que ser dados <strong>de</strong> manera secreta, sin<br />

que lo supiera funcionario alguno <strong>de</strong>l gobierno.<br />

‘¿Qué <strong>de</strong>bo hacer para mitigar <strong>los</strong> sufrimientos actuales <strong>de</strong> <strong>los</strong> dos maestros?ª, le<br />

pregunté.<br />

‘Págueme doscientos tickals (alre<strong>de</strong>dor <strong>de</strong> cien dólares), dos piezas <strong>de</strong> tejido fino, y dos<br />

piezas <strong>de</strong> pañue<strong>los</strong>ª. Yo había tomado dinero por la mañana, siendo que nuestra casa estaba a<br />

dos millas <strong>de</strong> la cárcel, y no podría volver fácilmente. Le ofrecíeste dinero al escritor, y le<br />

rogué que no me apremiara con <strong>los</strong> otros artícu<strong>los</strong>, por cuanto no disponía <strong>de</strong> el<strong>los</strong>. <strong>El</strong> dudó<br />

por cierto tiempo, pero temiendo per<strong>de</strong>r <strong>de</strong> vista tanto dinero, <strong>de</strong>cidió tomarlo, prometiendo<br />

aliviar a <strong>los</strong> maestros <strong>de</strong> su penosa situación.<br />

ªLuego conseguíuna or<strong>de</strong>n <strong>de</strong>l gobernador para po<strong>de</strong>r ser admitida en la prisión; pero<br />

las sensaciones producidas por mi encuentro con tu hermano en aquella situación terrible,<br />

horrenda, y la escena patética que siguió, no trataré <strong>de</strong> <strong>de</strong>scribirías. <strong>El</strong> señor Judson se arrastró<br />

hacia la puerta <strong>de</strong> la celda porque nunca se nos permitió entrar y me dio algunas instrucciones<br />

acerca <strong>de</strong> su liberación; pero antes <strong>de</strong> po<strong>de</strong>r hacer ningún arreglo, aquel<strong>los</strong> endurecidos<br />

carceleros, que no podían soportar vernos gozar <strong>de</strong>l mísero consuelo <strong>de</strong> vernos en aquel tétrico<br />

lugar, me or<strong>de</strong>naron salir. En vano alegué la or<strong>de</strong>n <strong>de</strong>l gobernador para ser admitida; <strong>de</strong> nuevo<br />

repitieron, con dureza,<br />

‘Vete, o te echamos fueraª. Aquella misma noche, <strong>los</strong> misioneros, junto con <strong>los</strong> otros<br />

extranjeros, que habían pagado una suma igual, fueron sacados <strong>de</strong> la cárcel común, y<br />

encerrados en un cubierto abierto <strong>de</strong>l recinto <strong>de</strong> la prisión. Aquíse me permitió mandarles<br />

alimentos y esteras sobre las que dormir; pero no se me permitió volver a entrar por varios<br />

días.<br />

ªMi siguiente objeto fue lograr presentar una petición a la reina; pero al no admitirse en<br />

palacio a nadie que estuviera en <strong>de</strong>sgracia con su majestad, intenté presentarla por medio <strong>de</strong><br />

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