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Foxe - El Libro de los Mártires

El misterio de la historia no es completamente sombrío, ya que es un velo que solo oculta en parte la actividad creativa y las fuerzas espirituales y la marcha de las leyes espirituales. Es una forma habitual decir que la sangre de los mártires es la semilla de la iglesia, pero lo que estamos afirmando es simplemente que los hechos individuales de decisión espiritual producen frutos sociales… Ya que los grandes cambios culturales y las revoluciones históricas que deciden el destino de las naciones o el carácter de una era es el resultado acumulativo de un número de decisiones espirituales… La fe y la perspicacia, o el rechazo y la ceguera, de los individuos. Nadie puede señalar el último acto espiritual que desnivela el equilibrio y hace que el orden externo de la sociedad asuma una nueva forma...La persecución, ineficaz para destruir y aun para conmover aquella nueva sociedad, hizo que se sintiese más ella misma, y que se formase en una corporación más compacta.

El misterio de la historia no es completamente sombrío, ya que es un velo que solo oculta en parte la actividad creativa y las fuerzas espirituales y la marcha de las leyes espirituales. Es una forma habitual decir que la sangre de los mártires es la semilla de la iglesia, pero lo que estamos afirmando es simplemente que los hechos individuales de decisión espiritual producen frutos sociales… Ya que los grandes cambios culturales y las revoluciones históricas que deciden el destino de las naciones o el carácter de una era es el resultado acumulativo de un número de decisiones espirituales… La fe y la perspicacia, o el rechazo y la ceguera, de los individuos. Nadie puede señalar el último acto espiritual que desnivela el equilibrio y hace que el orden externo de la sociedad asuma una nueva forma...La persecución, ineficaz para destruir y aun para conmover aquella nueva sociedad, hizo que se sintiese más ella misma, y que se formase en una corporación más compacta.

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<strong>El</strong> <strong>Libro</strong> <strong>de</strong> <strong>los</strong> <strong>Mártires</strong> por <strong>Foxe</strong><br />

ninguno <strong>de</strong> <strong>los</strong> dos podía estar <strong>de</strong>recho <strong>de</strong>ntro <strong>de</strong> ella pero era un palacio en comparación con<br />

el lugar que había <strong>de</strong>jado.<br />

Traslado <strong>de</strong> <strong>los</strong> Presos a Oung-pen-laó Señora Judson <strong>los</strong> sigue:<br />

ªA pesar <strong>de</strong> la or<strong>de</strong>n que el gobernador había dado para mi admisión en la cárcel, fue<br />

con la mayor dificultad que pu<strong>de</strong> persuadir al sub carcelero que abriera la verja. Solía llevar<br />

yo misma la comida para el señor Judson, para po<strong>de</strong>r entrar, y luego me quedaba una o dos<br />

horas, a no ser que me echaran. Habíamos disfrutado <strong>de</strong> esta cómoda situación sólo dos o tres<br />

días cuando una mañana, habiendo entrado el <strong>de</strong>sayuno <strong>de</strong>l señor Judson, el cual, <strong>de</strong>bido a la<br />

fiebre, no pudo tomar, me quedé más tiempo <strong>de</strong> lo usual; entonces el gobernador mandó<br />

llamarme con mucho apremio. Le prometívolver tan pronto como supiera cuáles eran <strong>los</strong><br />

<strong>de</strong>seos <strong>de</strong>l gobernador, siendo que él estaba muy alarmado ante este insólito mensaje. Me<br />

sentípor tanto agradablemente aliviada cuando el gobernador me dijo que sólo me quería<br />

preguntar acerca <strong>de</strong> su reloj <strong>de</strong> pulsera, y pareció inusitadamente placentero y conversador.<br />

Después <strong>de</strong>scubrí que su única intención había sido retenerme hasta que terminara la terrible<br />

escena que estaba a punto <strong>de</strong> tener lugar en la cárcel. Porque cuando lo <strong>de</strong>jé para ir a mi<br />

estancia, uno <strong>de</strong> <strong>los</strong> criados vino corriendo, y con rostro empali<strong>de</strong>cido me dijo que todos <strong>los</strong><br />

presos blancos estaban siendo trasladados.<br />

ªNo quería creer la información, pero en el acto fui <strong>de</strong> vuelta al gobernador, que me dijo<br />

que acababa <strong>de</strong> saberlo, pero que no quería <strong>de</strong>círmelo. Salíprecipitadamente a la calle,<br />

esperando po<strong>de</strong>r tener un atisbo <strong>de</strong> el<strong>los</strong> antes que <strong>de</strong>saparecieran <strong>de</strong> mi vista, pero en vano.<br />

Corríprimero a una calle, luego a otra, preguntando a todos <strong>los</strong> que vela, pero nadie me quería<br />

respon<strong>de</strong>r. Finalmente, una anciana me dijo que <strong>los</strong> presos blancos se habían dirigido al<br />

riachuelo; porque habían <strong>de</strong> ser llevados a Amarapora. Luego fui corriendo a la ribera <strong>de</strong>l<br />

riachuelo, que estaba a una media milla, pero no <strong>los</strong> encontré. Luego volvía ver al gobernador,<br />

para preguntarle la causa <strong>de</strong> este traslado, y la probabilidad <strong>de</strong> su suerte futura. <strong>El</strong> anciano me<br />

aseguró que <strong>de</strong>sconocía la intención <strong>de</strong>l gobierno <strong>de</strong> trasladar a <strong>los</strong> presos hasta aquella<br />

mañana. Que <strong>de</strong>s<strong>de</strong> que yo me había ido, él se había enterado que <strong>los</strong> presos habían sido<br />

enviados a Amarapora; pero no sabía con qué propósito. ‘Enviaré a un hombre <strong>de</strong> inmediato<br />

para ver qué es lo que <strong>de</strong>be hacerse con el<strong>los</strong>. No pue<strong>de</strong> hacer nada más por su maridoª,<br />

prosiguió él: Tenga cuidado <strong>de</strong> usted misma.<br />

ªNunca antes había sentido tanto temor al atravesar las calles <strong>de</strong> Ava. Las últimas<br />

palabras <strong>de</strong>l gobernador, ‘Tenga cuidado <strong>de</strong> usted mismaª, me hacían sospechar que había<br />

algún <strong>de</strong>signio que yo <strong>de</strong>sconocía. Vi también que tenía miedo <strong>de</strong> hacerme ir por las calles, y<br />

me aconsejó que esperara hasta que fuera oscuro, y me enviaría en un carro, y un hombre para<br />

abrir las puertas. Tomé dos o tres baúles con <strong>los</strong> artícu<strong>los</strong> más valiosos, junto con el baúl <strong>de</strong><br />

las medicinas, para <strong>de</strong>positarIo todo en casa <strong>de</strong>l gobernador; y <strong>de</strong>spués <strong>de</strong> confiar la casa y<br />

las instalaciones a nuestro fiel Moung Ing y a un criado bengalí, que continuaba con nosotros<br />

(aunque no podíamos pagarle su sueldo), me <strong>de</strong>spedí, como entonces pensaba probable, para<br />

siempre <strong>de</strong> nuestra casa en Ava.<br />

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