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Foxe - El Libro de los Mártires

El misterio de la historia no es completamente sombrío, ya que es un velo que solo oculta en parte la actividad creativa y las fuerzas espirituales y la marcha de las leyes espirituales. Es una forma habitual decir que la sangre de los mártires es la semilla de la iglesia, pero lo que estamos afirmando es simplemente que los hechos individuales de decisión espiritual producen frutos sociales… Ya que los grandes cambios culturales y las revoluciones históricas que deciden el destino de las naciones o el carácter de una era es el resultado acumulativo de un número de decisiones espirituales… La fe y la perspicacia, o el rechazo y la ceguera, de los individuos. Nadie puede señalar el último acto espiritual que desnivela el equilibrio y hace que el orden externo de la sociedad asuma una nueva forma...La persecución, ineficaz para destruir y aun para conmover aquella nueva sociedad, hizo que se sintiese más ella misma, y que se formase en una corporación más compacta.

El misterio de la historia no es completamente sombrío, ya que es un velo que solo oculta en parte la actividad creativa y las fuerzas espirituales y la marcha de las leyes espirituales. Es una forma habitual decir que la sangre de los mártires es la semilla de la iglesia, pero lo que estamos afirmando es simplemente que los hechos individuales de decisión espiritual producen frutos sociales… Ya que los grandes cambios culturales y las revoluciones históricas que deciden el destino de las naciones o el carácter de una era es el resultado acumulativo de un número de decisiones espirituales… La fe y la perspicacia, o el rechazo y la ceguera, de los individuos. Nadie puede señalar el último acto espiritual que desnivela el equilibrio y hace que el orden externo de la sociedad asuma una nueva forma...La persecución, ineficaz para destruir y aun para conmover aquella nueva sociedad, hizo que se sintiese más ella misma, y que se formase en una corporación más compacta.

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<strong>El</strong> <strong>Libro</strong> <strong>de</strong> <strong>los</strong> <strong>Mártires</strong> por <strong>Foxe</strong><br />

antes mencionado, fue visitado por su infamia; mientras trabajaba, apilando trigo, sus entrañas<br />

reventaron repentinamente, y murió antes <strong>de</strong> po<strong>de</strong>r conseguir ayuda alguna. ¡Asífue retribuido<br />

un perjurio <strong>de</strong>liberado con una muerte súbita!<br />

Ya hemos observado la dureza <strong>de</strong>l alguacil mayor Woodroffe en el caso <strong>de</strong>l mártir señor<br />

Bradford. Se regocijaba aquel alguacil en la muerte <strong>de</strong> <strong>los</strong> santos, y en la ejecución <strong>de</strong>l señor<br />

Roger le partió la cabeza al arriero, porque <strong>de</strong>tuvo el carro para permitir que <strong>los</strong> hijos <strong>de</strong>l<br />

mártir le dieran un último adiós. Apenas si hacía una semana que el señor Woodroffe había<br />

<strong>de</strong>jado <strong>de</strong> ser alguacil mayor que fue azotado por una parálisis, y langui<strong>de</strong>ció varios días en<br />

una condición <strong>de</strong> lo más lastimosa e impotente, presentando un gran contraste con su anterior<br />

actividad en aquella sanguinaria causa.<br />

Se cree que Ralph Lardyn, que entregó al mártir George Eagles, fue posteriormente<br />

juzgado y colgado como consecuencia <strong>de</strong> una auto acusación. Ante el tribunal, se acusó con<br />

estas palabras: ‘Esto me ha sobrevenido con toda justicia por entregar sangre inocente dc<br />

aquel hombre justo y bueno, George Eagle, que fue aquí con<strong>de</strong>nado en tiempos <strong>de</strong> la Reina<br />

María por mi acción, cuando vendí su sangre por un poco <strong>de</strong> dinero.ª<br />

Mientras James Abbes se dirigía a su ejecución, exhortando a <strong>los</strong> apenados espectadores<br />

a que se mantuvieran firmes en la verdad, y que como él sellaran la causa <strong>de</strong> Cristo con su<br />

sangre, un siervo <strong>de</strong>l alguacil mayor lo interrumpió, llamando blasfemamente herejía a su<br />

religión, y al buen hombre lunático. Pero apenas si las llamas habían alcanzado al mártir que<br />

el terrible golpe <strong>de</strong> Dios cayó sobre aquel endurecido miserable, en presencia <strong>de</strong> aquel a quien<br />

había ridiculizado tan cruelmente. Aquel hombre se vio repentinamente atacado <strong>de</strong> locura, y,<br />

lunático perdido, se <strong>de</strong>spojó <strong>de</strong> sus ropas y se quitó <strong>los</strong> zapatos <strong>de</strong>lante <strong>de</strong> todos (como Abbes<br />

había acabado <strong>de</strong> hacer, para distribuirlo entre algunas personas pobres), gritando al mismo<br />

tiempo: ‘¡Así ha hecho James Abbes, el verda<strong>de</strong>ro siervo <strong>de</strong> Dios, que estásalvo, pero yo<br />

con<strong>de</strong>nado!ª Repitiendo esto varias veces, el alguacil le hizo asegurar y mandó que le vistieran<br />

<strong>de</strong> su ropa, pero tan pronto volvió a estar solo volvió a arrancárselas, gritando como antes.<br />

Atado a un carro, fue llevado a casa <strong>de</strong> su amo, y al cabo <strong>de</strong> medio año murió. Justo antes <strong>de</strong><br />

ello, vino a asistirle un sacerdote con un crucifijo, etc., pero el <strong>de</strong>sgraciado hombre le dijo que<br />

se fuera con sus engaños, y que él y otros sacerdotes eran la causa <strong>de</strong> su con<strong>de</strong>nación, pero<br />

que Abbes estaba salvado.<br />

Un tal Clark, enemigo jurado <strong>de</strong> <strong>los</strong> protestantes en el reinado <strong>de</strong>l Rey Eduardo, se colgó<br />

en la Torre <strong>de</strong> Londres.<br />

Froling, sacerdote <strong>de</strong> mucha celebridad, cayó en la calle y murió en el acto.<br />

Dale, un infatigable informador, murió comido por gusanos, constituyendo un horrendo<br />

espectáculo.<br />

Alexan<strong>de</strong>r, el severo guarda <strong>de</strong> Newgate, murió miserablemente, hinchándose hasta un<br />

tamaño prodigioso, y se pudrió <strong>de</strong> tal manera por <strong>de</strong>ntro que nadie se le quería acercar. Este<br />

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