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Foxe - El Libro de los Mártires

El misterio de la historia no es completamente sombrío, ya que es un velo que solo oculta en parte la actividad creativa y las fuerzas espirituales y la marcha de las leyes espirituales. Es una forma habitual decir que la sangre de los mártires es la semilla de la iglesia, pero lo que estamos afirmando es simplemente que los hechos individuales de decisión espiritual producen frutos sociales… Ya que los grandes cambios culturales y las revoluciones históricas que deciden el destino de las naciones o el carácter de una era es el resultado acumulativo de un número de decisiones espirituales… La fe y la perspicacia, o el rechazo y la ceguera, de los individuos. Nadie puede señalar el último acto espiritual que desnivela el equilibrio y hace que el orden externo de la sociedad asuma una nueva forma...La persecución, ineficaz para destruir y aun para conmover aquella nueva sociedad, hizo que se sintiese más ella misma, y que se formase en una corporación más compacta.

El misterio de la historia no es completamente sombrío, ya que es un velo que solo oculta en parte la actividad creativa y las fuerzas espirituales y la marcha de las leyes espirituales. Es una forma habitual decir que la sangre de los mártires es la semilla de la iglesia, pero lo que estamos afirmando es simplemente que los hechos individuales de decisión espiritual producen frutos sociales… Ya que los grandes cambios culturales y las revoluciones históricas que deciden el destino de las naciones o el carácter de una era es el resultado acumulativo de un número de decisiones espirituales… La fe y la perspicacia, o el rechazo y la ceguera, de los individuos. Nadie puede señalar el último acto espiritual que desnivela el equilibrio y hace que el orden externo de la sociedad asuma una nueva forma...La persecución, ineficaz para destruir y aun para conmover aquella nueva sociedad, hizo que se sintiese más ella misma, y que se formase en una corporación más compacta.

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<strong>El</strong> <strong>Libro</strong> <strong>de</strong> <strong>los</strong> <strong>Mártires</strong> por <strong>Foxe</strong><br />

Capítulo IV - Persecuciones Papales<br />

HASTA ahora nuestra historia <strong>de</strong> las Persecuciones se ha limitado Principalmente al<br />

mundo pagano. Llegamos ahora a un período en el que la persecución, bajo el ropaje <strong>de</strong>l<br />

cristianismo, cometió más enormida<strong>de</strong>s que las que jamás infamaron <strong>los</strong> anales <strong>de</strong>l<br />

paganismo. Echando a un lado las máximas y el espíritu <strong>de</strong>l Evangelio, la Iglesia papal,<br />

armada con el po<strong>de</strong>r <strong>de</strong> la espada, vejó a la Iglesia <strong>de</strong> Dios y la <strong>de</strong>vastó durante varios sig<strong>los</strong>,<br />

el período muy apropiadamente conocido como ‘las eda<strong>de</strong>s oscurasª. Los reyes <strong>de</strong> la tierra<br />

dieron su po<strong>de</strong>r a la ‘Bestiaª, y se sometieron a ser pisoteados por las miserables alimañas que<br />

a menudo ocuparon la silla papal, como en el caso <strong>de</strong> Enrique, emperador <strong>de</strong> Alemania. La<br />

tempestad <strong>de</strong> la persecución papal se abatió primero contra <strong>los</strong> Val<strong>de</strong>nses en Francia.<br />

La Persecución contra <strong>los</strong> Val<strong>de</strong>nses en Francia<br />

Habiendo el papado introducido varias innovaciones en la Iglesia, y habiendo cubierto<br />

al mundo cristiano con tinieblas y superstición, unos pocos, dándose cuenta clara <strong>de</strong> la<br />

ten<strong>de</strong>ncia perniciosa <strong>de</strong> tales errores, <strong>de</strong>cidieron exhibir la luz <strong>de</strong>l Evangelio en su verda<strong>de</strong>ra<br />

pureza, y dispersar aquellas nubes que unos astutos sacerdotes habían extendido sobre él, a<br />

fin <strong>de</strong> cegar al pueblo y oscurecer su verda<strong>de</strong>ro resplandor.<br />

<strong>El</strong> principal entre estos fue Berengario, que, alre<strong>de</strong>dor <strong>de</strong>l año 1000, predicó<br />

<strong>de</strong>nodadamente las verda<strong>de</strong>s <strong>de</strong>l Evangelio, según su primitiva pureza. Muchos, convencidos,<br />

asintieron a su doctrina, y fueron, por ello, llamados berenganos. Berengario fue sucedido por<br />

Pedro Bruis, que predicó en Toulouse, bajo la protección <strong>de</strong> un con<strong>de</strong> llamado Il<strong>de</strong>fonso;<br />

todos <strong>los</strong> puntos <strong>de</strong> <strong>los</strong> reformadores, con sus razones para separarse <strong>de</strong> la Iglesia <strong>de</strong> Roma,<br />

fueron publicados en un libro escrito por Bruis, bajo el título <strong>de</strong> Anticristo.<br />

Para el año 1140 <strong>de</strong> Cristo, el número <strong>de</strong> reformados era muy gran<strong>de</strong>, y la probabilidad<br />

<strong>de</strong> su crecimiento alarmó al papa, que escribió a varios príncipes para que <strong>los</strong> <strong>de</strong>sterraran <strong>de</strong><br />

sus dominios, y que emplearan a muchos eruditos para que escribieran contra sus doctrinas.<br />

En el 1147 d.C. eran llamados Henericianos, <strong>de</strong>bido a Enrique <strong>de</strong> Toulouse, consi<strong>de</strong>rado<br />

como su más eminente predicador, y <strong>de</strong>bido a que no admitían ninguna prueba <strong>de</strong> religión<br />

más que las que se pudieran <strong>de</strong>ducir <strong>de</strong> las mismas Escrituras, el partido papista les dio el<br />

nombre <strong>de</strong> apostólicos. Al final, Pedro Waldo, o Valdo, natural <strong>de</strong> Lyon, eminente por su<br />

piedad y erudición, <strong>de</strong>vino un enérgico oponente <strong>de</strong>l papado; y <strong>de</strong>s<strong>de</strong> aquel entonces, <strong>los</strong><br />

reformados recibieron la apelación <strong>de</strong> Val<strong>de</strong>nses.<br />

<strong>El</strong> Papa Alejandro III, informado <strong>de</strong> estos sucesos por el obispo <strong>de</strong> Lyon, excomulgó a<br />

Waldo y a sus seguidores, y or<strong>de</strong>nó al obispo que <strong>los</strong> exterminara, si era posible, <strong>de</strong> sobre la<br />

faz <strong>de</strong> la tierra; asícomenzaron las persecuciones papales contra <strong>los</strong> Val<strong>de</strong>nses.<br />

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