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Foxe - El Libro de los Mártires

El misterio de la historia no es completamente sombrío, ya que es un velo que solo oculta en parte la actividad creativa y las fuerzas espirituales y la marcha de las leyes espirituales. Es una forma habitual decir que la sangre de los mártires es la semilla de la iglesia, pero lo que estamos afirmando es simplemente que los hechos individuales de decisión espiritual producen frutos sociales… Ya que los grandes cambios culturales y las revoluciones históricas que deciden el destino de las naciones o el carácter de una era es el resultado acumulativo de un número de decisiones espirituales… La fe y la perspicacia, o el rechazo y la ceguera, de los individuos. Nadie puede señalar el último acto espiritual que desnivela el equilibrio y hace que el orden externo de la sociedad asuma una nueva forma...La persecución, ineficaz para destruir y aun para conmover aquella nueva sociedad, hizo que se sintiese más ella misma, y que se formase en una corporación más compacta.

El misterio de la historia no es completamente sombrío, ya que es un velo que solo oculta en parte la actividad creativa y las fuerzas espirituales y la marcha de las leyes espirituales. Es una forma habitual decir que la sangre de los mártires es la semilla de la iglesia, pero lo que estamos afirmando es simplemente que los hechos individuales de decisión espiritual producen frutos sociales… Ya que los grandes cambios culturales y las revoluciones históricas que deciden el destino de las naciones o el carácter de una era es el resultado acumulativo de un número de decisiones espirituales… La fe y la perspicacia, o el rechazo y la ceguera, de los individuos. Nadie puede señalar el último acto espiritual que desnivela el equilibrio y hace que el orden externo de la sociedad asuma una nueva forma...La persecución, ineficaz para destruir y aun para conmover aquella nueva sociedad, hizo que se sintiese más ella misma, y que se formase en una corporación más compacta.

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<strong>El</strong> <strong>Libro</strong> <strong>de</strong> <strong>los</strong> <strong>Mártires</strong> por <strong>Foxe</strong><br />

Moung Ing no vio ya más. ¡Qué noche fue aquella! Me retiré a mi habitación, y traté <strong>de</strong> lograr<br />

consuelo presentando mi causa a Dios, e implorando fortaleza y fuerzas para sufrir lo que me<br />

esperara. Pero no me fue concedido mucho tiempo el consuelo <strong>de</strong> la soledad, porque el<br />

magistrado <strong>de</strong>l lugar había venido a la galería, y me estaba llamando para que saliera y me<br />

sometiera a su interrogatorio. Pero antes <strong>de</strong> salir <strong>de</strong>struítodas mis cartas, diarios y escritos <strong>de</strong><br />

todo tipo, por si revelaban el hecho <strong>de</strong> que teníamos corresponsales en Inglaterra, y don<strong>de</strong> yo<br />

había registrado todos <strong>los</strong> acontecimientos <strong>de</strong>s<strong>de</strong> nuestra llegada al país. Cuando hube<br />

terminado esta obra <strong>de</strong> <strong>de</strong>strucción, salíy me sometíal interrogatorio <strong>de</strong>l magistrado, que<br />

indagó <strong>de</strong> manera muy <strong>de</strong>tallada acerca <strong>de</strong> todo lo que yo sabia; luego or<strong>de</strong>nó que fueran<br />

cerrados <strong>los</strong> portones <strong>de</strong> las instalaciones, que no se permitiera entrar ni salir a nadie, puso<br />

una guardia <strong>de</strong> diez esbirros, a <strong>los</strong> que les dio or<strong>de</strong>n estricta <strong>de</strong> guardarme con seguridad, y se<br />

fue.<br />

ªEra ya oscuro. Me retiré a una estancia interior con mis cuatro pequeñas niñas birmanas,<br />

y atranqué las puertas. <strong>El</strong> guarda me or<strong>de</strong>nó en el acto <strong>de</strong>satrancar las puertas y que saliera, o<br />

<strong>de</strong>rribarían la casa. Me negué obstinadamente a obe<strong>de</strong>cer, y conseguíintimidar<strong>los</strong><br />

amenazándo<strong>los</strong> con quejarme <strong>de</strong> su conducta ante más altas autorida<strong>de</strong>s por la mañana. Al<br />

ver que estaba <strong>de</strong>cidida a no hacer caso <strong>de</strong> sus ór<strong>de</strong>nes, tomaron <strong>los</strong> dos criados bengalíes, y<br />

<strong>los</strong> pusieron en cepos en una posición muy dolorosa. No pu<strong>de</strong> soportar esto; llamé al cabo<br />

<strong>de</strong>s<strong>de</strong> la ventana, y les dije que les haría un presente por la mañana a todos el<strong>los</strong> si soltaban a<br />

<strong>los</strong> criados. Después <strong>de</strong> muchas discusiones y <strong>de</strong> muchas severas amenazas consintieron, pero<br />

parecían <strong>de</strong>cididos a irritarme tanto como fuera posible. Mi estado <strong>de</strong>sprotegido y <strong>de</strong>solado,<br />

mi total incertidumbre acerca <strong>de</strong> la suerte <strong>de</strong>l señor Judson, y las terribles juergas y el lenguaje<br />

casi diabólico <strong>de</strong> la guardia, todo ello se unió para hacer <strong>de</strong> aquella con mucho la noche más<br />

angustiosa que jamás haya pasado. Pue<strong>de</strong>s bien imaginar, querido hermano mío, que el sueño<br />

huyó <strong>de</strong> mis ojos, y <strong>de</strong> mi mente la paz y la compostura.<br />

ªA la mañana siguiente, envié a Moung Ing para que supiera la situación <strong>de</strong> tu hermano,<br />

y que le diera alimentos, si todavía vivía. ¡Pronto volvió, con las noticias <strong>de</strong> que el señor<br />

Judson, y todos <strong>los</strong> extranjeros blancos, estaban encerrados en la cárcel <strong>de</strong> muerte, con tres<br />

pares <strong>de</strong> ca<strong>de</strong>nas <strong>de</strong> hierro, y atado a una larga estaca, para impedir que se movieran! Mi<br />

motivo <strong>de</strong> angustia era ahora que yo misma era prisionera, y que no podía hacer nada por la<br />

liberación <strong>de</strong> <strong>los</strong> misioneros. Rogué y supliqué al magistrado que me permitiera ir a algún<br />

miembro <strong>de</strong>l gobierno para <strong>de</strong>fen<strong>de</strong>r mi causa; pero él me dijo que no osaba consentir, por<br />

temor <strong>de</strong> que yo huyera. Luego escribía una <strong>de</strong> las hermanas <strong>de</strong>l rey, con quien había tenido<br />

una estrecha amistad, pidiéndole que empleara su influencia para la liberación <strong>de</strong> <strong>los</strong> maestros.<br />

La nota fue <strong>de</strong>vuelta con este mensaje: <strong>El</strong>la ‘no lo comprendíaª, lo que era una cortés negativa<br />

a interferir; luego supe que había estado <strong>de</strong>seosa <strong>de</strong> ayudarnos, pero que no se atrevió por<br />

causa <strong>de</strong> la reina. <strong>El</strong> día fue pasando lentamente, y tenía ante mi otra terrible noche. Traté <strong>de</strong><br />

suavizar <strong>los</strong> sentimientos <strong>de</strong> la guardia dándoles té y cigarros para la noche, <strong>de</strong> modo que me<br />

permitieron permanecer en mi estancia sin amenazarme como lo hicieron la noche anterior.<br />

Pero la i<strong>de</strong>a <strong>de</strong> que tu hermano estuviera estirado en un duro suelo en hierros y encerrado<br />

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