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Foxe - El Libro de los Mártires

El misterio de la historia no es completamente sombrío, ya que es un velo que solo oculta en parte la actividad creativa y las fuerzas espirituales y la marcha de las leyes espirituales. Es una forma habitual decir que la sangre de los mártires es la semilla de la iglesia, pero lo que estamos afirmando es simplemente que los hechos individuales de decisión espiritual producen frutos sociales… Ya que los grandes cambios culturales y las revoluciones históricas que deciden el destino de las naciones o el carácter de una era es el resultado acumulativo de un número de decisiones espirituales… La fe y la perspicacia, o el rechazo y la ceguera, de los individuos. Nadie puede señalar el último acto espiritual que desnivela el equilibrio y hace que el orden externo de la sociedad asuma una nueva forma...La persecución, ineficaz para destruir y aun para conmover aquella nueva sociedad, hizo que se sintiese más ella misma, y que se formase en una corporación más compacta.

El misterio de la historia no es completamente sombrío, ya que es un velo que solo oculta en parte la actividad creativa y las fuerzas espirituales y la marcha de las leyes espirituales. Es una forma habitual decir que la sangre de los mártires es la semilla de la iglesia, pero lo que estamos afirmando es simplemente que los hechos individuales de decisión espiritual producen frutos sociales… Ya que los grandes cambios culturales y las revoluciones históricas que deciden el destino de las naciones o el carácter de una era es el resultado acumulativo de un número de decisiones espirituales… La fe y la perspicacia, o el rechazo y la ceguera, de los individuos. Nadie puede señalar el último acto espiritual que desnivela el equilibrio y hace que el orden externo de la sociedad asuma una nueva forma...La persecución, ineficaz para destruir y aun para conmover aquella nueva sociedad, hizo que se sintiese más ella misma, y que se formase en una corporación más compacta.

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<strong>El</strong> <strong>Libro</strong> <strong>de</strong> <strong>los</strong> <strong>Mártires</strong> por <strong>Foxe</strong><br />

En el acto, las tropas se apo<strong>de</strong>raron <strong>de</strong> las puertas y avenidas <strong>de</strong> las ciuda<strong>de</strong>s, y, poniendo<br />

guardas en todos <strong>los</strong> pasajes, entraron espada en mano, clamando: ‘¡Morid, o sed católicos!ª<br />

Para resumir, practicaron todas las malda<strong>de</strong>s y todos <strong>los</strong> horrores que pudieron inventar para<br />

obligarles a cambiar <strong>de</strong> religión.<br />

Colgaban a hombres y mujeres por <strong>los</strong> cabel<strong>los</strong> o por <strong>los</strong> pies, y <strong>los</strong> ahumaban con paja<br />

ardiendo hasta que estaban casi muertos; y si seguían sin querer firmar su retractación, <strong>los</strong><br />

colgaban una y otra vez, repitiendo sus barbarida<strong>de</strong>s, hasta que, cansados <strong>de</strong> tormentos sin<br />

muerte, obligaban a muchos a ce<strong>de</strong>r. A otros les arrancaban <strong>los</strong> cabel<strong>los</strong> <strong>de</strong> la cabeza y <strong>de</strong> la<br />

barba con tenazas. A otros <strong>los</strong> echaban en gran<strong>de</strong>s hogueras, sacándolas otra vez <strong>de</strong> ellas,<br />

repitiendo la acción hasta que forzaban la promesa <strong>de</strong> retractarse.<br />

A otros <strong>los</strong> <strong>de</strong>snudaban, y <strong>de</strong>spués <strong>de</strong> insultar<strong>los</strong> <strong>de</strong> la manera más infame, les clavaban<br />

agujas <strong>de</strong> la cabeza a <strong>los</strong> pies, y <strong>los</strong> sacaban con cortaplumas; a veces <strong>los</strong> arrastraban con<br />

tenazas al rojo vivo por la nariz, hasta que prometían su retractación. A veces ataban a padres<br />

y maridos, mientras violaban a sus mujeres e hijas <strong>de</strong>lante <strong>de</strong> sus ojos. A multitu<strong>de</strong>s las<br />

encarcelaron en mazmorras inmundas, don<strong>de</strong> practicaban todo tipo <strong>de</strong> suplicios en secreto. A<br />

las mujeres y a <strong>los</strong> niños <strong>los</strong> encerraban en monasterios.<br />

Los que consiguieron huir fueron perseguidos por <strong>los</strong> bosques, y cazados en <strong>los</strong> campos,<br />

disparándoles encima como a fieras; y ninguna condición ni calidad personal les sirvió <strong>de</strong><br />

<strong>de</strong>fensa ante la ferocidad <strong>de</strong> aquel<strong>los</strong> dragones infernales; incluso a <strong>los</strong> miembros <strong>de</strong>l<br />

parlamento y a <strong>los</strong> oficiales militares, aunque estuvieran sirviendo en aquel momento, se les<br />

or<strong>de</strong>nó abandonar sus puestos y dirigirse a sus casas, para sufrir igual suerte. Los que se<br />

quejaron al rey fueron mandados a la Bastilla, don<strong>de</strong> bebieron la misma copa. Los obispos y<br />

<strong>los</strong> inten<strong>de</strong>ntes marcharon a la cabeza <strong>de</strong> <strong>los</strong> dragones, con una tropa <strong>de</strong> misioneros, monjes<br />

y otros clérigos para animar a <strong>los</strong> soldados a ejecutar una acción tan grata para la Santa Iglesia<br />

<strong>de</strong> el<strong>los</strong>, y tan gloriosa para el <strong>de</strong>monio dios <strong>de</strong> el<strong>los</strong>, y su tirano rey.<br />

Al redactar el edicto para revocar el edicto <strong>de</strong> Nantes, el consejo estaba dividido.<br />

Algunos hubieran querido <strong>de</strong>tener a todos <strong>los</strong> ministros y obligarles a abrazar el papado, lo<br />

mismo que a <strong>los</strong> laicos; otros preferían expulsar<strong>los</strong>, porque su presencia fortalecería a <strong>los</strong><br />

protestantes en su perseverancia: y si se veían obligados a retractarse, constituirían un grupo<br />

<strong>de</strong> enemigos secretos y po<strong>de</strong>rosos en el seno <strong>de</strong> la Iglesia, por su gran conocimiento y<br />

experiencia en cuestiones <strong>de</strong> controversia. Al prevalecer esta razón, fueron sentenciados a<br />

<strong>de</strong>stierro, y sólo se les permitieron quince días para partir <strong>de</strong>l reino.<br />

<strong>El</strong> mismo día <strong>de</strong> la publicación <strong>de</strong>l edicto revocando la carta <strong>de</strong> liberta<strong>de</strong>s <strong>de</strong> <strong>los</strong><br />

protestantes, <strong>de</strong>molieron sus iglesias y <strong>de</strong>sterraron a sus ministros, a <strong>los</strong> que sólo les <strong>de</strong>jaron<br />

veinticuatro horas para salir <strong>de</strong> París. Los papistas no estaban dispuestos a permitirles que<br />

vendieran sus posesiones, y pusieron todos <strong>los</strong> obstácu<strong>los</strong> en su camino para retardar su salida<br />

hasta que terminara su limitado tiempo, lo que les sometía a la con<strong>de</strong>na a galeras <strong>de</strong> por vida.<br />

Los guardas fueron doblados en <strong>los</strong> puertos <strong>de</strong> mar, y las cárceles quedaron llenas con las<br />

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