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Territorio, descentralización y desarrollo 117<br />
presentado para el primer debate en el pleno de la Asamblea suscrito por Eduardo<br />
Maruri y Anabella Azín cuestiona el articulado propuesto porque:<br />
[…] no llegan a definir un marco suficientemente claro y adecuado para que se construya<br />
en el Ecuador un sistema de verdaderas regiones autónomas con potestad suficiente<br />
para legislar a profundidad su territorio, amplias competencias y un verdadero<br />
autogobierno que incluya una sede parlamentaria. Sobre todo, creemos que no se ha<br />
dejado espacio para que Guayaquil, principal gestora de la demanda autonómica y<br />
ciudad de la que ambos provenimos, pueda acceder al nivel de autonomía que hace<br />
tiempo ha venido demandando.<br />
[…] No perdamos esta oportunidad histórica para que Guayaquil, Guayas, Manabí y<br />
otros más puedan emprender, por fin, el camino hacia la autonomía real (Maruri y<br />
Azín, 2008b: 1).<br />
Es importante señalar los diversos sentidos y significaciones que estos planteamientos<br />
sugieren y las interpretaciones dadas también por las distintas tendencias<br />
políticas que conformaron la Asamblea Constituyente. Por ejemplo, el Movimiento<br />
Popular Democrático enfatizó en la necesidad de construir la unidad<br />
nacional y sugiere que en el primer artículo del capítulo en el que el informe de<br />
mayoría versaba: «En ningún caso, el ejercicio de la plena autonomía permitirá la<br />
secesión del territorio nacional» (Hidrovo y otros, 2008: 11) se incluya la frase «A<br />
QUIENES LO PROMUEVAN SERÁN ENJUICIADOS POR TRAICIÓN A LA PATRIA»<br />
(Ávila, 2008: 1, énfasis en el original).<br />
La creación del nivel intermedio de gobierno era vista por los asambleístas<br />
de minoría como la posibilidad de establecer un ordenamiento «parecido a<br />
las comunidades autónomas existentes en España» (Maruri y Azín, 2008a: 1). La<br />
propuesta de mayoría, alejada de este planteamiento fue vista por la oposición<br />
como insuficiente en términos de autonomía, sobre todo por no otorgar capacidad<br />
legislativa fuerte al nivel intermedio de gobierno:<br />
[…] se corre el riesgo de no dar paso a un sistema sólido de regiones verdaderamente<br />
autónomas en lo político, y de, en lugar de ello, terminar con dos niveles (el regional<br />
y el provincial) de muy parecidas características y en permanente conflicto el uno<br />
con el otro.<br />
[…]<br />
Nuestra visión es clara: creemos que el Ecuador debe avanzar hacia un sistema distinto<br />
al actual, en el cual las provincias (y los cantones con poblaciones grandes) puedan<br />
constituir nuevos entes autónomos con amplísimas competencias, profunda<br />
potestad legislativa […] y verdadero autogobierno […].<br />
Creemos que no hay que tener miedo de esto, porque la autonomía política no es<br />
separatismo sino una manera comprobadamente eficaz de mantener unido a un país<br />
diverso […].<br />
Por supuesto, nuestro país es tan diverso que hay todavía zonas que no desean ni<br />
están listas para una verdadera autonomía política. Por ello, no estamos de acuerdo<br />
con que se fije un plazo en la Constitución para que todas las provincias formen regiones<br />
autónomas […]. Creemos que el paso hacia el autogobierno debe ser voluntario y<br />
progresivo, siempre producto de la iniciativa de quienes lo ejercerán y llevado a cabo<br />
con el acuerdo y apoyo de todo el país […]. Mientras algunos no deseen ser autónomos<br />
de verdad —y algunos tal vez decidan no serlo nunca—, pueden perfectamente